miércoles, 3 de enero de 2018

En la recta final…

“No me deseches en el tiempo de la vejez; no me desampares cuando mi fuerza se acabe. Aun en la vejez y en las canas, no me desampares, oh Dios…”
(Salmo 71:9,18) 
Hay un momento en el que la vida nos iguala a todos y a todas, sin importar si hemos vivido en la cumbre del éxito, de la opulencia, o si hemos sobrevivido apenas, en el valle de la supervivencia. La vida es un camino quebrado, con grandes elevaciones y profundos declives; pero allí, en la recta final, todo se vuelve soberanamente lineal y monótono.
Hace unos días, visité un lugar donde habitan solo personas ancianas. Cada una tiene su casita, que les proporcionó el gobierno después de que ellos se jubilaran. Algunos viven allí con sus esposas y otros están solos. Cuando se determina que ya no son aptos para vivir sin una supervisión cercana, entonces los trasladan a un hogar de ancianos, propiamente dicho. Permanecer en medio de ellos, me hizo pensar, observar y analizar la realidad del ser humano que transita por este tramo.. ¡por la recta final en el largo camino de su vida!
Me quedaba viéndolos… su andar era lento y taciturno. Ellos cargan en sus espaldas ¡una larga vida llena de vivencias! Alegrías, tristezas, logros y frustraciones, todas conspiraban para encorvar un poco más la tan malograda espalda de esos hombres y mujeres con cabellos de plata. Los observaba perderse en el tiempo y en el espacio. Hacían planes y proyectos a largo plazo, como si la vida les brindara un “replay”. Algunos solo tenían erguido el mentón, como resistiéndose a la entrega. Trataban de ver a lo lejos, confundiendo lo que fue con lo que será; igual que el conductor confunde las luces en una ruta llana y monótona.
¡Cuánta soledad les rodea! ¡Cuánta falta de afecto y de gratitud de parte de las generaciones a las que, de alguna manera, les están pasando un dinero! Es triste ver el menosprecio que algunos demuestran hacia aquel manantial inagotable, de riquezas y sabiduría acumulados con los años. Sus manos callosas y arrugadas hablan de trabajo duro y constante; ¡Nos dan cátedra sobre cómo levantar al caído, defender la patria, o de arrullar a un niño! Definitivamente, la vida nos pondrá también a este nivel un día. Igualará los desniveles de los que ahora podamos alardear, o incluso de aquellos de los que solemos renegar.

Un seguidor auténtico

Dice un relato a manera de ilustración, que un hombre que iba a toda prisa por un camino, se acercó a un anciano que reposaba a la vera del sendero, a quien preguntó:
-¿Ha visto pasar por aquí a algún cristiano?
El anciano, encogiéndose de hombros le contestó:
*A: MONTXO A.G. *F: 03-04-2009 *L: VIANA *P:  *T: 3º EDADDepende del tipo de cristiano que ande buscando.
-Perdone, dijo nuevamente el hombre, pero soy nuevo en esto y no conozco los tipos de cristianos que existen. Yo solo conozco a Jesús.

Y el anciano añadió:
-Existen muchos tipos de cristianos; hay cristianos por cumplimiento, cristianos por tradición, cristianos por costumbres, cristianos por superstición, cristianos por obligación, cristianos por conveniencia, y cristianos auténticos…
– ¡Los auténticos! …. ¡Esos son los que yo busco! …. exclamó el hombre emocionado.
-¡Pues los cristianos auténticos son los más difíciles de encontrar, aclaró el anciano. Hace ya mucho tiempo pasó uno de esos por aquí, y me preguntó lo mismo que usted está preguntando.
Y si lo encuentro, ¿cómo podré reconocerlo?, preguntó una vez más el hombre.
Y el anciano contestó:   
-Un cristiano auténtico no pasa desapercibido en este mundo de sabios y engreídos. Lo reconocerá por sus obras, pues allí donde los cristianos van, siempre dejan huellas.
Queridos amigos: no es suficiente con que se pregone que hacemos hacer buenas obras; también hay que hacerlas, pues si hay algo más contundente que las palabras son los hechos.
Sucede que a veces pretendemos educar, formar u orientar a otros a punta de sermones,  palabras, consejos, pero si todo ese discurso no es respaldado con hechos, por un  testimonio real, no habrá consistencia, y por lo tanto no tendremos credibilidad.
En suma, el ejemplo cuenta más que mil palabras y es el mejor testimonio que podemos ofrecer a los demás.
Jesús mencionó que al hombre se lo conoce por sus frutos. Concretamente dijo: Un árbol bueno no puede dar fruto malo, y un árbol malo no puede dar fruto bueno. Todo árbol que no da buen fruto se corta y se arroja al fuego. Así que por sus frutos los conocerán.” (Mateo 7: 18, 19,20).

