domingo, 28 de febrero de 2016

Reconocer Su voz

JUAN 10:3-5  “El portero le abre la puerta, y las ovejas oyen Su voz. Llama por nombre a las ovejas y las saca del redil.  Cuando ya ha sacado a todas las que son suyas, va delante de ellas, y las ovejas lo siguen porque reconocen Su voz.  Pero a un desconocido jamás lo siguen; más bien, huyen de él porque no reconocen voces extrañas”.
¿Alguna vez has estado en un automóvil con alguien que está buscando una emisora determinada en la radio? Mientras afina constantemente la frecuencia, ladea su oído para escuchar cuidadosamente. Descarta una estación tras otra, hasta que escucha la voz familiar que ha estado buscando.
pastoreio-daviPues igualmente en nuestra vida cristiana, debemos reflexionar sobre la importancia de reconocer la voz de Dios y descartar otras. Al tomar decisiones, necesitamos estar seguros de que escuchamos a la Persona adecuada. La Biblia nos asegura que, como creyentes, podemos distinguir la voz de Dios de todas los demás. ¿Cuáles son algunas de las condiciones para reconocer Su voz?
Estar en la banda correcta. La voz del Señor se escucha en toda la Biblia. Dedica tiempo para conectarte con Dios por medio de Su Palabra. Deja que el Espíritu Santo te recuerde las verdades relacionadas con tu situación.
- Sintonizar la estación correcta. Dios siempre dice palabras congruentes con las Sagradas Escrituras. ÉL nunca las contradirá. Compara lo que tú estés escuchando con Su Palabra, y busca el consejo piadoso para asegurarte de que tienes la dirección de Dios.
Estar dispuesto a hacer los ajustes necesarios. A veces, lo que Dios nos dice puede parecer ilógico según el razonamiento humano. Puede ser tentador despreciar una voz que no está de acuerdo con nuestras ideas y deseos, pero los hijos de Dios necesitamos seguir Sus instrucciones, cueste lo que cueste.
Nuestro Salvador te está llamando, ¿te resulta fácil reconocer Su voz?
Para conocer Su voz mejor, dedica más tiempo a la lectura de Su Palabra. Hoy es un buen momento para comenzar a hacerlo.
Gracias Padre Celestial, porque Tú nos hablas a través de Tu Palabra, La Biblia. Ayúdame a encontrar cada día el momento para poder leerla y estudiarla con tranquilidad, y con la ayuda del Espíritu Santo, comprenderla y escuchar Tu voz. Te lo pido en el nombre del Cristo, amén.

Más que un sacrificio

Asombran ciertas actitudes que tiene el hombre, muchas de las cuales son el reflejo de su carácter pecador, de un corazón alejado de Dios Creador, lo que también es triste. Esta es una historia que habla de la actitud humana frente a determinadas situaciones.
sacrificioUn turista cristiano visitó China, y al visitar una de sus ciudades, se encontró con una muchedumbre que estaba alborotada por algo que, motivado por su curiosidad, determinó saber. La razón era que estaba siendo apedreado un hombre, y como no pudo escapar del lugar, tuvo que presenciar, obligado, aquél bárbaro acto. Las personas comentaban que merecía morir de ese modo tan brutal porque había sido sorprendido robando, pero lo que más llamó la atención al turista fue que mucha gente se reía y se burlaba del condenado mientras era apedreado.

La práctica de la presencia de Dios (4)

Y 4ª conversación que mantuvo Nicolás Hermann, el Padre Lorenzo, con Fray José de Beaufort.

El Hermano Lorenzo conversó conmigo muy frecuentemente, y con gran apertura de corazón, respecto a la manera de ir a Dios, de lo cual ya hemos mencionado algo. Me decía que todo consiste en una renuncia de corazón, a todas las cosas que nos impiden llegar a Dios. Podemos acostumbrarnos a conversar continuamente con Él con libertad y simplicidad. Para dirigirnos a Él a cada momento, solo necesitamos reconocer íntimamente que Dios está presente con nosotros, y que podemos pedir su ayuda para conocer su voluntad en cosas dudosas y para hacer correctamente aquellas otras que entendemos claramente lo que Él requiere de nosotros. En nuestra conversación con Dios, también deberíamos alabarlo, adorarlo y amarlo por su infinita bondad y perfección. Sin desanimarnos por la suma de nuestro pecados, deberíamos orar pidiendo su gracia con una confianza perfecta, confiando en los méritos infinitos de nuestro Señor, porque Dios nunca deja de ofrecernos su gracia continuamente. El Hermano Lorenzo percibió esto con gran claridad. Dios nunca dejó de ofrecerle su gracia excepto cuando sus pensamientos comenzaban a vagar y perdían su sentido de la presencia de Dios, o cuando se olvidaba de pedirle ayuda. 

Cuando no tenemos otro propósito en la vida excepto el de agradarle, Dios siempre nos da luz en nuestras dudas. Nuestra santificación no depende de un cambio de actividades, sino de hacer para la gloria de Dios, todo aquello que normalmente hacemos para nosotros mismos. Él pensaba que era lamentable ver como mucha gente confundía los medios con el fin, dedicándose a hacer ciertas cosas que hacían muy imperfectamente, debido a sus consideraciones humanas egoístas. El método más excelente que había encontrado para ir a Dios era el de hacer las cosas más normales sin tratar de agradar a los hombres, sino puramente por amor a Dios. 

El Hermano Lorenzo sentía que era un gran engaño pensar que los momentos dedicados a la oración eran diferentes de otros momentos del día. Estamos íntimamente obligados a unirnos a Dios por medio de la acción... en el tiempo de la acción, y por medio de la oración... en el tiempo de oración. Su propia oración no era nada más que un sentido de la presencia de Dios, cuando y porque su alma no era sensible a nada excepto al Amor Divino. Y cuando terminaban los momentos dedicados a la oración, no hallaba ninguna diferencia porque seguía estando con Dios, alabándolo y bendiciéndolo con toda su capacidad. Así pasaba su vida en un gozo continuo, aunque esperaba que Dios permitiría que le sobrevinieran algunos sufrimientos cuando estuviera más fortalecido. 

¿Cómo es el cielo?

Si se les preguntara a varias personas si creen que hay un lugar llamado cielo, la mayoría probablemente diría que sí. Pero si se les pregunta cómo es o cómo se puede llegar allí, seguramente habría varias respuestas. Aunque muchas personas se aferran a la creencia en el cielo y esperan ir allí cuando mueran, muy pocas tienen una idea precisa del mismo.
Puesto que los seres humanos estamos atados a la tierra hasta la muerte, son frecuentes los conceptos equivocados acerca del cielo. Algunas personas lo imaginan como un lugar donde flotan espíritus amorfos, o donde hay ángeles sentados en las nubes tocando arpas. Incluso las películas nos presentan su propia versión de lo que nos espera.
En medio de todas las opiniones confusas y contradictorias, debemos recordar que la única fuente segura de información precisa sobre el cielo es la Biblia. Dios nos da en sus páginas, destellos de escenas celestiales. Aunque podamos anhelar tener más detalles y descripciones, el Señor ha revelado lo que Él quiere que sepamos y, muy probablemente, solo lo que podemos entender. Nuestras limitaciones humanas nos impiden comprender adecuadamente, la gloria inimaginable que hay arriba. No tenemos ningún marco de referencia para entender lo que Dios ha preparado para nosotros (1 Corintios 2. 9). Tenemos más preguntas que respuestas.