martes, 18 de marzo de 2014

¿Qué es lo que pasará de acuerdo a la profecía del fin del mundo? - Biblia

La Biblia tiene mucho que decir acerca del fin del mundo. Casi todos los libros de la Biblia contienen alguna profecía respecto al final de los tiempos. Hablar sobre todas estas profecías y organizarlas puede resultar difícil, pero he aquí un breve sumario de lo que la Biblia declara que pasará al final de los tiempos:

Cristo se llevará del mundo a los cielos a los creyentes habidos “nacidos de nuevo”, que son parte de la Iglesia (Los Santos del Nuevo Testamento) en un evento conocido como el Arrebatamiento (1 Tesalonicenses 4:13-18;1 Corintios 15:51) Ante el Tribunal de Cristo, todos los creyentes serán recompensados por sus buenas obras y servicio durante su tiempo en la tierra, o perderán su recompensa por su falta de servicio y obediencia, aunque no la vida eterna (1 Corintios 3:11-15;2 Corintios 5:10).


El anticristo (la bestia) vendrá con poder y firmará un tratado de paz (pacto) con Israel por siete años (Daniel 9:27). Este período de siete años es conocido como la Tribulación. Durante la Tribulación habrá guerras terribles, hambrunas, plagas y desastres naturales. Dios derramará toda Su ira contra el pecado, la vileza y la maldad. Los cuatro jinetes del Apocalipsis, los siete sellos, las siete trompetas y las copas de ira tendrán lugar durante la Tribulación.

¿Cómo demuestras tu fe?

Tienes que crecer leyendo algo en la palabra de Dios y aplicarlo. Es mejor leer poco y aplicar mucho, en vez de leer mucho y aplicar poco.


Lucas 5.17-25. La casa estaba llena porque la gente iba a escuchar a Jesús para recibir un milagro. 
También iba gente a escucharle para criticarlo, ahí estaban los fariseos para escuchar y criticar. Había gente hasta la puerta, que estaba tapada de tanta gente que había. Y había un hombre que estaba paralitico, no podía caminar, por lo que le fueron a buscar sus amigos, y desde su casa le llevaron donde estaba Jesús. Pero cuando llegaron se dieron cuenta que no podía entrar porque había muchísima gente, entonces no dijeron: "Vamos a volvernos", buscaron otra solución. Vieron una escalera que llegaba al techo, y subieron. En esa época la gente tenía escaleras en el techo para poder subir los días de mucho calor, y los cuatro muchachos subieron con el paralitico, rompieron el techo y bajaron al paralitico hasta ponerlo al lado de Jesús. Jesús oró por él, sanó y se fue contento alabando a Dios.

Cuando queremos recibir un milagro o tener algo de parte de Dios, este pasaje nos enseña que tenemos que hacer algunas cosas.
Si tengo todo cerrado, es hora de romper el techo. El techo simboliza un límite, un límite espiritual, económico, social, familiar, laboral.
Cada vez que encontremos una puerta cerrada, la Biblia nos enseña que tenemos que buscar otra alternativa, porque no siempre es Dios quien cierra las puertas, a veces es el diablo el que cierra la puerta para que no entres por tu bendición. Siempre va a haber alguien que quiera tapar tu bendición.

La Biblia dice que hay gente religiosa que no entra al reino de los cielos ni deja entrar a los demás, y aquí tenemos un claro ejemplo: un hombre paralitico en la puerta que está buscando su bendición, está buscando algo de parte de Dios, es un hombre de fe, y no puede entrar porque los fariseos, es decir, los religiosos están en la puerta.
A veces somos nosotros mismos los que nos ponemos los techos. Tienes que romper tus propios límites: si en tu vida emocional estás en un nivel raso, tienes que ir por el alto, el superior y el extra. Hay que buscar alternativas, no te vuelvas para atrás, sigue avanzando, y si hay que romper un techo, ¡rómpelo en el nombre de Jesús! No pierdas el tiempo discutiendo.

Ellos dijeron, no podemos entrar; bueno, pues busquemos otra alternativa. No pensaron en pelear con los que estaban en la puerta. No tienes que perder el tiempo discutiendo, tienes que invertir tiempo en tu crecimiento, en romper tus propios límites.

