lunes, 26 de diciembre de 2016

Hambre y sed de justicia

No podemos convertirnos en personas justas salvo como resultado de la intervención divina.
El sermón del monte
Viendo la multitud, subió al monte y se sentó. Se le acercaron sus discípulos, y él, abriendo su boca, les enseñaba diciendo:

Las bienaventuranzas

«Bienaventurados los pobres en espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados los que lloran,
porque recibirán consolación.
Bienaventurados los mansos,
porque recibirán la tierra por heredad.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia,
porque serán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos,
porque alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los de limpio corazón,
porque verán a Dios.
Bienaventurados los pacificadores,
porque serán llamados hijos de Dios.
10 Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia,
porque de ellos es el reino de los cielos.
11 Bienaventurados seréis cuando por mi causa os insulten, os persigan y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo.
12 »Gozaos y alegraos, porque vuestra recompensa es grande en los cielos, pues así persiguieron a los profetas que vivieron antes de vosotros. Mateo 5:1-12.
Resultado de imagen de hambre y sed de justicia bibliaPosiblemente usted se dará cuenta, al reflexionar sobre las bienaventuranzas, que es imposible para nosotros transitar por este camino sin el obrar de Dios en nuestras vidas. Simplemente no estamos capacitados para esta experiencia, porque es absolutamente contraria a nuestra herencia pecaminosa. Seguramente entendemos mejor por qué no es posible, por nosotros mismos, tomar las bienaventuranzas como una serie de requisitos para llegar a Dios. Jesús está describiendo, para sus oyentes, las características que tiene un genuino accionar del Espíritu en las personas. Los ciudadanos del Reino, verdaderamente no comparten nada en común con los ciudadanos de este mundo.
El proceso de quebranto, con el cual repudiamos la manera en que hemos estado viviendo hasta este momento, bien podríamos emplearlo para que nosotros mismos decidamos producir un cambio en nuestras vidas, no importa cuál sea el coste ni el camino a recorrer. He aquí el verdadero peligro que lleva esta revelación: creer que es suficiente con el arrepentimiento, que nos da la licencia para iniciar la transformación de nuestros propios corazones. Al comprender el punto en el que hemos fallado, hacemos votos para que no vuelva a suceder y ponemos toda nuestra energía en producir el cambio que juzgamos necesario, para no deslizarnos hacia nuestro estado anterior.

Pero las bienaventuranzas revelan el camino de la acción soberana de Dios.

Una casa sobre la roca

Resultado de imagen de Una casa sobre la rocaLeyendo Job 31:24 al 34. ¿Qué aprendemos acerca de Job aquí?
No es extraño que Dios dijera lo que dijo acerca de la vida y el carácter de Job. Este fue un hombre que claramente vivía por y para su fe, un hombre cuyas obras revelaban la realidad de su relación con Dios. Por supuesto, esto hacía que su queja fuera aún más amarga: “¿Por qué me sucede esto a mí?” Y, por supuesto, hacía que los argumentos de sus amigos fueran tan vanos y huecos como lo fueron. 

Pero, hay un mensaje más profundo e importante que podemos descubrir de la realidad de la vida fiel y obediente de Job. Veamos la vida que vivió; lo estrechamente que estaba vinculada a Dios, y la manera en que reaccionó ante las tragedias que le ocurrieron. No fue por azar, o por suerte, o solo por el poder de su voluntad que Job rehusó cumplir la sugerencia de su esposa: “Maldice a Dios, y muérete” (Job 2:9). No, sino que a causa de todos sus años de fidelidad y obediencia, éstos le dieron la fe y el carácter que lo capacitó para confiar en Dios, a pesar de lo que le sucediera.

Una historia real

Aunque mi padre y mi madre me dejaran, con todo, el Señor me recogerá (Salmo 27:10).
Un bebé con solo unas horas de vida fue dejado en un pesebre de Navidad afuera de una iglesia de Nueva York. La madre, joven y desesperada, lo había envuelto para protegerlo del frío y lo dejó donde pudieran verlo. Quizá nos sintamos tentados a juzgarla, pero deberíamos, en cambio, dar gracias de que el niño tiene ahora la posibilidad de vivir.
Siendo adoptados, suele suceder que no tengamos ni idea de qué circunstancias rodearon nuestro nacimiento, pero nunca nos debemos sentir abandonados. Eso sí, lo único que sabemos es que tenemos dos madres que querrían que tuviéramos una oportunidad en la vida. Una nos dio la vida y la otra invirtió su vida en nosotros.

En Éxodo, leemos sobre una madre amorosa en una situación desesperante. Faraón había ordenado asesinar a todos los bebés varones judíos que nacieran (1:22). Entonces, la madre de Moisés lo escondió tanto como pudo. A los tres meses lo puso en una cesta impermeable en el río Nilo. Si su plan era que una princesa lo rescatara, que creciera en el palacio de Faraón y que, al final, liberara a su pueblo de la esclavitud, funcionó a la perfección.
Cuando una madre desesperada le da una oportunidad a su hijo, Dios puede aprovechar la situación. Él está habituado a hacerlo, y de las formas más creativas imaginables.

Señor, danos medios para ayudar a los desesperados y solitarios.
Comparte el amor de Cristo.

Disfrutar del amor de Dios

La Biblia dice muchas veces que Dios nos ama. Pero, ¿cuántos hijos de Dios siguen perdiéndose esta revelación del amor de Dios? La verdad es que muy pocos del pueblo de Dios conocen realmente cuánto los ama Dios. Si lo supieran, actuarían de modo diferente.
Muchos años atrás, me preocupé en estudiar cómo la gente podría aprender a percibir y recibir el amor de Dios, y comprendí que ésa era también una desesperada necesidad que yo misma tenía. El Señor me guió en mi estudio a 1 Juan 4:16, versículo en el que hace hincapié en la importancia de ser consciente de su amor. En él da a significar que el amor de Dios debe ser algo de lo que seamos plenamente conscientes. Pero ¿cómo podemos lograr este nivel de consciencia?
Estudié este tema durante largo tiempo, y llegué a ser consciente del amor de Dios por mí, pensando en su amor y confesándolo en voz alta. Memoricé escrituras sobre el amor de Dios, medité en ellas y las confesé con mi boca. Hice eso durante meses y meses, y a lo largo del tiempo, la revelación de su amor incondicional por mí se me fue haciendo cada vez más real.
Ahora su amor es muy real para mí, tanto que hasta en los tiempos difíciles soy confortada por el "conocimiento consciente" de que Él me ama y que ya no debo vivir con miedo. Esto también puede sucederle a usted.