martes, 12 de febrero de 2013

¿Tiene Ud. Vida Eterna? - Peguntas y respuestas bíblicas - vídeo

La vida cristiana es una tremenda y dulce experiencia. Es un crecimiento continuo. Dios quiere que crezcamos, que nuestra vida cristiana no pare de crecer. Para ello debemos tener muy en cuenta que no debemos ser únicamente oidores de la dulce y maravillosa Palabra de Dios, sino hacedores de la misma. Y cuanto más crecemos espiritualmente, cuanto más excavamos y profundizamos en la hermosa ciencia del saber de Dios, del saber de nuestro Padre celestial, del saber de Jesús, del saber del Espíritu Santo, más preguntas, a cada paso que avanzamos, se nos plantean y estas cada vez son más difíciles de responder. 
Esta pequeña introducción quiero que sirva de pábulo de una serie de satisfacciones que, a partir de hoy, quiero darles como respuestas a una serie de preguntas bíblicas que a nosotros, los cristianos, nos suelen asediar periódicamente. 
Bendiciones a todos.
M.G.L.

¿Tiene Ud. Vida Eterna?


Respuesta: La Biblia presenta un sendero claro hacia la vida eterna. Primero, debemos reconocer que hemos pecado contra Dios. En las Sagradas Escrituras leemos en Romanos capítulo 3 y el versículo 23: “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios.” Todos hemos hecho cosas que desagradan a Dios, las cuales nos hacen merecedores de castigo. Debido a que, a la larga, todos nuestros pecados van en contra de un Dios eterno, únicamente bastaría un castigo eterno. Pero, en Romanos capítulo 6 y el versículo 23 leemos, “Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor Nuestro.”

En 1 de Pedro capítulo 2 y el versículo 22, leemos que Jesucristo es el santo Hijo de Dios, sin pecado. En Juan capítulo 1, los versículos 1 y 14, leemos que el eterno Hijo de Dios, se hizo hombre y murió para pagar nuestro castigo. En Romanos 5:8 leemos: “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.” Jesucristo murió en la cruz (Juan 19:31-42). Él llevó la culpa que merecíamos nosotros (2 Corintios 5:21). Tres días más tarde El se levantó de la tumba, demostrando Su victoria sobre el pecado y la muerte. (1 de Corintios 15:1-4) Y en 1 de Pedro capítulo 1 versículo 3, leemos: “Que según su gran misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos.”

En Hechos 3 el versículo 19, leemos que por fe, debemos arrepentirnos y apartarnos de nuestro pecado y volvernos a Cristo para la salvación. Si ponemos nuestra fe en Él, confiando en que Su muerte en la cruz fue el pago por nuestros pecados, seremos perdonados y recibiremos la promesa de la vida eterna en el cielo. En Juan 3:16 leemos: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna.” En Romanos 10:9 leemos: “Si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.” ¡Solamente la fe en la obra completa de Cristo en la cruz, es el único camino verdadero hacia la vida eterna! En Efesios 2:8-9 leemos: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.”

Si desea aceptar a Jesucristo como su Salvador, usted puede repetir la siguiente oración: 

“Dios, sé que he pecado contra ti y merezco castigo. Pero Jesucristo tomó el castigo que yo merecía, de manera que, a través de la fe en Él, yo pueda ser perdonado. Me arrepiento y me aparto de mi pecado y pongo mi plena confianza en ti para mi salvación. ¡Gracias por Tu maravillosa gracia y por Tu perdón: ¡el don de la vida eterna! En el nombre de Jesús, ¡Amén!

Y recuerde que hacer esta oración o cualquier otra, no es suficiente para salvarle. Solamente el confiar y tener fe en Cristo puede librarle del pecado y regalarle una vida eterna en el cielo. Esta oración es simplemente una manera de expresarle a Dios su fe en Él y agradecerle por proveerle la salvación.