Disfruta el viaje

Cualquier ser humano tiene problemas, dificultades. Algunos no son problemas sencillos, son situaciones serias en su vida. Si no tienes problemas, tampoco le estás haciendo daño al enemigo.
¿Qué haces cuando tienes problemas? Muchos dirán: leer la biblia, orar... De acuerdo, hicieron bien, hicieron como dice la Biblia, eso son respuestas religiosas. Pero el deleite de Satanás es ver a un hijo del Eterno, alterado, cansado, quejándose, murmurando, aburrido. Santiago 1: 2–3. “Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os veáis cercados de diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia”.
“… Tened por sumo gozo cuando os veáis cercados de diversas pruebas…”. Es decir, que estés gozando al máximo cuando estés en diversas pruebas.
“… Sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia”. Paciencia, consistencia. Si estás en una prueba, gózate, que este gozo esté al máximo, porque la prueba en tu vida va a producir consistencia.
La consistencia te lleva a un nuevo nivel en el que, a pesar de la prueba, se mantiene el mismo gozo.
Santiago 1:4. “Y dejad que la paciencia tenga su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna”.
La prueba te dio consistencia. Entraste a la prueba faltándote algo, pero si te gozas vas a salir con lo que necesitabas.
Cuando entiendes lo que es gozo, sales de la prueba sin que te falte cosa alguna. Entras con algo que te faltaba, pero sales completo. ¿Por qué sucede esto?

El cambio está en tus manos

Hay una gran diferencia entre los conceptos "lo que esperamos que suceda y lo que hacemos para que así sea". Esperar es necesario cuando las cosas están fuera de nuestro alcance, cuando, aunque queramos, no podemos hacer nada simplemente porque cierta situación no está en nuestras manos; pero esperar a que algo pase cuando nosotros mismos tenemos la solución, es caer en el error de perder el tiempo.

A veces estamos a la espera de que se solucione cierta situación, queremos que las cosas cambien, pero al mismo tiempo no hacemos nada. En esa “espera”, nos encontramos envueltos por la comodidad de dejar que “pase lo que tenga que pasar”, pero cuando vemos que nada cambia comenzamos a buscar culpables de nuestro estado.
Es difícil para el ser humano tomar la iniciativa para solucionar un problema, en especial cuando es con otra persona, porque esperamos que sea la otra parte la que pida disculpas o haga algo para que todo termine en paz, pero ¿dónde queda lo que nosotros estamos dispuestos a hacer?, ¿será que preferimos estar disgustados antes que hacer algo al respecto? Soluciones como ésta sí están en tus manos, puedes ser tú el valiente que termine con todo lo que te incomoda.

Ocasionalmente estás esperando que algo cambie tu situación, y en la espera te encuentras observando sin hacer nada al respecto, como esperando que repentinamente algo suceda y te saque de tu actual estado a otro. Sí, es cierto que Dios puede hacer todo lo que puedas imaginar, pero hay ocasiones en las que también debes actuar, no dejar que pase el tiempo y empeore tu situación, sino tomar la iniciativa y la determinación de actuar antes de que sea tarde.

O tal vez estás esperando el momento perfecto en que Dios, o la misma vida, te coloque para actuar ante tu situación, pero… ¿estás seguro que ese tiempo no ha pasado ya mientras esperabas?; seguro que si le preguntaras a Dios, si es el momento de ir y solucionar ese problema familiar o personal, ni siquiera terminarías de formular la pregunta, cuando Él ya te estaría respondiendo: SIEMPRE ES TIEMPO.

¿Por qué debo creer en la resurrección de Cristo? - Bíblia

Es reconocido y está bien establecido el hecho de que Jesucristo fue ejecutado públicamente por crucifixión en el primer siglo d.C., en Judea, bajo Poncio Pilato, a petición del Sanedrín judío. Los relatos históricos no cristianos de Flavio Josefo, Cornelio Tácito, Luciano de Samosata, Maimónides y del Sanedrín judío, corroboraron las declaraciones de los primeros cristianos, que atestiguaron estos importantes aspectos históricos de la muerte de Jesucristo.

