miércoles, 5 de noviembre de 2014

Porque Dios lo dijo

Inline image 1El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo. 1 Juan 5:10
Amados, si nuestro corazón no nos reprende, confianza tenemos en Dios. 1 Juan 3:21
"Nací en una familia cristiana; cuando era niño, durante mucho tiempo, pensé que estaba perdido. Por el día no pensaba en ello, pero al llegar la noche, cuando me acostaba, sentía miedo y pensaba: Si muero esta noche, o si el Señor viene a buscar a los creyentes, ¿estaré perdido por la eternidad? Conocía a Dios, le confesaba mis pecados y oraba para que me los perdonase, pero nunca estaba seguro de que me hubiese perdonado. Una noche, a mis 17 años de edad, muy desanimado pensé: orar no me sirve de nada. Hace muchos años que le he pedido a Dios que me salve y no se ha producido ningún cambio.

La Última Transición - Crecimiento personal-espiritual

“La vida en la tierra es solo el vestido de ensayo antes de la producción real. Usted gastará más tiempo al otro lado de su muerte, la eternidad, que lo que aquí vivirá”. 
Mi imaginación comenzó a trabajar esa mañana después de leer Mateo 25:23: “Su Señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré.  Entra en el gozo de tu Señor”.
Al terminar de leer ese pasaje, medité en él y fue entonces cuando mi imaginación se hizo real en ese día. Me vi llegando a las puertas del cielo el día que el Señor decidió mi última transición. Me imaginé una multitud de familiares, conocidos, amigos, y también desconocidos que luego sabría que fueron personas que llegaron al Señor, a través del ministerio que me confirió Dios.  Imaginé sus sonrisas, aplausos, alegría, júbilo.  Pensé en como sería ese recibimiento. De pronto imaginé un violento silencio,... nadie más habló y la multitud de amigos, familiares, conocidos y desconocidos hicieron una especie de calle, situados ellos a los lados. Extendí mi cuello para ver qué había al final de esa calle humana. Miré, y tembló mi cuerpo, se estremeció mi alma, vibró mi espíritu. Lo vi, lo contemplé a Él.
El maestro, vestido de blanco y extendiendo su mano, hacía señas para que me acercara. Me vi caminando tímidamente, mis pies temblaban cuando le escuché decir esas palabras: “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré. Entra en el gozo de tu Señor”.
Ese día, con lágrimas corriendo por mis mejillas, pensé en lo que sería mi última transición. He tenido muchas transiciones en la vida, pero sé que ninguna sería como esa porque me transportaría de un nivel meramente terrenal, al nivel de lo realmente, celestial... espiritual.
“No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me voy y os preparo lugar, vendré otra vez y os tomaré a mí mismo, para que donde yo esté, vosotros también estéis”. Juan 14:1-3.
Las turbaciones de ahora, el dolor de las transiciones terrenales, son pasajeras si las comparamos con la gran preparación que el Maestro hace por nosotros para lo que será esa última Transición. ¿Acaso no serán las transiciones de esta vida un ensayo, una preparación y educación para cuando suceda esa última?
En las catacumbas es normal encontrar inscripciones en las tumbas, como estas: “En Cristo, Alexander no está muerto, sino que vive”. “ Aquí yace uno que vive con Dios”. “Él fue llevado a su hogar eterno”.
En esta tierra solemos aferramos a cosas, lugares y personas como si toda nuestra vida estuviera confeccionada para estar aquí. Causa tristeza porque aquí nuestros límites son escasos, y en cambio, es grande, sublime y trascendente si el Cielo es el límite”. Seguimos llorando por una relación rota, nos estresamos ante una quiebra económica y nos resistimos a ser cambiados de empleo, lugar o ministerio como si nuestras raíces estuvieran bien plantadas en la tierra. ¡Qué bajo tenemos nuestro horizonte de miras, y cuánto peleamos por mantener nuestros límites! ¿No será muy mezquino por nuestra parte, vivir en el patio trasero de nuestra existencia cuando podemos subir al techo para contemplar las estrellas?

Tiempo de calidad - Reflexiones

¡Ocupado, muy ocupado! Ya ha pasado mucho tiempo desde la puesta del sol y aún hay tanto por hacer.... Trabajo, familia, iglesia y muchas cosas más, parecen demandar horas, que Dios nunca colocó en el día.  Aun así, nosotros los cristianos, pensamos que de alguna forma, todos estos trabajos serán del agrado de nuestro Padre celestial.  Después de todo, la fe sin obras es muerta. ¿Cierto?
Al caer por fin sobre nuestras camas en la noche, ¿podemos decir que realmente, hemos pasado algún tiempo con el Padre, y que con todos nuestros esfuerzos intentamos complacerle?
En su libro Unto the Hill (Hacia los montes), Billy Graham, relata la historia de una pequeña niña y su padre, que eran grandes amigos y disfrutaban el tiempo que pasaban juntos. Salían a caminar y compartían la pasión de observar pajaritos, mientras se deleitaban con el cambio de estaciones y con la experiencia de conocer nuevas personas que se cruzaban en el camino.
Un día, el padre notó un cambio en su hija. Si él salía a caminar, ella se excusaba para no ir. Reconociendo que la chica estaba creciendo, él supuso que era de esperarse que ella perdiera interés en su padre al ir conociendo nuevos amigos. No obstante, su ausencia le afligió en gran medida.
Debido a ello, él no se encontraba muy animado durante su propio cumpleaños. Ella le obsequió un par de sandalias exquisitas elaboradas por ella misma, para que diera sus caminatas fuera de casa.
Después de darle las gracias, le dijo: Querida mía, me gustan mucho las sandalias, pero en la próxima ocasión cómpralas, y permíteme compartir contigo todos los días. Prefiero tener a mi hija, que cualquier cosa que ella haga para mí.
¿Será posible que nuestro Padre celestial a veces se sienta solo por la falta de compañía de sus hijos? ¿Estamos tan ocupados haciendo lo bueno, que olvidamos, o estamos demasiados agotados para dedicar un tiempo a solas con Él en todo el día?
Al ponerse el sol, sal a caminar con tu Padre celestial. Dedica un tiempo de calidad a hablar con Él sobre cualquier cosa. No excluyas ningún aspecto en esa comunicación.  ¡Experimentarás dicha, y Él también!

