Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, dignatario de los judíos. 2 Éste vino a Jesús de noche y le dijo:
—Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro, porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él.
3 Le respondió Jesús:
—De cierto, de cierto te digo que el que no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios.
4 Nicodemo le preguntó:
—¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre y nacer?
5 Respondió Jesús:
—De cierto, de cierto te digo que el que no nace de agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios. 6 Lo que nace de la carne, carne es; y lo que nace del Espíritu, espíritu es. 7 No te maravilles de que te dije: “Os es necesario nacer de nuevo.” 8 El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo aquel que nace del Espíritu.
9 Le preguntó Nicodemo:
—¿Cómo puede hacerse esto?
10 Jesús le respondió:

Nicodemo era una persona notable y rica entre los judíos. Sin duda hubiera ocupado un lugar en los periódicos hoy en día. También era un maestro en los asuntos de fe, lo que conllevaba tener una una sólida reputación ética y doctrinal. Si a esto se le añade el hecho de su condición de fariseo, con la que el capítulo 3 del evangelio de Juan inicia su descripción, es entendible que Nicodemo fuera una prueba palpable de la vacuidad de la religión.
Es decir, alguien que sabe tanto; que ha cumplido tantas reglas; que ha aconsejado sobre tantas y tantas cosas, y que ha consagrado su vida a cultivar la espiritualidad en términos de la Ley de Dios, debería ser la persona más indicada en saber disfrutar de las bendiciones eternas. Sin embargo, el comportamiento de Nicodemo es, hasta cierto punto, sorprendente: va a ver a Jesús de noche.
Nicodemo no quiere que su reputación se vea comprometida con su discipulado; Juan sugiere que Nicodemo después se convirtió en un discípulo secreto de Jesús. Juan 19:38-39. Esto llama la atención, porque se supone que alguien que ha sido formado en un ambiente religioso y que ha venido siendo formado en el temor del Señor, se ha preparado toda la vida para establecer una comunión perfecta con el Señor. Los fariseos que cuidaban tanto la pureza de sus costumbres debían, de una manera natural, estar dispuestos a recibir con más ardor al Cristo que anunciaba el A.T. Y sin embargo, al contrario, su formación religiosa les llevaba a la hostilidad hacia Jesús, cuando no a una relación secreta. Entonces Nicodemo fue a Jesús de noche, evidenciando el fracaso de toda una vida religiosa.
La conversación entre Jesús y Nicodemo no puede ser entendida omitiendo Juan 2:23-25; es decir, omitiendo el hecho de que Jesús conocía el corazón de los hombres. Él sabía qué es lo que realmente le preocupaba a Nicodemo, así que su respuesta es a la verdadera pregunta de Nicodemo; está respondiendo a su corazón, no a sus palabras. Nicodemo da un largo rodeo de milagros, pero la fe en los milagros no conduce a nada, se debe fijar en el autor de ellos, en lo que éste ha venido a realizar, en el milagro indispensable. Jesús, consecuentemente, responde: De cierto, de cierto te digo: El que no naciere otra vez, no puede ver el reino de Dios.