En cuanto a Su resurrección, hay muchas líneas de evidencia que hacen este caso irrefutable. Un famoso abogado resumió el entusiasmo y confianza cristianas en la solidez del caso de la resurrección, cuando escribió “He sido abogado defensor por más de 42 años, habiendo ejercido en muchas partes del mundo, y aún estoy en servicio activo. He sido afortunado en asegurar un buen número de éxitos en diversos procesos jurídicos y puedo asegurar inequívocamente, que la evidencia de la Resurrección de Jesucristo es tan abrumadora, que obliga a aceptarla por la cantidad de pruebas que no dejan lugar a dudas.”

La respuesta de la comunidad secular a la misma evidencia, ha sido predeciblemente apática, acorde con su leal compromiso con el naturalismo metodológico. Para quienes no están familiarizados con el término, el naturalismo metodológico es el empeño de explicar todo en términos de causas naturales y por causas naturales solamente. Si algún supuesto evento histórico desafía una explicación natural (por ejemplo una resurrección milagrosa), los eruditos seculares generalmente lo tratan con un exagerado escepticismo, a pesar de las evidencias que haya, sin importar lo abrumadoras que estas sean.

Tal inflexible fidelidad a las causas naturales, a pesar de las clara evidencias de lo contrario, no conduce a una investigación imparcial (y por lo tanto adecuada) de las evidencias. Una postura científica e histórica más flexible ha dicho, “El ser forzado a creer sólo en una conclusión... violaría la propia objetividad de la ciencia misma.” Habiendo dicho esto, procedamos ahora a examinar varias líneas de evidencia a favor de la resurrección.

- La Primera Línea de Evidencia para la Resurrección de Cristo.
Para comenzar, tenemos el demostrable y sincero testimonio de testigos oculares. Los apologistas del cristianismo primitivo citaron a cientos de testigos oculares, algunos de los cuales documentaron las experiencias físicas propias con sus declaraciones. Muchos de estos testigos oculares, gustosa y resueltamente, soportaron prolongadas torturas y la muerte misma, antes que repudiar su testimonio. Este hecho certifica su sinceridad, descartando un fraude por parte de ellos. De acuerdo con el registro histórico, (por ejemplo El Libro de los Hechos 4:1-17, Cartas de Plinio a Trajano X, 96, etc.) leemos, “Muchos cristianos podrían terminar su sufrimiento simplemente con renunciar a la fe. En vez de eso, parece que la mayoría optó por soportar el sufrimiento y proclamar la resurrección de Cristo de la muerte.”

Aún cuando el martirio es algo admirable, no es totalmente demostrativo. Éste no valida suficientemente la creencia de alguien que ya cree (al demostrar su sinceridad hacia ella de una manera tangible), o sea, que no es imprescindible. Aún así, lo que hace que el martirio de los primeros cristianos fuera y sea algo extraordinario, es que ellos demostraban con ello que lo que estaban pregonando era verdad; que vieron a Jesucristo vivo después de Su muerte. Esto es lo extraordinario. Porque si todo fuera sólo una mentira, ¿por qué muchos seguían sosteniendo la creencia dadas las circunstancias? ¿Por qué conscientemente se aferrarían a una mentira sin validez alguna, hasta el punto de afrontar persecución, prisiones, tortura y muerte?

Por el contrario, el 11 de septiembre del 2001 (derribo de las Torres Gemelas, en Nueva York), los terroristas indudablemente creían lo que profesaban (evidenciado por su decisión de morir por ello), pero no pudieron saber y no supieron si el origen de sus creencias era o no verdad. Ellos pusieron su fe en tradiciones transmitidas a ellos por muchas generaciones. En contraste, los primeros mártires cristianos fueron la primera generación. O ellos vieron lo que aseguraban haber visto, o no.

Entre los más ilustres que profesaron haber sido testigos oculares, estaban los apóstoles. Ellos colectivamente sufrieron un cambio innegable, después de las declaradas apariciones de Cristo, posteriores a Su resurrección. Inmediatamente después de Su crucifixión, ellos se escondieron temiendo por sus vidas. Pero después de la resurrección, tomaron las calles y valientemente proclamaron la resurrección, a pesar de la intensa persecución que sufrían. ¿Qué explicación habría para su repentino y dramático cambio? Ciertamente no era una ganancia financiera. Los apóstoles renunciaron a todo lo que tenían por predicar la resurrección, incluyendo sus vidas.