sábado, 14 de abril de 2012

Ley universal de la siembra y la cosecha- Crecimiento Personal


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Saber dar, saber sembrar, es algo que traerá frutos constantes en tu vida, en todas las áreas.
Esta ley es asombrosa porque funciona en todos los ámbitos de la vida, ya sean cosas espirituales, emocionales, sociales, familiares, laborales, etc. Dios estableció que todo lo que el hombre siembra, eso mismo cosechará. Nadie puede cosechar lo que no sembró.
Si una maestra de escuela se comportó con su clase de forma dura, incomprensible, exigente, malhumorada e injusta ¿como puede pretender que sus alumnos la quieran y la recuerden bien?, muchas veces queremos cosechar donde no sembramos nada o lo que sembramos fue muy escaso o errado. Tener en cuenta esta ley en nuestra vida nos hará sabios, a veces no nos damos cuenta que estamos sembrando, ya sean cosas buenas o malas, pero debemos estar concientes que en todo momento estamos sembrando. Las relaciones familiares son un ejemplo claro de siembra y cosecha, por ejemplo de padres a hijos o esposos a esposas.
Si con nuestros hijos somos críticos, exigentes y perfeccionistas produciremos una relación tensa, aunque el amor puede permanecer inalterable la relación se desgasta, y hace que los hijos quieran huir de sus padres, es mejor sembrar comprensión, perdón, tolerancia sabiendo corregir sólo cuando sea necesario. A veces los hombres quieren cosechar en sus mujeres lo que no sembraron, le son indiferentes, no las escuchan, no le dedican tiempo, pero pretenden que ellas estén siempre preparadas, listas y sonrientes para atender todas sus necesidades.
Si no estás recibiendo cosas buenas, es mejor que pienses todo lo que has sembrado. ¿Qué pasaría si tienes un amigo que en distintas ocasiones te regala cosas valiosas y siempre se acuerda de vos? Seguramente con ese amigo no podrás ser tan desagradecido y olvidarte de regalarle algo, y mejor que no sea una baratija. Todo es siembra y cosecha. Mejor es dar que recibir.
“En todo os he enseñado que, trabajando así, se debe ayudar a los necesitados, y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: Más bienaventurado es dar que recibir” Hechos 20:35
Dar es una llave poderosa.
Saber dar, saber sembrar, es algo que traerá frutos constantes en tu vida, en todas las áreas. Un empleado que por años trabajó fielmente para su empresa, siendo responsable y leal, tarde o temprano será reconocido y ascendido. En el ámbito de los negocios he descubierto que las mejores empresas son las que dan siempre un extra a sus clientes, el mejor servicio, cordialidad, calidad y más de lo que esperan, esto hace, como consecuencia, que esa empresa prospere porque no se dedica a estafar o mentir, sino a dar lo mejor; y todo eso vuelve. Alguien que no podía prosperar me dijo penosamente: “Tendría que estar cosechando, pero no sembré nada en años anteriores y no tengo nada que cosechar”. Cuando en todo lo que emprendas dediques tiempo, empeño y cuides detalladamente de tu emprendimiento, seguramente tendrás una buena cosecha al poco tiempo. Personas que por años no han trabajado, no se han esforzado ni dedicado a nada con empeño, después no entienden por qué no hay nada que cosechar.
Romper el egoísmo
El egoísta piensa que si da, pierde, pero es al revés, si da, gana. El egoísta entiende que tiene que retener y guardar todo, pero al dar siempre nos llevaremos el corazón lleno de alegría. Hay cosas que no tienen precio. Si te dedicaste a ayudar cuando otros lo necesitaron, seguramente estarán allí para ayudarte. No podemos ser indiferentes a quienes sembraron en nosotros.
Ayudar cuando alguien lo necesita es servir a Dios.
“Servir al pobre es hacerle un préstamo al Señor; Dios pagará esas buenas acciones. Proverbios 19:17 (NVI)
“Pero el generoso pensará generosidades, y por generosidades será exaltado”. Isaías 32:8
Cuando nos vaciamos estamos listos para ser llenos de nuevo. Si retenemos todo corremos el riesgo de que las cosas se pudran y se pierdan. Dar es abrir la puerta a un fluir, toda agua estancada corre riesgo de pudrirse, pero las aguas que fluyen, que reciben y dan entre ríos y el mar siempre mantienen vida.
Una advertencia
“Muchos buscan el favor del generoso, Y cada uno es amigo del hombre que da”. Proverbios 19:6
Ser generoso puede acarrear un riesgo que es atraer a los abusadores y vividores. Dar no significa dejarse aprovechar por los oportunistas, si das, da con sabiduría. Dios te guiará a dar siempre en el momento y lugar preciso. Quienes quieren abusar dando lástima para sacarte algo, están produciendo que nadie les quiera dar. Porque uno recibe por caer en gracia con las personas, uno recibe porque Dios te da esa gracia, pero no se recibe por manipular con lástima.
Dios recompensa la siembra.
“La dádiva del hombre le ensancha el camino Y le lleva delante de los grandes”. Proverbios 18:16
Siembra, siembra y siembra, los hombres te recompensaran y Dios nunca te fallará. Aprende a sembrar de todo, un abrazo, escuchar, ofrecer tu tiempo, una palabra de ánimo, un regalo especial, una llamada para saludar a alguien, tus conocimientos, tu dinero, tu ayuda, etc. Debe ser nuestro estilo de vida, si damos a Dios que no lo vemos y creemos en fe, también daremos a los hombres. Dar a Dios te exaltará, dar para que su obra te llene de paz, salud y prosperidad.
“Honra a Jehová con tus bienes, Y con las primicias de todos tus frutos; Y serán llenos tus graneros con abundancia, Y tus lagares rebosarán de mosto”. Prov. 3:9-10.
En el reino de Dios hay registros minuciosos y ordenados de todos nuestros buenos actos. Si serviste a Dios con alegría y dedicación por años, tu recompensa vendrá sin duda.

