lunes, 23 de junio de 2014

Yo no lavo esos pies

El fruto del silencio es la oración. El fruto de la oración es la fe. El fruto de la fe es el amor. El fruto del amor es el servicio. El fruto del servicio es la paz. 
Madre Teresa de Calcuta (1910-1997). Misionera yugoslava nacionalizada india. 

Había terminado mis cuatro años de estudios en el Instituto Bíblico, y mi anhelo era ser enviado para servir como pastor en alguna de las iglesias de mi país. Cuando hablé con la directora del Instituto Bíblico, una anciana pastora de la iglesia donde asistía, me dijo: “No, Phillips, no hay en este momento una iglesia disponible, pero tengo para ti la oportunidad de servir al Señor barriendo la iglesia donde estoy pastoreando”. Di media vuelta muy enfadado y, mientras caminaba por el pasillo, me dije a mí mismo: “Yo no estudié cuatro años para ser un barrendero”. 
Me encontré con un amigo, que asistía conmigo a la misma iglesia, y le conté en tono de enojo la oferta que la pastora me había hecho; este amigo tenía un negocio propio. Cuando le dije que no iba a aceptar esa oferta, me respondió: –Oh, yo sí, caso de me la ofrezca. Siempre he querido servir al Señor y esta es mi oportunidad. 
Le dije: –¿Y qué vas a hacer con tu negocio? Y él me contestó: –Lo cierro, quiero servir al Señor aunque sea barriendo. 
Sentí como si me hubiesen dado dos bofetadas en mi rostro. Sentí vergüenza con Dios y conmigo mismo. Tuve que rogarle a mi amigo que no me quitara la oportunidad de servir a Dios. Y, después de muchos ruegos, logré que me dejara la oportunidad viva de seguir allí, sirviendo a Dios... barriendo. 

Todos los días hasta el fin del mundo


…y he aquí Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.”
 Mateo 28:20
La promesa más grande que nuestro Señor Jesús nos dejó, sin duda, fue la de su compañía, porque estando Él con nosotros, tenemos la seguridad de que, en todo lugar y en todo tiempo, Él está pendiente de nuestras necesidades por mínimas o complicadas que sean.
hasta el fin del mundo
Es bueno recordar esta promesa que nos hizo a todos, porque es algo que debemos tener muy presente cada día y no olvidarnos de ella, ni siquiera cuando las cosas que vivimos parece que demostrasen lo contrario. Cada día vivimos cosas distintas, y con ellas situaciones, necesidades y todo tipo de problemas, pero siempre es bueno recordar que en medio de todo no estamos solos. Nadie, nunca, está fuera del alcance de la presencia de Dios; puede haber personas alejadas de Él, pero nunca desaparecidas de su vista.

La promesa de compañía que Dios te ha dado no es solo para los días buenos, ni tampoco exclusivamente para los malos. Él dijo: “TODOS LOS DÍAS” y, aún más, para que sepas que no tiene fecha de caducidad, agregó: “HASTA EL FIN DEL MUNDO”, lo que incluye en las buenas, en las malas y desde el inicio hasta el fin de tu existencia.
Las cosas que puedas estar viviendo aunque parezcan muy fuertes, nunca serán más que la compañía de Dios. Quizá hayas pensado que Dios ya se apartó de ti, y los problemas te han envuelto tanto, que sientes que lograron aislarte de todo lo demás; pues debes saber que Dios no está lejos de ti, que no te ha dejado ni te ha olvidado. Dios es fiel, no se cansa, no se rinde y no se aleja de ti.

La Clave del Éxito - Reflexiones

¿Qué hace la diferencia? ¿Por qué a algunas personas les va tan bien? ¿Será por…
• ¿El trasfondo familiar? Crecer en una buena familia es algo por lo que cualquiera debería sentirse agradecido, pero no es un indicador fiable de ser la razón para el éxito. Un alto porcentaje de las personas exitosas viene de hogares destruidos.
• ¿La riqueza? No, algunos de los hombres y mujeres de mayor éxito vienen de la clase media y de la clase media baja. La riqueza no es un índice de éxito ni tampoco la pobreza es garantía de logros significativos.
• ¿La oportunidad? Bueno, la oportunidad es algo muy especial. Dos personas con dones, talentos y recursos similares pueden observar una situación dada, y una de ellas verá tremendas oportunidades en tanto que la otra no verá nada. La oportunidad está en el ojo del observador.
• ¿Una alta moralidad? Sería bueno que esta fuera la clave pero no lo es. Hay personas absolutamente íntegras que han logrado muy poco. Y hay sinvergüenzas de un tremendo éxito. Usted también los conoce.
• ¿La ausencia de dificultades? Por cada persona exitosa que ha esquivado a la adversidad, hay una que venció incapacidades extremas u otro que sobrevivió a horrores absolutos. Así es que, tampoco es la ausencia de dificultades.

