“.. Dios es Luz, y no hay ningunas tinieblas en El…” 1 Juan 1:5
El deseo de Dios es trasladarnos del reino de las tinieblas al reino de la luz.
El conflicto está entre la luz y las tinieblas. Como dice el Apóstol Juan: “En Él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella“. Juan 1:4, 5
La oscuridad se vuelve insustancial frente a la luz. No tengo que gritarle a la oscuridad para que se vaya cada vez que enciendo una lámpara de mi casa. En el momento que se manifiesta instantáneamente la luz, las tinieblas automáticamente desaparecen.

Existen varios velos que necesitan ser revelados a través de la luz de Cristo:
El velo de la falta de revelación. 2 Corintios 4:4 en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios. 2 Corintios 4:5 Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor, y a nosotros como vuestros siervos por amor de Jesús. 2 Corintios 4:6 Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo.
Las personas que no reciben a Cristo, no lo hacen porque no quieren, sino porque no pueden. Tienen un velo de ceguera que impide que la luz del evangelio les resplandezca.
También este velo impide que la palabra escuchada sea revelada en sus corazones, solo queda en sus mentes y a veces ni eso.
También este velo impide que la palabra escuchada sea revelada en sus corazones, solo queda en sus mentes y a veces ni eso.