Un filósofo francés hizo el siguiente comentario: “Dios está muerto. Marx está muerto. Y yo por mi parte no me siento muy bien.” Sus palabras y actitud ilustran el pesimismo reinante en nuestra sociedad.
Si en verdad hay un Dios, ¿por qué permite tanto sufrimiento en el mundo? se pregunta la gente.
Muchos cristianos sinceros se debaten con esta misma pregunta.... Solo podremos entender el problema del sufrimiento yendo a la Biblia.
Básicamente, hay cuatro clases de sufrimientos. El primer tipo es el sufrimiento como resultado de desastres naturales, como por ejemplo, un terremoto o una gran tormenta, cuyas consecuencias afectan a justos e injustos (Mateo 5:45).
Una segunda clase de sufrimiento podría denominarse “la inhumanidad del hombre para con el hombre.” La guerra entraría en esta categoría. El hombre trata de herir a su prójimo en razón de su codicia y su orgullo (Santiago 4:1 2).
Un tercer tipo de sufrimiento se demuestra con claridad en la vida de Job en el Antiguo Testamento. Fue resultado del ataque directo de Satanás. Después de recibir autorización de Dios, Satanás comenzó a actuar y causó un sufrimiento indecible a Job y su familia.
La cuarta clase de sufrimiento es el que se produce como resultado de nuestras propias y equivocadas acciones. Por ejemplo, si me arrojo del techo de mi casa y caigo al suelo rompiéndome la pierna, y eso es lo menos que podría sucederme, sufro porque quebranté la ley de la gravedad. De la misma manera, los individuos sufren cuando quebrantan las leyes morales de Dios.
Mucho sufrimiento existe como resultado de las malas elecciones que hacen los hombres. Pero no todo él es consentido por Dios como castigo por el pecado, porque a menudo, Dios simplemente obliga a las personas a vivir con las consecuencias de sus acciones (Gálatas 6:7 8).
Mucho sufrimiento existe como resultado de las malas elecciones que hacen los hombres. Pero no todo él es consentido por Dios como castigo por el pecado, porque a menudo, Dios simplemente obliga a las personas a vivir con las consecuencias de sus acciones (Gálatas 6:7 8).