jueves, 5 de diciembre de 2019

La Oración y la Regla de Oro

Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá, porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? 10 ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? 11 Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas cosas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan? 12 Así que todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos, pues esto es la Ley y los Profetas. Mateo 7:7-12 

El sermón del monte es una predicación hermosa que Jesucristo pronunció, se cree, sobre el monte ahora conocido como Monte de las bienaventuranzas. En esta preciosa predicación, Jesús nos dejó fundamentos sólidos para construir nuestra vida y para cambiar nuestra perspectiva de ella. Ponderemos la importancia que tiene la aplicación de esta hermosa predicación para nuestra vida diaria, predicación que tiene tanta vigencia hoy como la tuvo cuando fue enseñada por primera vez:


La oración y la regla de oro:
En este texto, Jesús nos explica que existen dos relaciones que debemos cuidar: Nuestra relación con Dios y nuestra relación con el prójimo.
En la primera parte del texto, se nos presenta la oración como una fuente de comunicación con Dios. Para que exista una comunicación fluida, debe existir confianza y comunión; y esto no es posible si no conocemos a la persona con la que queremos entablar dicho nivel de amistad. Por esta razón, Jesús nos transmite unos mensajes muy importantes sobre quién es Dios y la forma correcta como debemos verlo para acercarnos a Él:
  1. Dios está atento: Lo primero que debemos comprender es que Dios está atento a nuestra oración. La sensación de vacío que nos produce el temor de no recibir lo que estamos pidiendo, o de tocar una puerta que no se abra, puede alejarnos de la oración y de la búsqueda de Dios. Mas Jesús nos asegura que nuestras peticiones están siendo escuchadas y nos anima a que Lo busquemos sin temor, pues Dios estará dispuesto para responder. Esto no significa que responda en el momento que queremos o que nos dé la respuesta que queremos, pero podemos estar seguros de que hará lo que es mejor para nosotros.
  2. Dios es real: No podemos acercarnos a Dios si no creemos que existe. Jesús recalca el hecho de que Dios es capaz de escucharnos, de respondernos, de saber lo que es mejor para nosotros y capaz de hacerlo realidad. Así que nuestra oración no llega a oídos sordos, sino a un Dios real, que tiene plena capacidad de responder a nuestras inquietudes y peticiones.
  3. Dios es bueno: El miedo ha provocado que las personas se alejen de Dios en dos sentidos: por un lado, algunas personas no se atreven a hablarle debido a dicho temor, pues piensan que está esperando para castigar o dañar; otras personas lo ven como alguien tirano y aburrido con quien no vale la pena entablar una conversación. Y muchas veces se escucha la frase “Debes tener cuidado con la forma como pides, porque puedes recibir lo que no quieres”. No es cierta esta frase, pues en el texto Jesús nos afirma que Dios nos dará lo que es mejor, si nos dejamos guiar por Él.
  4. Dios es poderoso: Dios es capaz de respondernos y, no solo eso, sino de saber cuál es la mejor respuesta para nosotros. Dios es poderoso para hacer con nosotros mucho más de lo que esperamos o imaginamos.

Nuestras bendiciones, su amor

Al que pastoreó a su pueblo por el desierto, porque para siempre es su misericordia. Salmo 136;16.
En 2015, una mujer dejó en un centro de reciclaje el ordenador de su esposo fallecido, que había sido fabricado en 1976. Pero lo más importante es quién lo había hecho cuando lo fabricaron. Era uno de los 200 ordenadores hechos a mano por el fundador de Apple, Steve Jobs, ¡y su valor estimado era unos 250.000 dólares! A veces, conocer el verdadero valor de algo conlleva saber quién lo hizo.
Saber que es Dios quien nos hizo demuestra cuánto valemos para Él (Génesis 1:27). El Salmo 136 enumera momentos clave de su pueblo Israel: cómo fueron liberados de la esclavitud en Egipto (versos 11-12), viajaron por el desierto (verso 16) y recibieron un nuevo hogar en Canaán (versos 21-22). Pero cada vez que se menciona un evento de su historia, va acompañado de esta frase, repetida: "porque para siempre es su misericordia". La cual, les recordaba que aquellas experiencias no eran eventos al azar, sino que habían sido orquestadas por Dios y reflejaban su amor eterno por sus criaturas.
Muy a menudo, dejamos pasar momentos que muestran a Dios obrando con bondad, sin reconocer que toda buena dádiva viene de nuestro Padre celestial (Santiago 1:17), quien nos hizo y nos ama. Aprendamos a relacionar toda bendición de nuestras vidas con la misericordia eterna de Dios. 


Señor, haz que reconozca que 
toda bendición viene de ti.


¿Qué es conversión?

Millones de personas se consideran cristianas. Muchos creen que se han convertido al cristianismo, pero, ¿es cierto esto? ¿Qué es conversión?

Solo porque algunos se llamen a sí mismos cristianos y sus nombres estén en una lista de miembros de la iglesia, ¿garantiza esto que son cristianos convertidos? 
Veamos una verdad importante en la Biblia: “Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él” (Romanos 8:9). Así que debemos entender algo: una persona es cristiana solo si tiene el Espíritu Santo de Dios morando en ella.

La conversión comienza con el arrepentimiento

Veamos lo que Dios dice en Isaías 55:7: “Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase al Eterno, el cual tendrá de él misericordia, al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar”. Para que uno se convierta en cristiano, se debe arrepentir del pecado. Cristo dijo en Lucas 13:3 “Os digo: No, antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente”. Cuando Jesús comenzó a predicar su mensaje del evangelio del Reino de Dios, dijo en Marcos 1:15: “Arrepentíos y creed en el evangelio”.
Así que, uno debe arrepentirse y creer. Pero esta acción, solo por sí misma, no hace cristiano a nadie. Es solo el primer paso hacia la conversión cristiana. Necesitamos el Espíritu de Dios. 
¿Qué es conversión?¿Cómo recibe uno el Espíritu de Dios? La respuesta, del apóstol Pedro, la encontramos en Hechos 2:38: “Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo”.

¿Qué es conversión? Es un proceso

Después de recibir el Espíritu Santo, debemos ser guiados por él. (Romanos 8:14) Todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, son hijos de Dios.
Todos hemos visto las maravillosas mariposas multicolores. No comienzan de esta forma. Comienzan siendo un huevo diminuto, casi invisible a los ojos humanos. El huevo tiene que pasar por varias etapas de transformación antes de poder convertirse en una hermosa mariposa. Las Escrituras nos dicen que nosotros también debemos pasar por un proceso de transformación. En nuestro caso, para convertirnos en cristianos convertidos.
Veamos lo que el apóstol Pablo dijo en Romanos 12:2: “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál es la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”. Dios requiere que dejemos nuestra manera antigua de vivir, que cambiemos de dirección volviéndonos a Él. Debemos dejar la oscuridad y caminar hacia la luz, dejar el poder de satanás y volvernos a Dios. Como dijo Pedro: “Así, que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de consuelo” (Hechos 3:19).
En la Biblia, la palabra convertido significa: “dar media vuelta; regresar al camino del cual uno se ha salido, y alejarse de sus pecados u olvidarlos”. Es una palabra que en su significado general denota ‘volverse por entero a Dios’. 
En 1 Tesalonicenses 1:9 leemos: “y cómo os convertisteis de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero”. Convertirse significa alejarse del pecado y esto debe hacerse regularmente.