Hoy… El Señor produce en mí una conversión misericordiosa+vídeo


De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí, son hechas nuevas. — 2 Corintios 5:17
El arrepentimiento esencialmente es un proceso de conversión que intercambia una realidad por otra y convierte una cosa en otra. Cuando viajas a un país lejano, tu primera actividad en el orden del día, después de haber recogido tu equipaje del carrusel, es convertir tu dinero a la moneda de la nación en la que estás. En caso contrario, tu dinero no vale, no es aceptado.
El proceso de intercambio es bastante simple: pon en el mostrador tanto dinero como quieras convertir a la otra moneda y el cajero te lo repondrá con francos suizos, coronas suecas y así por el estilo. No queda convertida ninguna cantidad de dinero que dejes en tu cartera.
Dios no dice: “¡Cambia! y después te puedes arrepentir legítimamente.” No. Él dice: “Arrepiéntete. Después podrás cambiar.” Los caminos y los pensamientos de Dios no son como los nuestros; nuestros mundos operan bajo dos gobiernos y economías completamente ajenos. El dinero terrenal no nos llevará a ninguna parte en el reino de Dios. Mediante el arrepentimiento, tomamos la moneda (vieja) del mundo: malos pensamientos, sentimientos, deseos y acciones; y los intercambiamos por la moneda del reino, de la misma manera que convertimos dólares a florines holandeses. 
El arrepentimiento convierte nuestro pecado; intercambia nuestras obras injustas por la justicia que se encuentra en la “más que abundante” provisión de Jesús. El Señor está maravillosamente dispuesto a realizar ese intercambio. Espera con entusiasmo que le llevemos un mal pensamiento para que podamos observar cómo lo convierte en un pensamiento correcto (el Suyo).
Sin conversión, un intercambio de una moneda a otra, nuestros pensamientos y caminos no podrán concordar con los Suyos. Nuestras iniquidades son como trapos de inmundicia, pero el Señor en Su amor clemente intercambia nuestros trapos por vestidos como de novia adornada con  sus joyas.
El quita nuestros pecados y nos viste con “ropas de gala.”  Por supuesto, la conversión suprema y eterna de nuestra vida sucede cuando aceptamos la expiación del sacrificio de Jesús por nuestros pecados. No es que los pecados por los que no nos hemos arrepentido obstruyan Su perdón y permanezcan como un borrón en nuestros registros.
Es importante ver el paralelo entre el arrepentimiento continuo en tu vida diaria y la conversión de una-vez-por- todas que experimentaste la primera vez que Jesús vino a tu vida. Esa conversión eterna te transformó en una persona nueva, completamente libre del poder y las consecuencias del pecado.  Mientras tanto el arrepentimiento contínuo acelera el proceso del cambio aquí en la tierra. El arrepentimiento es como un comienzo prometedor sobre el gran cambio que te ocurrirá cuando tu vida terrenal se acabe.
Hoy, sé que el Señor producirá en MI una Conversión Misericordiosa.
Señor, gracias por salvarme, rescatarme, redimirme y limpiarme. Me humillo ante ti y espero completamente en tu amor y misericordia. Amén.