La fe salvadora: su naturaleza

“Hay gente que se tiene por pura, pero no está limpia de su inmundicia” (Proverbios 30:12).
Muchos suponen que semejante versículo, es aplicable sólo a aquellos que están confiando en algo, más que en Cristo para ser aceptados delante de Dios; personas como las que confían, además, en el bautismo, en la membresía de una iglesia o en sus propias actuaciones morales y religiosas. Pero es un error limitar la Escritura a la clase antes mencionada. Semejante verso, como también el que sigue: “Hay camino que al hombre le parece derecho, pero al final es camino de muerte.” (Proverbios 14:12), es más aplicable para todos los creyentes, que solo a los que se apoyan en algo de ellos o fuera de ellos mismos, para asegurarles el derecho a la felicidad eterna. Igualmente equívoco de esta forma, sería imaginar que las únicas almas engañadas son aquellas que no tienen fe en Cristo.
Existe en el cristianismo de hoy, un gran número de personas que han sido enseñadas en que, nada que el pecador haga le hará merecer la estima de Dios. Han sido informadas muy correctamente, de que los logros morales más grandes del hombre natural son tan sólo “trapos de inmundicias” a los ojos del tres veces santo Dios. A menudo, han oído citar pasajes tales como: “Porque por gracias habéis sido salvados por medio de la fe, y esto no vosotros, sino que es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.” (Efesios 2:8-9), y: “Él nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéremos hecho, sino conforme a su misericordia”(Tito 3:5); y se han convencido completamente, de que el cielo no puede lograrse por las buenas obras de ninguna criatura. Más adelante se les ha dicho, con frecuencia, que sólo Cristo puede salvar al pecador, y esto ha llegado a ser un concepto establecido en sus credos, de donde ni hombre ni diablo pueden hacerlos mover. Hasta ahora, muy bien.

La negligencia en un líder de papel con pies de barro

La diligencia es veloz, simula un guepardo corriendo en la sabana. La negligencia es lenta como una hormiga. No pueden mezclarse, como tampoco el aceite y el agua. 
Una mañana me levanté un poco desanimado y sin muchas ganas de dirigirme a mi oficina. Los papeles estaban acumulados en el escritorio; muchas cartas por contestar y estudios para preparar; algo en mi interior me impulsaba a ser negligente. Sin muchas ganas encendí mi ordenador para revisar el correo electrónico, y unas palabras, que estaban en la pantalla, al leerlas me dieron nuevos ánimos. Son estas: aprendí y decidí. Y así, después de esperar, un día como cualquier otro, 
  • Decidí triunfar. 
  • Decidí no esperar a las oportunidades, sino yo mismo ir a buscarlas.
  • Decidí ver cada problema como la oportunidad de encontrar una solución. 
  • Decidí ver cada desierto como la oportunidad de encontrar un oasis. 
  • Decidí ver cada noche como un misterio a resolver. 
  • Decidí ver cada día como una nueva oportunidad de ser feliz. Aquel día descubrí que mi único rival no era más que mis propias debilidades y que esa era la única y la mejor forma de superarme. Aquel día dejé de temer a perder y empecé a temer no ganar. 
  • Descubrí que no era yo el mejor y que quizás nunca lo fui. Me dejó de importar quién ganara o perdiera; ahora me importa simplemente saberme mejor que ayer. 
  • Aprendí que lo difícil no es llegar a la cima, sino no dejar nunca de subir. 
  • Aprendí que el mejor triunfo que puedo tener, es tener el derecho de llamarle a alguien “amigo”. 
  • Descubrí que el amor es más que un simple estado de enamoramiento: el amor es una filosofía de vida. Aquel día dejé de ser un reflejo de mis escasos triunfos pasados y empecé a ser mi propia tenue luz de mi presente. 
  • Aprendí que de nada sirve ser luz, si no vas a iluminar a los demás. 
  • Aquel día decidí cambiar tantas cosas.... Aquel día aprendí que los sueños son solamente para hacerse realidad. Desde aquel día ya no duermo para descansar, ahora simplemente duermo para soñar. –Walt Disney