domingo, 29 de junio de 2014

El pasado me persigue

Hay personas que intentan huir de su pasado, unos dicen no poder superarlo, otros malviven con el dolor de sus recuerdos, el caso es que para ellos, el pasado es un monstruo enorme difícil de superar.
Pero, ¿por qué no logran superar el pasado?
Normalmente, cuando por alguna razón no cerramos un ciclo, éste permanecerá abierto impidiendo que iniciemos otro. La falta de perdón a sí mismo y a los demás, es el principal motivo de que duela el pasado; aferrarse a algo que ya no es vigente, que ya pasó o que ha cambiado, no nos deja ver al frente. Otras veces, hacemos que nuestro pasado pese tanto que nos es imposible avanzar a algo nuevo, porque nos sentimos atados, atrapados, imposibilitados por acabar algo que ya no da para más, que ya no tiene futuro.
Recordar es volver a vivir… pero, ¿en realidad queremos volver a vivir algo que nos duele?, ¿vale la pena rememorar lo que nos hace daño? Es cierto que Dios nos hizo seres con sentimientos, pero también lo es que nos dio la capacidad de dominarlos, de hecho una persona que se mueve por sentimientos es alguien inconstante. 
La biblia dice: Nada hay tan engañoso como el corazón. No tiene remedio. ¿Quién puede comprenderlo? Jeremías 17:9 (Nueva Versión Internacional). Nuestros sentimientos no siempre son los mismos, ni mucho menos los mejores consejeros, hay recuerdos que guardamos en el corazón, pero cuando nos hacen daño lo mejor es desecharlos, no pretendiendo que nuestra memoria se borre por completo, pero sí decidida a superar lo que nos ha lastimado.
El pasado persigue a quienes deciden huir de él en lugar de afrontarlo. No podemos retroceder en el tiempo y cambiar todo lo que quisiéramos, pero sí podemos cambiar lo que está en nuestro presente, sí podemos prepararnos para no caer de nuevo en el mismo error, y si tenemos la capacidad de tener todavía sentimientos, encauzarlos a algo que nos haga sentir bien.

olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante.

Filipenses 3:13


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