Mejores amigos- Crecimiento Personal-Dos Mejores Amigos


Mejores Amigos
Un hombre, su caballo y su perro, caminaban por un sendero. Al pasar cerca de un árbol gigantesco, cayó un rayo, y los tres murieron fulminados. Pero el hombre no se dio cuenta de que ya había dejado este mundo, y siguió caminando con sus dos animales (a veces a los muertos les lleva un tiempo ser conscientes de su nueva condición)
La caminata se hacía muy larga, colina arriba, el sol era de justicia, y todos terminaron sudados y sedientos. Necesitaban desesperadamente agua. En una curva del camino, avistaron una puerta magnífica, toda de mármol, que conducía a una plaza adoquinada con bloques de oro, en cuyo centro había una fuente de donde manaba un agua cristalina.
El caminante se dirigió al hombre que guardaba la entrada: – Buenos días. ¿Qué lugar es éste, tan bonito? – Esto es el cielo. – Pues qué bien que hemos llegado al cielo, porque nos estamos muriendo de sed. – Usted puede entrar y beber toda el agua que quiera. – Mi caballo y mi perro también tienen sed. – Lo siento mucho, pero aquí no se permite la entrada de animales.
Al hombre aquello le disgustó mucho, porque su sed era grande, pero no estaba dispuesto a beber él solo; dio las gracias y siguió adelante. Tras mucho caminar, ya exhaustos, llegaron a una finca que tenía por entrada una vieja portezuela que conducía a un camino de tierra, bordeado por árboles en sus dos orillas. A la sombra de uno de los árboles, había un hombre tumbado, con la cabeza cubierta con un sombrero, posiblemente durmiendo.
-Buenos días – dijo el caminante.-Tenemos mucha sed, mi perro, mi caballo y yo.
-Hay una fuente en aquellas piedras – dijo el hombre señalando el lugar -. Pueden beber cuanto les plazca.
El hombre, el caballo y el perro fueron a la fuente y mataron su sed. A continuación, regresó para dar las gracias.
-A propósito, ¿cómo se llama este lugar?
-Cielo.
-¿Cielo? ¡Pero si el guarda de la puerta de mármol dijo que el cielo era allá!
-Eso no es el cielo, es el infierno. El caminante se quedó perplejo.
-¡Pero ustedes deberían evitar eso! ¡Esa falsa información debe causar grandes trastornos!
El hombre sonrió: -De ninguna manera. En realidad, ellos nos hacen un gran favor. Porque allí se quedan todos los que son capaces de abandonar a los mejores amigos…

Queda poco por decir al leer este extracto del libro de Paulo Coelho, muchos se vanaglorian de ser mejores amigos, pero cuando llega el momento de prueba o dificultad, abandonan ese puesto por sus propios beneficios.
Que hoy y siempre podamos estar, ahí, para ese amigo o amiga especial, que el título no nos quede grande, sino que sepamos llevarlo en las buenas como en las malas y ser de verdad un Mejor Amigo cada día.


