sábado, 27 de diciembre de 2014

El Cristiano y su Fe

“Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan” (Hebreos 11.6).
El hombre viene al Señor Jesús a causa de la fe que se opera en él. ¿Pero qué es la fe? La palabra la define así: “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve” (Hebreos 11.1).
La Biblia nos habla de diversas clases de fe que existen en el hombre. “Hombres de poca fe”, dijo Jesús en Mateo 16.8, y también alabó la fe de un gentil diciendo: “Os digo que ni aun en Israel he hallado tanta fe” (Lucas 7.9); y a la mujer cananea le dijo: “Oh mujer, grande es tu fe…” (Mateo 15.28).
En cierta ocasión, los discípulos le dijeron: Auméntanos la fe” y Jesús les respondió: “Si tuvierais fe como un grano de mostaza…” (Lucas 17.5,6). Esta petición debemos seguir haciéndola, no importa cuánta fe se tenga.
¿En qué o en quién tenemos fe?, ¿cómo se obtiene?, ¿cómo se manifiesta la fe del cristiano? 
El cristiano tiene fe en Jesús de Nazaret, que es el Hijo de Dios (Mateo 16.16) y también nuestro Salvador. Él es el Señor de los creyentes, y por la fe en Él se tiene también, fe en su palabra. En ella vemos todas las promesas y bendiciones a sus seguidores y fieles creyentes. Si somos bautizados...; si tenemos el perdón de los pecados; si somos salvos; venimos a formar parte de su cuerpo que es su iglesia; si le recibimos, si creemos en Él nos convertimos en hijos de Dios (Juan 1.12) y por lo tanto, somos coherederos con Cristo (Romanos 8.17); y si somos fieles obtendremos la vida eterna.
¿Cómo se obtiene la fe? Romanos 10.17 dice que la fe se obtiene oyendo la palabra de Dios. Cristo nos insta a escucharla, a escudriñar y sobre todo a obedecer (Apocalipsis 1.3). Hay hermanos que saben poco de leer, pero sí pueden escuchar. Gracias a Dios que tenemos hermanos ministros del evangelio que nos predican, exhortan y nos dan el estudio de la Biblia. A través del estudio, la fe se incrementa, se fortalece. Un buen síntoma de la fe es nuestra asistencia regular a las reuniones de la iglesia. Cuando vamos poco a las reuniones, la fe es escasa. Cuando estudiamos poco su Palabra, nuestra fe está en crisis.
¿Cómo se manifiesta la fe del cristiano? En las obras. Santiago 2.19,20 dice: “Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan. ¿Mas quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta?”
¿Cuáles son las obras que el Señor requiere del cristiano? Son obras de fe. Es la obediencia a su voluntad por la que somos salvos (Hebreos 5.9). De nada sirve que un “cristiano” pregone a los cuatro vientos, que tiene mucha fe si no tiene obras que lo respalden. Lo que sucede es que su fe es escasa, y como no se ve, pues la pregona con sus labios. Estos que no tienen obras viven a base de excusas y pretextos para no obedecer.

Una lección inolvidable

Cómo líder, sus lecciones más dramáticas y efectivas pueden ser dadas sin el uso de palabras.
Les he puesto el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo he hecho con ustedes.  Ciertamente les aseguro que ningún siervo es más que su amo, y ningún mensajero es más que el que lo envió.  Juan 13:15-16
Imagine que Jesús hubiera enseñado ciertos principios, por ejemplo del servicio, de la misma manera que nosotros lo hacemos. Primeramente, hubiera anunciado con bastante antelación la fecha de un "seminario sobre servicio", para que los discípulos fueran acordando la fecha e, incluso, invitando a algunos otros interesados. En privado, Cristo dedicaría largas horas a estudiar los textos bíblicos acerca del tema del servicio, reflexionando cuidadosamente, en sus argumentos a favor de los diferentes aspectos del tema.
En la fecha establecida, los hubiera reunido y habría compartido con ellos, los resultados de sus estudios, presentando extensas evidencias acerca de la importancia del servicio. No hubiera terminado su lección, sin una seria exhortación a que los discípulos buscaran practicar lo que habían escuchado en "clase".

Una lección inolvidableEl entendimiento de cada discípulo no se debió evadir de lo que el Señor había querido enseñar.
Es evidente la enorme distancia que separa a nuestros esfuerzos por capacitar a los santos, de la manera que Cristo usó para enseñar y formar a sus discípulos. Pero apunte su estrategia. No anunció nada. No preparó a los discípulos con un discurso. No les dio ninguna explicación acerca de lo que iba a hacer. En el momento menos esperado, cuando estaban todos relajados y disfrutando de la cena, se levantó y comenzó los preparativos para lavarles los pies.
¿Se imagina las miradas entre los discípulos? ¿Qué se proponía hacer ahora este Maestro tan poco tradicional? 