La Obediencia como prueba de nuestra Fe

“Porque vuestra obediencia ha venido a ser notoria a todos, así que me gozo de vosotros; pero quiero que seáis sabios para el bien, e ingenuos para el mal”.
Romanos 16:19
La obediencia es un tema que debe ser tratado en profundidad, porque es esencial, primordial y fundamental para entender nuestra vida cristiana en su espiritualidad.
El cristianismo es algo muy simple y sencillo, pero a la vez complejo porque a veces es difícil de entender, y definitivamente es fundamental y trascendental; a ver, es como una puerta estrecha que atraviesa y nos lleva por caminos desconocidos, que nos enseña acerca de la vida y como debemos conducirnos en ella, pero también nos habla de una realidad espiritual que experimentamos paulatinamente para ir madurando y creciendo en gracia, amor, sabiduría y paz; inicialmente somos como bebés espirituales (tenemos un segundo nacimiento en el Espíritu); aceptamos a Cristo como nuestro Señor y Salvador, y aunque aparentemente nuestra vida continúe igual, con todas sus contradicciones y frustraciones, ya nunca más volverá a ser la misma; esa semilla de vida que fue sembrada en nosotros, comienza a crecer y a fortalecerse hasta llegar a ser un arbusto, un frondoso árbol cuyos frutos comienzan a brotar y es imposible ocultarlos.
Y la base de este crecimiento, madurez y frutos, es una sola: la obediencia. Hablar de obediencia es más fácil que practicarla; aunque yo quiera, ya no puedo seguir mis propios pasos, ni siquiera hacer mi entera voluntad conforme a mí me plazca, ni apoyarme en mi propia sabiduría o lógica. La vida que ha crecido en mí (en Espíritu) no me lo permite, porque amonesta mi conciencia, me roba la paz y me hace sentir intranquilo/a, pues ya no soy ni sorda ni ciega para no entender, ver y discernir la voz de Dios.

¡Todo es de regalo!

Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios. No por obras, para que nadie se gloríe. Efesios 2;8-9
El Café Rendezvous, en Londres, tiene luces agradables, sillones cómodos y una atmósfera con aroma a café. Lo que no tiene son precios. Empezó como un negocio de una iglesia local, pero, al año, fue transformado. Los encargados sintieron que Dios estaba llamándolos a hacer un cambio radical: todo lo que ofrecideran en el menú sería gratis. Hoy puedes pedir café, tortas o sándwiches sin coste alguno. Ni siquiera hay un tarro para donaciones. Todo es de regalo.
Le pregunté al gerente por qué eran tan generosos. «Simplemente, estamos tratando a la gente como Dios nos trata a nosotros, dijo. Él nos da igualmente, ya sea que le agradezcamos o no. Es generoso con nosotros más allá de lo imaginable».
Jesús murió para rescatarnos de nuestro pecado y reconciliarnos con Dios. Resucitó y ahora vive. Debido a esto, todos nuestros errores pueden ser perdonados, y hoy podemos tener vida nueva (Efesios 2:1-5). Y una de las cosas más asombrosas es que todo es gratuito. No podemos comprar la vida eterna que Jesús ofrece. Ni siquiera podemos donar para pagarla. Es todo de regalo.

Cuando sirven tortas y cafés en el Café Rendezvous, esas personas están reflejando la generosidad de Dios. La vida eterna se nos ofrece a ti y a mí, a todos, porque Jesús pagó la cuenta.
Señor, quiero beber del agua de la vida gratuitamente.
La vida eterna es un regalo listo para ser recibido.