Todo tiene su tiempo - Devocionales, Meditaciones, Reflexión


Parece que Dios hablaba bastante en serio cuando dice en el libro de Eclesiastés, que hay un tiempo para todo lo que se quiera hacer mientras tengamos vida. Creo que Él sabía perfectamente que sólo nos gustarían los tiempos “buenos” y que ante la adversidad, querríamos esconder nuestra cabeza en la tierra, tal como lo hacen los avestruces.
Como a Dios no se le escapa nada, aunque nosotros creamos que a veces pestañea y algo se le pasa, se preocupó de dejarnos POR ESCRITO la certeza de que nada de lo difícil que vivamos será eterno, pero que, sin embargo, tenemos que vivirlo porque es parte de nuestro proceso de aprendizaje. De un aprendizaje, a través de experiencias propias, que tiene una riqueza y un valor únicos, porque NADIE lo puede aprender por mí o lo puede aprender como yo lo hago.
Puede que si, o puede que no hayas reparado bien en el capítulo 3 de Eclesiastés, pero allí se encuentran grandes verdades sobre muchos procesos que vivimos en el ámbito espiritual y emocional. Todos, en algún momento de la vida, experimentamos alegrías, experimentamos un nuevo nacimiento, que fue el día en que permitimos que Cristo viviera en nuestro corazón, pero también vivimos procesos en los que los sueños que teníamos no se cumplieron, en los que diversos planes y proyectos desaparecieron, o bien, personas con quienes contábamos ya no están más. Hemos tenido momentos en los que hemos entregado tiempo, afectos, recursos y ayuda, así como también los hemos recibido de vuelta. Ha habido momentos en los que ha sido necesario desarraigar cosas de nuestro carácter o de nuestra vida, porque avanzábamos hacia otra etapa y debíamos ir más livianos y empezar desde cero; o bien, aquello que habíamos construido como, amigos, familia, trabajo, profesión, etc, ya no son suficientes, ni nos llenan el alma, y necesitamos centrarnos en aquello que es lo más relevante AHORA.
Así pues, experimentamos momentos de mucho dolor, y momentos de extrema felicidad en los que sentimos que el corazón nos va a explotar de tanta alegría; lo celebramos y lo compartimos con el mundo entero, y otras veces decidimos guardarlo sólo para nosotros. Vivimos instantes en donde buscamos muchas respuestas y queremos alcanzar muchos logros académicos, profesionales, personales, espirituales, etc. Y otros, en los que sólo el despertar con vida es suficiente… Así somos, vivimos y transitamos por todos esos estados, y Dios lo sabía tan bien, que se anticipó a nuestras crisis existenciales y escribió este capítulo para mostrarnos que TODO es pasajero, que no debemos preocuparnos de manera excesiva cuando las cosas no estén bien, y que no debemos acomodarnos y “dejarnos llevar” cuando las cosas estén muy bien.
Lo mejor de todo, es que no sólo este pasaje nos habla de un tiempo, sino también de una “temporada”, lo que implica que de este período de tiempo habrá un fruto que obtendremos. Es como cuando es temporada de frutas y verduras en el verano, o cuando ciertas plantas florecen sólo en épocas determinadas del año; en todo momento hay un fruto, sea cual sea la temporada. Por ejemplo, si vamos al supermercado, a la sección de frutas y verduras, SIEMPRE HAY, y no importa si vamos en invierno o en verano, que SIEMPRE hay… la tierra SIEMPRE da frutos; y así como la tierra siempre da frutos que podemos ver, las distintas “temporadas” de nuestra vida también dejan un producto en nosotros. Este “fruto” puede llamarse humildad, misericordia, crecimiento, aprendizaje, sencillez, amor, aprender a pedir perdón y perdonar, paciencia, mansedumbre, mayor fe, tolerancia a la incertidumbre.., y todos los que se te puedan llegar a ocurrir mientras lees esta lista.

No importa en qué temporada de tu vida estés, recibirás un fruto, tendrás un producto único entre tus manos, regado por el Espíritu Santo y abonado por Jesús ¡No hay nada que perder! TODO es ganancia, TODO es aprendizaje. 

¡Buenos días, indeciso! - Mensaje - vídeo

buenos dias indeciso
Te haré entender,
y te enseñaré el camino
en que debes andar;
Sobre ti fijaré mis ojos.”
(Salmo 32:8).