Habiendo terminado los preparativos, comenzó a lavarles los pies. Todavía sus labios no les daban ninguna explicación. Los discípulos lo observaban con una mezcla de vergüenza y curiosidad. Cuando a Pedro, el portavoz del grupo, le llegó el turno, se atrevió a cuestionar las acciones de Jesús. En este momento es cuando el Maestro les da una explicación, pero es simple y no aclara absolutamente nada.

Padre e Hijo

Mi hijo nació hace pocos días. Llegó a este mundo de una manera normal… pero yo tenía que viajar, tenía muchos compromisos.
Mi hijo aprendió a comer cuando menos lo esperaba, y comenzó a hablar cuando yo no estaba.
¡Cómo crece mi hijo de rápido! ¡Cómo pasa el tiempo!
A medida que crecía, me decía: ¡Papá algún día yo seré como tú!
– ¿Cuándo regresas a casa papá?
– No lo sé, pero cuando regrese jugaremos juntos, ya lo verás.
Mi hijo cumplió diez años hace pocos días y me dijo:
– ¡Gracias por la pelota papá! ¿Quieres jugar conmigo?
– Hoy no hijo, tengo mucho que hacer. Está bien papá, otro día será, y se fue sonriendo, mascullando en sus labios las palabras "yo quiero ser como tú".
Mi hijo regresó de la universidad el otro día, todo un hombre. Hijo estoy orgulloso de ti, siéntate y hablemos un poco.
– Hoy no papá, tengo compromisos, por favor, préstame el coche para visitar algunos amigos.
Ya me jubilé y mi hijo vive en otro lugar; hoy lo llamé:
– ¡Hola hijo, quiero verte!
– Me encantaría padre, pero es que no tengo tiempo, ya sabes, mi trabajo, los niños,... pero gracias por llamar, fue increíble oír tu voz.
Al colgar el teléfono me di cuenta que mi hijo era como fui yo.

Solo obedeciendo

“Acontecerá que si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, para guardar y poner por obra todos sus mandamientos que yo te prescribo hoy, también Jehová tu Dios te exaltará sobre todas las naciones de la tierra.” Deuteronomio 28:1
En una escuela, la maestra de sexto curso propuso a sus alumnos premiarles si presentaban todas sus tareas. Casi todos estuvieron de acuerdo, a excepción de uno de los niños, a quien no le interesó el premio.
Cada día la maestra revisaba los cuadernos de sus alumnos. Se ponía muy contenta al ver que la mayoría de los niños estaba cumpliendo con lo acordado y se esforzaban mucho para entregarlas a tiempo. En cambio, el niño desinteresado no presentaba sus tareas, pero ella no se cansaba de animarlo para que las terminara.
Casi al final del curso, se reunió con los pequeños para felicitarlos y les dio sus respectivos premios. Carlitos, al ver que era una rica golosina también quiso recibir la suya, pero la maestra fue tajante en su postura y le entregó una hoja, para que él resolviera un cuestionario que le ayudaría a ponerse al mismo nivel de aprendizaje que los demás. Al terminarlo, él también recibió su golosina como el resto de los niños.
¿Quién no quiere recibir una bendición? Todos queremos recibirla en nuestra vida, pero ¿qué estamos haciendo para obtenerla?
Deuteronomio 28 se titula “Bendiciones de la obediencia”, y en este versículo descrito, podemos encontrar todo lo que necesitamos para no tener preocupaciones, pero empieza diciendo: “Si obedeces al Señor tu Dios en todo y cumples cuidadosamente sus mandatos…”
La maestra de Carlitos, cumplió con la promesa que les hizo a quienes la obedecieron y así, pudieron disfrutar su caramelo; igualmente, nosotros podemos disfrutar de los beneficios de la obediencia. Solo necesitamos conocer, aprender y saber las instrucciones de Dios.

Dios lo ve todo

No hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta.
Hebreos 4:13 
Si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros.  
1 Juan 1:7
Suponga que usted tiene un empleado al que considera irreprochable. Es eficiente, puntual, serio, se lleva bien con sus compañeros.
Inline image 1Pero un día, para su sorpresa, usted ve a su empleado modélico escondiendo en su chaqueta un objeto de la empresa, luego sale sigilosamente de la oficina y lo guarda en su maletín. ¿Qué pensaría usted? 
De repente, su opinión sobre este empleado cambia totalmente. Ve su comportamiento desde otro punto de vista. Empieza a desconfiar de él porque cometió un acto deshonesto.
Dios nos ve mejor que nadie. Él ve todo, oye todo, y también conoce nuestros pensamientos más secretos. Nada le sorprende ni le pilla desprevenido. Aunque aparentemente, tengamos una conducta irreprochable, no estamos a la altura de su justicia y de su santidad; sin embargo, si lo conocemos, sabemos que nos ama.