viernes, 7 de noviembre de 2014

¿Lo olvidará?

“Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones.” Hebreos 10:17.
Cuando el pecado está a la luz de Dios, el primer instinto del hombre es temer a que sea imperdonable, pues sabe en su interior, que ha ofendido a Dios y que el pecado acarrea castigo, por lo que nace la culpa en su corazón.
Cuando una persona no puede pasar por alto fácilmente las ofensas cometidas por otros, llega a la determinación de que, así mismo, el Señor no podrá perdonarle. Ese pensamiento ayuda a profundizar en la seguridad de que Dios no pasará por alto su falta y en consecuencia, se encontrará desalentado y desesperanzado de alcanzar misericordia.
Pero lo cierto es que Dios perdona los pecados de una forma completa, y aunque muchos creen que Dios tiene guardado un gran castigo para ellos, debemos recordar Isaías 43:25 que dice: “Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados.” Si dice en su Palabra que borrará y se olvidará de nuestras rebeliones ¿por qué Dios prepararía un castigo para después?
¿Pero por qué olvida Dios nuestro pecado? Por el gran hecho de que Él mira a Su Hijo Jesús cargando con el pecado. Cuando el Padre vio a Su Hijo Unigénito sufriendo hasta la muerte, le causó una impresión tremenda, y Él recuerda el sufrimiento de Su Hijo en el lugar y posición de todos nosotros. Esto realizó una limpieza total en la eterna memoria de Dios, de todos los pecados de aquellos por los que Cristo murió.

Todo tiene su tiempo

Dios hablaba bastante en serio cuando decía en el libro de Eclesiastés, que hay un tiempo para todo lo que se quiera hacer mientras tengamos vida. Él sabía perfectamente, que sólo nos gustarían los tiempos “buenos” y que ante la adversidad, querríamos esconder nuestra cabeza en la tierra, como hacen los avestruces.
Pero como a Dios no se le escapa nada, aunque nosotros creamos que a veces pestañea y algo se le pasa, se preocupó de dejarnos por escrito, la certeza de que nada de lo difícil que vivamos será eterno, y que sin embargo, tenemos que vivirlo porque es parte de nuestro proceso de aprendizaje. De un aprendizaje experiencial que tiene una riqueza y valores únicos, porque nadie lo puede aprender por mí, o lo puede aprender como lo hago yo.
En el capítulo 3 de Eclesiastés, se encuentran grandes verdades sobre los procesos que vivimos en el ámbito espiritual y emocional. Todos los cristianos en algún momento de la vida, experimentamos un nuevo nacimiento, que fue el día en que permitimos que Cristo viviera en nuestro corazón, pero también vivimos procesos en los que sueños que teníamos no se cumplieron, en los que planes y proyectos desaparecieron, o personas con quienes contábamos, ya no están más. Hemos tenido momentos en que hemos entregado nuestro tiempo, afectos, recursos y ayuda, así como también lo hemos recibido de regreso. Y ha habido otros momentos en los que fue necesario desarraigar cosas de nuestro carácter o de nuestra vida, porque avanzamos hacia otra etapa y debimos ir más livianos y empezar desde cero; o bien, aquello que construimos: amigos, familia, trabajo, profesión ya no son suficientes ni nos llenan el alma, y ahora necesitamos centrarnos en aquello que es más relevante.
Así también, experimentamos momentos de mucho dolor, y momentos de extrema felicidad en los que sentimos que el corazón nos va a explotar de tanta alegría; los celebramos y compartimos con el mundo entero, y otras veces decidimos guardarlo sólo para nosotros. Vivimos instantes en los que buscamos muchas respuestas y queremos alcanzar muchos logros académicos, profesionales, personales, espirituales, etc. Y otros, en los que solo el despertar con vida es suficiente…