Paulo Coelho 

Proverbios 17:17
En todo tiempo ama el amigo, y es como un hermano en tiempo de angustia.

Dos mejores amigos
Hubo una vez dos mejores amigos. Ellos eran inseparables, eran una sola alma. Por alguna razón sus caminos tomaron dos rumbos distintos y se separaron.
Y ESTO SE INICIÓ ASÍ:
Yo nunca volví a saber de mi amigo hasta el día de ayer, después de 10 años, que caminando por la calle me encontré a su madre. La saludé y le pregunté por mi amigo. En ese momento sus ojos se llenaron de lágrimas y  me miró a los ojos diciendo: murió ayer… No supe qué decir, ella me seguía mirando y pregunté cómo había muerto.
Ella me invitó a su casa, al llegar allí me ofreció sentarme en la sala vieja donde pasé gran parte de mi vida, siempre jugábamos ahí mi amigo y  yo. Me senté y ella comenzó a contarme la triste historia. Hace 2 años le diagnosticaron una rara enfermedad, y su cura era recibir cada mes una transfusión de sangre durante 3 meses, pero ¿recuerdas que su sangre era muy rara?, sí, lo sé, igual que la tuya…
Estuvimos buscando donadores y al fin encontramos a un señor vagabundo.
Tu amigo, como te acordarás, era muy testarudo, no quiso recibir la sangre del vagabundo. Él decía que de la única persona que recibiría sangre sería de ti, pero no quiso que te buscáramos. Él decía todas las noches: no lo busquen, estoy seguro que mañana si vendrá…
Así pasaron los meses, y todas las noches se sentaba en esa misma silla donde estás tú sentado y rezaba para que te acordaras de él y vinieras a la mañana siguiente. Así acabó su vida y en la última noche de su vida, estaba muy mal, y sonriendo me dijo: madre mía, yo sé que pronto mi amigo vendrá, pregúntale por qué tardó tanto y dale esa nota que está en mi cajón.
La señora se levantó, regresó y me entregó la nota que decía:
Amigo mío, sabía que vendrías, tardaste un poco pero no importa; lo importante es que viniste. Ahora te estoy esperando en otro sitio y espero que tardes en llegar, pero mientras tanto quiero decirte que todas las noches oré por ti y desde el cielo te estaré cuidando, mi querido mejor amigo.
¡Ah, por cierto, ¿te acuerdas por qué nos distanciamos?. Sí, fue porque no te quise prestar mi pelota nueva, jaja, qué tiempos… éramos insoportables, bueno pues quiero decirte que te la regalo y espero que te guste mucho. Te quiere mucho: tu amigo por siempre.
No dejes que tu orgullo pueda más que tú corazón…
La amistad es como el mar, se ve el principio pero no el final



Hoy… andaré por caminos que no conocía.