El Ministerio Del Pastor: Fortalecer a Las Ovejas En Debilidad

La escritura revela el corazón del Padre Celestial por los débiles. Él tiene, y manda tener, un cuidado especial para aquellos que son pobres, enfermos, viudas, o angustiados. De hecho, el libro de Santiago dice que la definición de la religión pura y sin mácula, comienza con la visita a los huérfanos y a las viudas en sus aflicciones. La preocupación de Dios por los débiles, se ve revelada en las Escrituras. Esto se refleja en las instrucciones dadas a los pastores en Ezequiel 34.
Tal vez, este aspecto de la atención a los débiles no sea la tarea más obvia a la que nuestra mente nos llevaría a considerar, dentro de las responsabilidades del pastor. Sin embargo, es significativo que inmediatamente después del tema de alimentar a las ovejas, la atención del Señor se centre en el fortalecimiento de las más débiles.
Por desgracia, con demasiada frecuencia, los pastores pasan una cantidad excesiva de tiempo acariciando a la oveja fuerte en lugar de fortalecer a los débiles. Pero la Biblia nos recuerda que las ovejas son propensas a debilidades. Considere como ejemplo los deportes. Los equipos con nombres de animales siempre se nombran como los fuertes. Por ejemplo, tenemos tigres, osos, carneros, potros, etc. Lo que no se ve en esa lista son ovejas. Las ovejas no asustan ni intimidan a nadie. Tienden a ser indefensas, lentas, poco inteligentes, y propensas a las enfermedades.
De hecho, debido a la debilidad de las ovejas, el Señor castiga a los pastores. Lo vemos en Ezequiel 34: 4, por no fortalecerlas. Los pastores son responsables de estar siempre alerta ante los signos que indican que una oveja está en problemas. Cualquier cosa mejor que ésta, se convierte en nada más que “pura y digna hipocresía”. No podemos estar excesivamente preocupados con los asuntos de nuestra propia elección, mientras que las ovejas languidecen debilitadas y sin fuerzas.
Curiosamente, hay nueve palabras hebreas diferentes para definir “débil” en el Antiguo Testamento. Las debilidades en la Escritura pueden ser emocionales, como en Isaías 35:3, o Hebreos 12:12, donde las personas son débiles y temerosas a causa de una pérdida de esperanza; intelectuales, como en Job 4:3, donde Elifaz dice que Job necesita tomar de su propia medicina porque antes él “fortaleció las manos débiles” con su enseñanza; físicas, como en Nehemías 6: 9, donde las personas se describen como “debilitados en el trabajo”, o espirituales, como el salmista se ve a sí mismo en el Salmo. 6:2.

EL Líder Navegante - Liderazgo

El Liderazgo naval supone una invitación a subirse a bordo de su propio barco y levantar las velas, para iniciar la maravillosa aventura por los grandes océanos de la vida.
Muchas personas se detienen en este constante navegar de la vida, abatidas por el cansancio de tantos y tantos naufragios. Esto es lo que se conoce como “fracaso”. La palabra “fracaso” proviene del italiano antiguo “fracasare”, que era aquel suceso en el que el barco comenzaba a hundirse, debido a que su casco (parte inferior de la nave), había sido quebrado por las enormes rocas que estaban ocultas bajo el mar, por donde transitaba.
El Líder aprende a navegar después de naufragar muchas veces en los mares de la impotencia, de la decepción, del fracaso. Estos tempestuosos mares son los puntos trascendentes en los que nace la “Oportunidad”. La palabra “Oportunidad” deriva del latín “Opportunitas”, compuesta por “Op”, que significa “Antes”, y “Portus”, que se traduce como “Puerto”, es decir: “Antes del Puerto”.
El Líder es Usted o cada uno de nosotros, cuando decidimos tomar estas oportunidades que se encuentran en medio de los mares de la vida, de lograr todas las metas que nos proponemos. Es aquella persona que define la “suerte” como el punto de unión entre la oportunidad y la preparación. Después de tanto navegar y naufragar, en definitiva de sufrir, se llega finalmente a “buen puerto”. 
La sal de la vida se encuentra en estos océanos que están llenos de “grandes olas”. Este es el genuino significado de “Abundancia” (del latín “Ab”, superior, agrandar; y “Unda”, ola).
Como líderes o capitanes del barco, tenemos el grandioso desafío de conquistar los siete mares de la vida: La Espiritualidad, las Relaciones, la Salud, el Trabajo o Profesión, el Patrimonio o las Finanzas, el Ocio Creativo o Recreación y el Legado o Propósito Superior.