jueves, 21 de septiembre de 2017

¿Por qué sufre Israel?

Muchos nos preguntamos, si Israel es el pueblo escogido por Dios, ¿por qué los judíos han sufrido y sufren tanto?
israel, historia, bosquejoLa Biblia dice que Dios confirmó su pacto con el padre de la nación judía, o sea, Abraham, por haber agradado a Dios con su fe. El haber escogido a la nación de Israel no era por los méritos de la nación, sino por el cumplimiento de una promesa que hizo al padre de ese pueblo. Abraham había obe­decido los mandatos de su Dios, y con su fe había pasado las pruebas que Dios le había enviado; por eso Dios hizo un pacto inquebrantable con él, que por la naturaleza misma de Dios no podía revocar. Ahora, a través de la historia de esa nación, nos damos cuenta de que en muchas ocasiones ellos daban la espalda a los consejeros de Dios y, por tanto, a los consejos de Dios y a sus mandamientos. En esas ocasiones Dios tenía que castigar a la nación para que ellos reconocieran la necesidad de Jehová, Dios de los ejér­citos.
La Biblia enseña que la disciplina es parte de la expresión del amor de Dios hacia nosotros. En Hebreos capítulo 12:5-8 leemos estas palabras: “Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, ni desmayes cuando eres reprendido por él; porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo. Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? Pero si os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos.” Con estos versículos vemos que la dis­ciplina es necesaria en la vida del cristiano. También podemos ver que es necesaria en la vida de una na­ción como Israel. Si los judíos han sufrido tanto es precisamente por obra de Dios, para que ellos reaccio­nen, para que reconozcan su necesidad de Dios y se vuelvan a Él. Los sufrimientos de la nación han sido por su desobediencia; pero Dios, en su gran amor, ha permitido que estas pruebas vengan para que ellos acudan a Dios y reconozcan en Él ese poder superior que los puede guiar a la felicidad y prosperidad como na­ción.
En estos últimos años hemos visto que Dios ha favorecido a la nación nuevamente, posiblemente para que se cumplan las profecías con relación a los últimos días; creemos que estamos viendo en estos días el cumplimiento de las profecías, tanto judaicas como también de nuestro Señor Jesucristo; en los próximos años veremos el cumplimiento exacto de todas las profecías escritas en la Biblia.

El Valor de la Humildad

Lucas 7.10-11 “Más bien, cuando te inviten, siéntate en el último lugar, para que cuando venga el que te invitó, te diga "amigo pasa más adelante a un lugar mejor". Así recibirás honor en presencia de todos los demás invitados. Todo el que a sí mismo se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido”.
La humildad es considerada una virtud que consiste en reconocer las propias limitaciones y debilidades y actuar de acuerdo a tal conocimiento. Podemos decir que la humildad es la ausencia de soberbia. De acuerdo a esta definición, tenemos que la humildad cristiana es un grado de moralidad en la que el hombre reconoce que por sí mismo no tiene nada, sino que depende de Dios en su totalidad; que es un ser débil e insignificante ante la perfección y misericordia de Dios. Ahora bien, ser humilde no significa andar en harapos; es decir, con ropas viejas o sucias, causando lástima, mendigando, ser tímido, indeciso, opacado, que se sienta menos que los demás. Tampoco significa aquel que le placería, sin pretenderlo, ser admirado y reconocido por sus cualidades o sus logros obtenidos en la vida.
Eso sí, una persona verdaderamente humilde no entra en competencia con nadie, no es celoso de las virtudes o cualidades de otros, no siente envidia, no entra en contiendas ni se presta a murmuraciones. Una persona realmente humilde no busca el lucimiento personal delante de otros, como tampoco busca alcanzar reconocimientos o perseguir, como objetivo principal, algún puesto dentro de una empresa, gobierno o iglesia, u obtener alguna posición privilegiada o aumentar su prestigio, etc. ¡Cuidado!, una forma falsa de humildad nos lleva a la hipocresía, con el fin de purificar los errores y engaños o auto-engaños.

La base de la Iglesia

«La justicia morará en el desierto, y en el campo fértil habitará la rectitud. El producto de la justicia será la paz; tranquilidad y seguridad perpetuas serán su fruto. Mi pueblo habitará en un lugar de paz, en moradas seguras, en serenos lugares de reposo».Isaías 32: 16-18, XVI
Imagen relacionadaPor sus frutos los conoceréis (Mateo 7: 16). 
El ornamento interior de un cristiano manso y humilde es de un valor incalculable. En la vida del verdadero creyente el adorno exterior está en armonía con la paz y la santidad interiores. De manera que la Iglesia se fundamentará en la virtud de sus miembros. El pueblo de Dios ha de mostrar una fe constante e inconmovible. La Biblia es su norma. Ricas corrientes de gracia celestial los iluminarán, y ellos a su vez las impartirán a otros. La verdad ha de proclamarse con toda su fuerza. Los que hacen fielmente esa obra y guardan los mandamientos de Dios, serán considerados colaboradores de Dios. El efecto de la justicia será la paz y la labor de la justicia, reposo y seguridad para siempre» (Isaías 32: 17). Desde el principio hasta el final de la historia de la Iglesia, Cristo significará para ella todo lo que esas palabras expresan, si ésta presta atención a la invitación: «Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso. Carguen con mi yugo y aprendan de mí, pues yo soy apacible y humilde de corazón, y encontrarán descanso para su alma. Porque mi yugo es suave y mi carga es liviana» (Mateo 11: 28-30, NVI).
Jesús es para su pueblo vida y fortaleza, eficiencia y poder, sabiduría y santidad. Si nos sometemos a los requerimientos de Dios, llegamos a imbuirnos de su amor y llenarnos de su plenitud, los niños, los jóvenes y los nuevos creyentes nos observarán para formarse un concepto de lo que es la piedad práctica; así podremos ser instrumentos para guiarlos en la senda de la obediencia a Dios.