jueves, 8 de septiembre de 2016

Lavados y limpiados para servir al maestro

JUAN 13:34-35  “Les doy este mandamiento nuevo: Que se amen los unos a los otros. Así como yo los amo a ustedes, así deben amarse ustedes los unos a los otros. Si se aman los unos a los otros, todo el mundo se dará cuenta de que son discípulos míos.”
lavar los piesNo era la primera fiesta pascual de los discípulos, pero sería la última con su Maestro. Sin embargo, ellos no lo sabían cuando se reunieron en el aposento alto para la cena. El Séder (rito judío) les recordaba la sangre untada sobre las puertas de las casas de sus antepasados. La presencia de esa sangre había salvado a los hebreos del ángel de la muerte (Éxodo 12.23), y convencido a Faraón de dejarlos salir de Egipto y de la esclavitud. Los discípulos no entendían que su Maestro era el Cordero del sacrificio, cuya sangre sería untada pronto por todos sus corazones. Su sangre los haría libres para siempre, y también a nosotros, de la esclavitud del pecado y la muerte.
Mientras se servía la cena, Jesús se puso de pie. Todos los ojos le siguieron mientras se quitaba su manto y se ceñía una toalla a la cintura. Los hombres estaban intrigados por lo que Él estaba haciendo, pero no se atrevieron a preguntar. Después de llenar una palangana con agua, el Señor se arrodilló y comenzó a lavar los pies del primer discípulo. Después se movió al siguiente, y luego a cada uno de los demás.

No eres lo suficientemente bueno

Se cuenta que en los inicios artísticos del cantante y pianista ciego Ray Charles, oyó que la orquesta del afamado Lucky Millinder visitaría la ciudad donde él vivía.
Charles se preparó para tener una audición de prueba con él. Esto lo emocionó, pues si lograba unirse a esa gran orquesta, sería sin duda, algo grande en su carrera.
NO ERES ...Cuando llegó el momento, Ray Charles tocó y cantó de lo mejor. Sin embargo, al término de la audición el director de la orquesta le dijo de manera tajante: “Lo siento muchacho, pero no eres lo suficientemente bueno”. Charles regresó a su casa y lloró amargamente.
Pasaron los años, y cuando Ray Charles ya estaba en la cima de la fama, dijo lo siguiente: "Aquella audición donde no fui aceptado, fue lo mejor que pudo haberme pasado, pues me estimuló a ensayar con más ahínco, para que nunca nadie más volviera a decirme que yo no era lo suficientemente bueno.
Queridos amigos, los obstáculos que se nos presentan en la vida, tienen el efecto negativo de detener nuestra marcha hacia la meta dejándonos dos alternativas: quedarnos lamentando nuestros problemas, o levantarnos y continuar la marcha. Tú, aunque hayas  escuchado a algunas personas echar la culpa de sus fracasos a algo como: "es que si no hubiera nacido pobre..."; "es que si mis padres me hubiesen apoyado"; "es que si yo hubiese nacido en otra  parte", es que… es que…  etc., no hagas ni caso, no le des pábulo a esos derrotismos.
A este respecto, asimismo, muchas personas con discapacidades nos dan una poderosa  lección, pues la falta de vista, de oído, de un brazo, una pierna, o el estar atado a una silla de ruedas, no les ha impedido realizarse en la vida. Igual pasa en la vida espiritual; muchas veces caemos, le fallamos a Dios y nos quedamos en el camino; allí es donde quiere tenernos el enemigo: lamentándonos, lamiéndonos las heridas, sin ánimo para levantarnos para pedir perdón y seguir adelante.
Dios, a través de la Sagrada Escritura, nos exhorta de la siguiente manera: “NO TEMAS, PORQUE YO ESTOY CONTIGO; NO DESMAYES PORQUE YO SOY TU DIOS QUE TE ESFUERZO; SIEMPRE TE AYUDARÉ, SIEMPRE TE SUSTENTARÉ CON LA DIESTRA DE MI JUSTICIA” (Isaías 41:10). 

Solo Hechos

Hubo una vez un hombre al que John Wesley calificó de miserable, porque profesaba poco respeto hacia él. Se sentía superior a ese hombre y en una ocasión, en la que aportó muy poco a una respetable organización de caridad, Wesley lo criticó abiertamente.
No mucho tiempo después, el caballero visitó a Wesley. Este último quedó sorprendido al escuchar a aquel hombre, a quien había catalogado como tacaño, y que ya llevaba varias semanas subsistiendo con lo imprescindible. Le contó que tiempo atrás contrajo grandes deudas, pero que desde su conversión decidió pagar hasta el último céntimo a sus acreedores. También le explicó que por ello no compraba nada para su satisfacción personal y gastaba solo en lo más elemental.
Cristo me ha convertido en un hombre honesto, dijo, y por tener que enfrentar tantos compromisos, puedo dar muy pocas ofrendas adicionales al diezmo. Tengo que saldar toda responsabilidad con mis vecinos y mostrarles que la gracia de Dios puede obrar en el corazón de un hombre que una vez fue deshonesto.
Entonces Wesley ofreció disculpas a aquel hombre y le pidió perdón.
Es fácil encontrar faltas en otros, cuando no conocemos las circunstancias o motivos que favorecieron sus actos. También es impresionante cómo escasos sucesos puedan alterar para siempre nuestra percepción de una situación. Cuando nos sintamos inclinados a juzgar, será un buen momento para suplicar a Dios sabiduría y paciencia para entender las acciones.
Proverbios 11:12
El que menosprecia a su prójimo carece de entendimiento, pero el hombre prudente guarda silencio.

Alimento para el alma

“Recita siempre el libro de la ley y medita en él de día y de noche; cumple con cuidado todo lo que en él está escrito. Así prosperarás y tendrás éxito”.
(Josué 1:8 NVI)
Alimento para el almaLa palabra de Dios constituye para el cristiano el alimento que nutre todo su ser. Pero para que surta el efecto esperado, es necesario conocer a su autor, apartar un tiempo especial para estudiarla en profundidad, hallar su impronta dentro del contexto histórico y actual, y lo más importante, tratar de establecer cuál es el mensaje que Dios tiene para nosotros en cada uno de los pasajes que la conforman. Para algunos, leerla enloquece, para otros no leerla es casi como perder el sentido de su existencia.
Desde hace unos 4 años, tomé la decisión de leer la Biblia en serio. Desde el primer día me asombré de las maravillas que Dios tiene para comunicarnos, a través de cada párrafo perfectamente redactado y especialmente preparado para quienes inician la aventura de conocerlo. Desde mi experiencia, puedo decirte que en la medida que avanzo me enamoro cada día más de Él y hoy no quisiera parar de estudiarla, sino por el contrario, quisiera perfeccionar mucho más mi metodología para sacar el mayor provecho posible y fortalecer de esa manera mi fe.
Es importante entender que el estudio de la palabra de Dios no puede hacerse de manera superficial, y que el objetivo primordial radica en que puedas leerla, entenderla, aplicarla a tu vida y explicarla a quienes te rodean y que, así como tú, tienen hambre y sed de Dios, aunque no hayan podido encontrarlo en las distintas realidades con las que se han visto enfrentados.