Cuentan que el  afamado científico Albert Einstein, a quien se le otorgó el Premio Nobel de Física en 1921, viajaba  en cierta ocasión a un compromiso fuera de la ciudad. En eso, el ayudante del tren se le acercó para solicitarle el billete, pero, lamentablemente, el gran hombre de ciencia no lograba encontrarlo ni en su abrigo ni en su bolso. Entonces el ayudante del tren le tranquilizó con estas palabras: ”Todos sabemos quien es usted, Dr. Einstein; así es que no se preocupe por el boleto; todo está bien.” Y diciendo esto, siguió con su tarea de chequear los tickets al resto de pasajeros.
Minutos después, el ayudante vio a  Einstein, puesto de rodillas, nuevamente afanado por encontrar su billete, esta vez por debajo de los asientos. Entonces el oficial insistió: “Dr. Einstein, por favor, ya le dije que no se preocupe por el boleto; sabemos quien es usted.” El científico, levantando la mirada, contestó: “Yo también sé quién soy . ¡Lo que no sé es,... a dónde voy!”… 
Querido amigo, querida amiga: esta anécdota, muy característica en alguien como el célebre y distraído científico, podría ser un buen pretexto para preguntarte lo siguiente: ¿A estas alturas de tu existencia, cuando a lo mejor ya te conoces lo suficiente, ¿sabes a dónde vas?… ¿a dónde se dirige tu vida?… ¿Tienes un propósito definido para ella?… ¿O eres de esos indecisos a los que les gusta muchísimo comenzar algo nuevo como una meta, una carrera profesional, un trabajo, una relación afectiva, conyugal, un estilo de vida, etc, para, más adelante dejarlo todo a medias e ir nuevamente a otro inicio, porque de lo anterior ya se cansó? …
De ser así, date la oportunidad de que Jesucristo entre en tu vida y, si ya lo ha hecho, a que se afiance, a que sea el centro de tu carrera, de tu profesión, de tu oficio, de tu relación sentimental, de tu hogar. Él le dará a todo ello dirección, sentido y propósito. Sólo así, a la hora del gran final, podrás decir como algún pensador: “Confieso que no he vivido en vano”.

La Sagrada Escritura puntualiza: “Fíate del Señor de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y Él enderezará tus veredas” (Proverbios 3:5-6).




Concepto Transferible 7 Cómo puede ayudar a cumplir con la Gran Comisión - vídeo

Siguiendo el orden, previamente establecido, en esta ocasión trataremos este concepto:


Concepto Transferible 7

Cómo puede ayudar a cumplir con la Gran Comisión

Ahora que es cristiano, puede entender el gran regalo de la salvación que Jesús nos ofrece. Gracias a que el evangelio le fue presentado y ha creído, ha sido liberado del pecado y de la muerte y Dios le ha dado vida eterna y abundante. Sin embargo, todavía hay millones de personas que no han escuchado las buenas nuevas sobre Jesucristo y no han tenido la oportunidad de creer en Él y experimentar una vida eterna abundante.
De la misma forma que Dios deseaba que usted escuchara el evangelio para que creyera en su Hijo Jesús y fuera salvo, Dios también "quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad" (1 Timoteo 2:4). Es por eso que Jesús nos dio el mandamiento de "Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura" (Marcos 16:15) y haced discípulos a todas las naciones (Mateo 28:19). A traer las buenas nuevas de Jesús al mundo se le llama la Gran Comisión, y como cristianos tenemos este privilegio. Usted puede ayudar a cumplir la Gran Comisión diciéndole a otros sobre Jesús, orando por los que aún no saben de Él o donando, ya sea de su tiempo o de su dinero para ayudar a que el evangelio sea proclamado en el mundo. Pídale a Dios la manera en la que Él desea que usted ayude a cumplir con la Gran Comisión.
Versículos Clave
"Por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo" (Mateo 28:19)
“Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogara por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios.” 2 Corintios 5:20
“¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian el evangelio de la paz, de los que anuncian buenas nuevas! Romanos 10:15

No juzgues a las personas - Reflexiones en vídeo



No juzgues a nadie sin antes conocerlo.