Y guiaré a los ciegos por caminos que no sabían. Isaías 42:16.
¡El Señor, infinitamente glorioso, se hace guía de los ciegos!
¡Cuán ilimitada es su condescendencia!
El ciego no puede encontrar el camino que ignora, y aun cuando lo conociera, siempre le resultaría difícil cruzarlo.
Empero si lo ignora por completo, ha de descartar toda idea de emprender el camino sin alguien que le guíe.
Somos ciegos por naturaleza en lo que se refiere al camino de la salvación; mas el Señor nos guía y nos conduce a sí mismo y entonces son abiertos nuestros ojos.
Por lo que al futuro se refiere, todos somos ciegos, incapaces de ver una hora siquiera por delante; empero el Señor nos guiará hasta el final del viaje.
¡Sea bendito su nombre!
No podemos soñar por dónde nos vendrá la liberación; el Señor lo sabe y nos guiará hasta que haya desaparecido todo peligro.
Bienaventurados los que ponen su mano en la del guía celestial y le dejan el cuidado de dirigirlos.
Él les guiará durante todo el camino, y cuando los haya llevado a la morada de la gloria y abierto sus ojos para que vean el camino, ¡qué cántico de gratitud entonarán en alabanza de su gran Bienhechor!
Hoy..la confianza en Dios me invade y se que estaré sorprendido por él, ya que me hará caminar por senderos que hasta este momentos eran desconocidos para mi.
¡Señor, guía a tu pobre hijo ciego, en este día, porque no conozco tu camino!
Quiero andar en tus caminos y ser sorprendido por ti de la forma que solo lo sabes hacer. Amén.
Charles Spurgeon.
Libro De Cheques Del Bando De La Fe.

El árbol confundido- Reflexiones


 Había una vez, en algún lugar que podría ser cualquier lugar, y en un tiempo que podría ser cualquier tiempo, un hermoso jardín, con manzanos, naranjos, perales y bellísimos rosales, todos ellos felices y satisfechos.
Todo era alegría en el jardín, excepto por un árbol profundamente triste. El pobre tenía un problema: “No sabía quién era.”
“Lo que te falta es concentración”, le decía el manzano, “si realmente lo intentas, podrás tener sabrosas manzanas. ¿Ves qué fácil es?”
- No le escuches, exigía el rosal. Es más sencillo tener rosas y “¿Ves qué bellas son?”
Y el árbol desesperado, intentaba todo lo que le sugerían, y como no lograba ser como los demás, se sentía cada vez más frustrado. Un día llegó hasta el jardín el búho, la más sabia de las aves, y al ver la desesperación del árbol, exclamó:
- No te preocupes, tu problema no es tan grave, es el mismo de muchísimos seres sobre la tierra. Yo te daré la solución. No dediques tu vida a ser como los demás quieran que seas. Sé tu mismo, conócete, y para lograrlo, escucha tu voz interior. Y dicho esto, el búho desapareció.
- ¿Mi voz interior…? ¿Ser yo mismo…? ¿Conocerme…?, se preguntaba el árbol desesperado, cuando de pronto, comprendió. Y cerrando los ojos y los oídos, abrió el corazón, y por fin pudo escuchar su voz interior diciéndole:
- Tú jamás darás manzanas porque no eres un manzano, ni florecerás cada primavera porque no eres un rosal. Eres un roble, y tu destino es crecer grande y majestuoso. Dar cobijo a las aves, sombra a los viajeros, belleza al paisaje… Tienes una misión, “cúmplela”. Y el árbol se sintió fuerte y seguro de sí mismo y se dispuso a ser todo aquello para lo cual estaba destinado.
Así, pronto llenó su espacio y fue admirado y respetado por todos.
Y sólo entonces el jardín fue completamente feliz.
Y tú… ¿dejas crecer el roble que hay en ti? En la vida, todos tienen un propósito que cumplir, un espacio que llenar.
No permitas que nada ni nadie te impida conocer y compartir la maravillosa esencia de tu ser.
Pero sobre todo recuerda, jamás podrás conocer el propósito de tu vida si no rindes tu corazón a aquel quién te creo. Conocer a Dios es encontrar el propósito de Dios para nuestra vida.
¡Cuán bienaventurado es el hombre que no anda en el consejo de los impíos, ni se detiene en el camino de los pecadores, ni se sienta en la silla de los escarnecedores, sino que en la ley del Señor está su deleite, y en su ley medita de día y de noche!
Será como árbol firmemente plantado junto a corrientes de agua, que da su fruto a su tiempo, y su hoja no se marchita; en todo lo que hace, prospera. Salmo 1:1-3