Perdonar Y Liberar - Crecimiento personal-espiritual

El perdón es algo curioso; "calienta el corazón y enfría la picadura”.
Todos hemos leído un millón de artículos sobre el perdón y escuchado mil charlas sobre el tema. Pero, casi siempre, es muy difícil de llevar a cabo. El perdón no es fácil para la mayoría de nosotros.
Cada vez que alguien nos lastima, quedamos con un sentimiento, siendo verdaderamente heridos, de ira y venganza. Nos es muy difícil pasar por alto la herida que alguien nos ha infligido. Pero el perdón no es olvidar, es simplemente abandonar la herida. No es algo que damos a otros sino a nosotros mismos.
La herida y el dolor que alguien nos causa, pueden ser parte de nuestra vida, pero el perdón nos ayuda a liberarnos para que podamos seguir adelante.
Y en cuanto a quién perdonar, comencemos con un amigo que nos ha lastimado mucho, o el extraño que nos pisó el callo en un autobús, y luego a todos aquellos entre estos dos extremos.
Perdonarnos a nosotros mismos es también importante. Y perdonémonos rápido ya que cuanto más tiempo empleemos, cuanto más lo pensemos, menos preparados podremos estar para hacerlo. Así que, hagámoslo tan pronto como podamos porque aunque no cambie el pasado, cambiará nuestro futuro.
Y recordemos: “No perdonar es como ingerir raticida y esperar que la rata muera”.

El Poder de la Conciencia - Reflexiones

La conciencia es sin duda, una “virtud extremadamente importante”. Nos permite tomar decisiones responsables a lo largo de la vida.
Guía e influye en cada esfuerzo de forma práctica, usando la lógica y la perspicacia con prudencia..
La conciencia alerta de la necesidad de una persona de tener que pasar por diversas experiencias, que pueden ser cruciales o perjudiciales con implicaciones posteriores, y complementa la estructura completa de cada esfuerzo de manera competente, al otorgar al individuo un conocimiento pleno y la ventaja por adelantado, por lo tanto orquestando constructivamente el ritmo de la vida de manera meritoria.
La conciencia extiende la riqueza que la vida nos ofrece a cada uno de nosotros, de manera consistente y en todo momento.
Teniendo conciencia, podemos hacer uso estratégicamente, de los recursos con los que hemos sido dotados cada uno de nosotros, de manera privilegiada. Aunque pueda parecer sencilla de tener, es en realidad un don que da la fe, de que cada uno de nosotros posee maravillosas virtudes con las que hemos sido dotados.

Tu Verdadera Identidad Personal - Crecimiento personal-espiritual

“No se interesen tanto por la belleza externa: los peinados extravagantes, las joyas costosas o la ropa elegante. En cambio, vístanse con la belleza interior, la que no se desvanece, la belleza de un espíritu tierno y sereno, que es tan precioso a los ojos de Dios.” 1 Pedro 3.3-4
La palabra griega “Cosmos” es utilizada 187 veces en el Nuevo Testamento. La palabra puede ser definida como tierra, universo, mundo, humanidad, arreglo armonioso, orden, adorno. Es el orden creado de las cosas, el orden que Dios puso en el universo cuando lo creó. 186 veces la palabra “Cosmos” es traducida como “mundo” en la traducción Reina Valera. 1 vez es traducida como “adorno” y esa es precisamente en el versículo mencionado.
A través del orden y el diseño, aprendemos a reconocer las cosas. Este es el caso de nuestros sentidos. El maquillaje de todo es puesto de tal manera que siempre es reconocido como eso. Pero cuando pruebas algo nuevo, estás empezando un nuevo patrón u orden. Cuando escuchas un idioma nuevo, se te presenta por primera vez a un nuevo orden de sonidos.
Cuando conoces a una persona nueva, se te presenta un nuevo orden de imagen, habla, personalidad, etc. Pero cuando pruebas, ves, escuchas o tocas algo reconocible, eso es una combinación de patrones que realmente reconoces.
Podría decirse que cada uno de nosotros tenemos nuestro propio orden, o en cierto sentido, somos nuestro propio mundo. Es este orden o arreglo de las cosas lo que nos hace individuos reconocibles. En cierto sentido, la gente conoce nuestro arreglo cuando nos conocen realmente, incluso nuestra alma.
En el versículo mencionado, las mujeres son animadas a ser conocidas por los arreglos correctos. Nosotros, como personas, tenemos la tendencia de componer las cosas externas para vernos bien. Queremos que la gente nos conozca por este arreglo placentero, por ejemplo, tú sabes decir lo correcto, vestirte con lo correcto, oler correctamente, vivir en el lugar adecuado... Pero en realidad es el arreglo interno de quienes somos lo que nos hace, pues, a nosotros mismos. Es nuestra Verdadera Identidad.