viernes, 9 de mayo de 2014

El Lugar Que Ocupa Dios En Mí - Crecimiento personal-espiritual

Estudiando el 1er libro de Crónicas, encontramos que David, con la ayuda de Dios, venció a los jebuseos en Jerusalén y tomó su fortaleza, construyendo casa para sí, y también dispuso un lugar para el Arca de Dios.
Luego, llamando a los sacerdotes jefes de las familias patriarcales de los levitas, les mandó purificarse ellos y sus parientes, tal como lo estableció Dios, para poder llevar el Arca al lugar que preparó, recordando lo sucedido la primera vez que intentaron trasladar el Arca sin consultar a Dios y sin tomar en cuenta sus instrucciones.
En este relato podemos ver tres cosas importantes, que podemos aprender de David:
Su Prioridad era Dios: no sólo construyó casas para Él, sino que apartó un lugar para que la presencia de Dios estuviera donde él estaba.
Se apoyó en la gente que tenia cosas en común con él: cuando iba a trasladar el Arca de Dios, no lo hizo como cuando lo intentó la primera vez. En esta oportunidad fue cuidadoso en reunir a los levitas, sabiendo que ellos se purificarían porque sabían lo que realmente representaba el Arca, no a un Dios pequeño como pudo pensar Uza, sino al Dios todopoderoso, y compartían con él, el sueño de volver a tener el Arca en medio de ellos.
Y aprendió de sus errores: el primer error cometido no hizo que David desistiera de trasladar el Arca de Dios, al contrario, le hizo ser más cuidadoso, detallista y sobre todo, le hizo tomar decisiones bajo las instrucciones de Dios.

Dilo todo

Verdaderamente, me considero un ser humano bastante peculiar. Muchas veces me pregunto, si Dios tendría la intención de crear a alguien con la suficiente paciencia, como para acompañar toda la vida a alguien como yo,… me convenzo a mí mismo diciéndome que sí, pero la verdad es que es una de mis grandes pruebas de fe.

Dentro de las excentricidades de mi personalidad, está la necesidad de decir todo lo que estoy sintiendo, incluso pensando. En ocasiones, cuando no puedo decírselo directamente a mi interlocutor, escribo casi "testamentos" en los que, trato de comunicar con el mayor detalle posible, lo que quiero manifestar, aunque muchas veces no lo digo explícitamente. Sin embargo, aún existen cosas urgentes que debo decir y no he podido comunicar. No he podido comunicarlas por orgullo, por temor, por vergüenza, por timidez, por sentir que no es el momento apropiado, porque creía que ya no tenía sentido decirlas, pero la verdad, no es así. Tener algo pendiente que decir, es como tener que hacer un trámite con un plazo final y posponerlo, posponer y posponer la acción. Esto genera a veces, ansiedad, preocupación, incluso sensaciones físicas como temblor de manos, dolor de barriga, sudoración de manos, taquicardia, falta de aire y otros síntomas que, en más de una ocasión, se experimentan.

Pienso en cuando era niño. Escribirle a los Reyes Magos era muy sencillo, les contaba lo bien que me había portado y expresaba claramente, qué era lo que deseaba de regalo para esa navidad. Nunca me planteé si ellos tendrían problemas de presupuesto o si se aburrirían con mi carta, yo sólo manifestaba lo que quería y punto.

A veces extraño esa sencillez de la niñez, el ser capaces de decir tan transparentemente lo que nos pasa, lo que necesitamos y lo que nos duele. Es algo que perdemos con la edad y con las ideas de “ser adulto” que se nos van instalando en la cabezota. Y lo que es mucho peor, pretendemos ser “fuertes”, “perseverantes”, “resistentes”, cuando lo único que hacemos es ser lo más empalagosos posibles, como con pataletas de niño, expresando lo frustrados o enojados que nos sentimos. Pero lo peor de todo es que, pretendemos aparentar con quien más nos conoce, aparentamos con Jesús.

Pero Jesús fue de carne y hueso como tú y como yo, y por lo tanto, su empatía con el género humano es bastante grande, aparte de su misericordia y gracia. Él vivió experiencias humanas y puede entender lo “podridos” que nos sentimos a ratos. Puede entender, y entiende, lo difícil que es vivir con uno mismo, cuando tu cabeza nunca para de pensar y nunca dejas de escucharte a ti mismo. Sí, leíste bien. Escucharte como si tuvieras a un loro sobre tu hombro.

