sábado, 30 de enero de 2016

Su promesa

De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, sino que ha pasado de muerte a vida. Juan 5:24
Leamos de nuevo el versículo. Jesús nos dice que el que cree en Él tiene vida eterna y ha pasado de la muerte a la vida. Estas tres palabras, “tiene” y “ha pasado” no dejan lugar a ninguna duda. No hallamos un "si condicional" o un "quizá" que pueda insinuar la más mínima duda. Por lo tanto, cuando recibimos y creemos las palabras del Señor, podemos regocijarnos de ser salvos, ¡salvos por la eternidad!
Así, el que cree tiene ya la vida eterna. Ha pasado (es un hecho cumplido) de la muerte a la vida. La vida eterna no es el resultado de una serie de esfuerzos y de abnegación, sino un don que Dios hace a todo el que confía en Él. El que cree pasa a ser hijo de Dios, este es el nuevo nacimiento.
La vida eterna es una vida ya presente, actual, es la vida que Dios comunica al creyente, una relación viva, espiritual, confiada y eterna con el Señor.
El que no cree está muerto, en el sentido de que no tiene relación con Dios. El que cree halla la vida, una relación de comunión con el Señor.

Trata a los demás como te gustaría ser tratado


"Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas". Mateo 7:12

El versículo anterior nos invita a tratar a los demás como nos gustaría ser tratados nosotros. Los cristianos debemos tomar la vida de Jesús como una guía para saber la forma correcta de tratar a las personas. Él jamás dijo.. "Yo soy Dios, ustedes deben seguirme y hacer todo lo que yo diga!". Una de las muchas cosas que hizo fue enseñar cómo debemos actuar con los demás. Perdonó pecados, era misericordioso y piadoso hasta con aquellos que no lo merecían, ayudaba a los pobres, sanaba a los enfermos, y muchas otras cosas.

La Biblia, más precisamente El Nuevo Testamento, nos revela cómo era el trato de Jesús con la gente. En un pasaje muy conocido, podemos verlo enseñando sobre la importancia de perdonar, y que al hacerlo nosotros también obtendremos perdón. "Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial" (Mateo 6:14). Jesús desea que sus seguidores lo imitemos, y así como Él mostró misericordia y piedad por los demás, nosotros también la mostremos, incluso por aquellos que no la merecen. Quiere que ayudemos a los pobres, que oremos por los enfermos, que confortemos a los afligidos de corazón, y que usemos la luz del Evangelio para alumbrar a los que viven en tinieblas espirituales.

Gracias por Todo

Jesús es el modelo de "Dad Gracias en Todo".
Y tomó el pan y dio gracias….
Habiendo dado gracias, lo partió, y dio a sus discípulos….
Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio….
1 Tesalonicenses 5:18 Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.
Las actitudes de la vida influyen en la forma de ser de los seres humanos. El poder que ejercen sobre una persona quejumbrosa, sobre una persona perezosa, sobre una insensible, sobre una chismosa, sobre una persona criticona, sobre una persona desordenada, sobre una persona que hace promesas y no las cumple, sobre una persona endeudada, sobre una persona involucrada en prácticas espiritistas, y sobre todo ... el poder que ejerce la gratitud que fluye de una persona.
A Luis le serví un plato de comida y no dio gracias a Dios. Le pregunté si él no le daba gracias a Dios cuando comía, y aproveché para ministrarlo sobre la importancia de ser agradecidos con Dios y la gente. A partir de ese momento comenzó a dar gracias.
Cuando salíamos en el coche mi esposo y yo con los niños, y él nos compraba algo, yo le daba las gracias a mi esposo e inmediatamente los niños decían gracias papi.
Pero hay personas que se creen merecedoras de que se les dé todo lo que quieren o necesitan y nunca dan las gracias.
Ellos mismos se cierran las puertas para recibir bendiciones. Los seres humanos somos motivados a dar a aquellos que son agradecidos, porque la gratitud tiene un poder especial.

Púlpito Evangélico

No podéis beber la copa del Señor, y la copa de los demonios; no podéis participar de la mesa del Señor, y de la mesa de los demonios.” 1 Corintios 10:21
El apóstol Pablo al escribir su primera carta a los corintios, les hace una expresión muy fuerte: “No podéis beber la copa del Señor, y la copa de los demonios; no podéis participar de la mesa del Señor, y de la mesa de los demonios. Esta expresión del apóstol Pablo tiene que ver con un conflicto que había en la Iglesia en Corinto. Los adoradores de dioses paganos sacrificaban animales en estos templos, y después de esos sacrificios, la carne que sobraba se vendía a las personas. Algunos miembros de la Iglesia de Corinto compraban esa carne para su consumo personal. Pablo les señala que esa carne, al haber sido de animales sacrificados a falsos dioses, no debía ser consumida por los creyentes porque estaban contaminadas espiritualmente. Los demonios que llevaban a las personas a la idolatría, se posicionaban de las mismas.
Al instituir Jesús su Cena, señaló que ella era símbolo del nuevo pacto entre Dios y el creyente. La Iglesia de Cristo es la comunidad del nuevo pacto. El nuevo pacto se simboliza de forma categórica en la Cena del Señor. Al instituir su Cena Jesús dijo; 1) al dar el pan, "tomad, comed, este es mi cuerpo"; y 2) al dar la copa, "bebed de ella todos; porque esto es mi sangre del nuevo pacto".

La Iglesia de Cristo es una comunidad especial, diferente al resto de la humanidad. Es una comunidad desligada de lo mundano por el sacrificio que hizo Cristo. Es una comunidad santa. El que se sienta a la Mesa del Señor tiene que ser consciente de que se sienta a participar de una mesa santa.