La Carrera - Reflexiones

En una ocasión, en la carrera de los 100 metros con obstáculos de las olimpiadas de 1980, salieron los 8 competidores.
El número 5 derribó el primer obstáculo, luego el segundo y el tercero; su desesperación fue tanta, que no pudo saltar totalmente el cuarto y tropezó con él, cayendo pesadamente. Desde el suelo vio a los demás alejarse, sin embargo se puso en pie y continuó la carrera; se dio cuenta de que su rodilla sangraba y que su pierna no tenía la fuerza necesaria por el golpe, pero aún así continuó, tropezando más adelante con otro obstáculo y cayendo de nuevo.
En ese momento, los otros competidores ya habían traspasado la meta, y los espectadores que había alrededor de la pista, le decían que saliera de ella pues estaba sangrando y que de todas formas, ya no iba a ganar la carrera. Pero este atleta no les hizo caso, se levantó y siguió adelante; su objetivo era llegar a la meta, y lo iba a lograr pasara lo que pasara. En las gradas, la gente estaba atónita al ver la persistencia de aquel hombre.
Finalmente llegó al final de la pista, y en ese momento, todo el estadio olímpico se puso de pie y estalló en una ovación, dedicada al hombre que había demostrado qué era lo más importante en una carrera: ¡Perseverar hasta el final sin importar los tropiezos!

Sembrar para recoger


El que planta árboles, cosechará frutas. 
Quien siembra trigo cosechará pan. 
Quien siembra flores, obtendrá perfumes. 
El que planta lealtad, cosechará buenos amigos. 
El que siembra alegría, recogerá felicidad. 
Quien siembra la verdad, cosechará confianza. 
El que planta sobre la fe, su cosecha está segura, 
Quien cultiva afecto, recogerá gratitud.

Sin embargo, algunas personas prefieren, 
sembrar vientos y recoger tempestades,
sembrar la tristeza y cosechar desconsuelo,
cultivar odio y recoger rechazo.
Sembrar la discordia y obtener soledad,
sembrar indiferencia y cosechar el adiós.
Plantar la burla y juntar enemigos, 
Plantar injusticia y cosechar abandono,
o sembrar cizaña y no cosechar nada.

Consciente o inconscientemente, 
siempre estamos sembrando.
Todos nacimos con el don de
 sembrar y recoger en abundancia, y
tenemos la opción de usarlo para 
sembrar cosas buenas y edificantes
o para cultivar cosas malas y destructivas.

Diariamente plantamos millones de semillas. 
Debemos elegir sabiamente qué tipo de naturaleza 
queremos que nos rodee y qué fruto deseamos cosechar.
Yo he decidido cultivar siempre lo mejor.
Dios ya me ha preparado el terreno.

Gálatas 6:7: "No os engañéis; Dios no puede ser burlado: 
pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará".

Da una mirada en en el huerto de tu vida, y analiza 
lo que has estado sembrando y qué frutos esperas cosechar.

Comunicaciones nuevas - Liderazgo

Dijo el sabio Salomón que corregir a un necio es ganarse un enemigo, pero corregir a un sabio es ganarse su amor y aumentarle la sabiduría. ¡Es verdad!
Años atrás, un grupo de eruditos de una sociedad bíblica en Miami, me contrató para asesorarles en un proyecto de comunicaciones. El honor era inmenso y la verdad fue que, aprendí más de ellos que ellos de mí. Fui yo el que debió pagarles por su amor, y las espectaculares lecciones de teología.
No sólo corroboré que cuanta más sabiduría, más humildad, sino que, aún a estas eminencias, a estas enciclopedias ambulantes, hay que decirles la verdad, aunque de manera dulce, sin atacarles. Y eso hice, les dije que aunque eran extremadamente interesantes, también eran muy aburridos.
Gracias a Dios, no me echaron a patadas, y pudimos sacar adelante un proyecto para enseñar al público común y corriente, conceptos teológicos complicados. Les propuse seguir el ejemplo de Jesús y hacer lo difícil, sencillo. Jesús ha sido el teólogo más grande que ha existido, sin embargo, sus conferencias eran tan profundas y veraces, que los doctores de la ley no le podían sorprender en ningún error para acusarle. Era tan didáctico, que los mismos campesinos le entendían. Y tan ameno, que los niños, público de por sí indisciplinado, le seguían.
Si uno de los famosos pastores cristianos que existen hoy en día, me llamara a su oficina y me dijera: “Ayúdame hermano, a hacer un proyecto de comunicaciones nuevo”, yo le diría con toda confianza: Te voy a hablar como amigo, como comunicador y como cristiano. Si te gusta mi proyecto, trabajamos, si no, tranquilo, nada ha pasado.