jueves, 2 de octubre de 2014

El riesgo de obedecer a Dios

Nadie podría haber sido más sorprendido por la orden del Maestro que Pedro. Después de trabajar arduamente toda la noche, ni él ni los otros pescadores tenían el fruto de sus esfuerzos. Estaban cansados y desanimados, y la última cosa que querían hacer era lanzar otra vez las redes, en otro intento inútil por atrapar unos pocos peces. ¿Pero...qué estaría pensando Jesús? ¿Qué propósito tendría al pedirles que salieran a pescar otra vez?
Pocas horas después, cuando las abultadas redes eran arrastradas a la playa, comenzaron a entender un principio eterno del que muchas personas aún no se percataron: Dios nunca nos pedirá que hagamos algo, a menos que tenga un propósito específico y soberano para ello (Jeremías 29.11). La orden de Jesús debió haberles parecido innecesaria, disparatada, por no decir demencial. Después de todo, a estos hombres, expertos en la pesca, aún les faltaba aprender que sin la intervención sobrenatural de Dios todopoderoso, nuestro esfuerzo es en vano.
Pedro y sus hombres nunca podrían haber imaginado qué clase de recompensa les esperaba por su obediencia. Lo que buscaban y deseaban más que nada era precisamente lo que Dios les dio: redes repletas de peces. La diferencia era, que la segunda salida a pescar fue hecha a la manera de Dios y en el tiempo de Dios.
Por tanto, confíe en los planes de Dios para usted. Nunca conocerá la recompensa hasta que esté dispuesto a correr el riesgo, y cuanto mayor es el riesgo, mayor es la recompensa.

Practica la amabilidad hoy mismo

Vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. (2 Pedro 1:5,7b)
¿Te has dado cuenta de que cuanto más ocupado estés, menos amable eres con la gente? Es así, porque la amabilidad es parte del "fruto del Espíritu", no es producto de la carne (Gálatas 5:22), y no sucede por sí sola, o como resultado de un buen sermón de un domingo por la mañana; no, tienes que practicarla. Debes hacer lo que dijo Pedro: "... poned toda diligencia en añadir a vuestra fe... amor." (2 Pedro 1:5,7b) 
paper readUna mañana, antes de que William McKinley se convirtiera en presidente de los Estados Unidos de América, yendo en el tranvía camino de su oficina en el congreso, subió una mujer enferma que, al no encontrar un asiento libre, se agarró a un asa al lado de uno de los colegas de McKinley. Patéticamente, este hombre se escondió detrás de su periódico para evitar ofrecerle su asiento. Inmediatamente, McKinley se levantó, le cedió su asiento a la mujer y tomó el lugar de ella en el pasillo.
Años después, cuando él era presidente, aquel mismo colega fue recomendado para ocupar un puesto de embajador, pero McKinley se lo denegó. Dijo: "Si su gentileza es igual a la que demostró aquella mañana en el tranvía, temo lo que podría hacer representándonos en un país extranjero". El congresista decepcionado, nunca supo por qué McKinley eligió a otro en su lugar.
¿De qué sirven los incansables esfuerzos motivados por la ambición personal, o un deseo de servir derivado de la necesidad de dominar? Reconócelo, sin la amabilidad, ¿de qué nos sirven todos los títulos, tradiciones, testimonios y teologías? La respuesta está aquí: "... si tuviera profecía, y entendiera... todo conocimiento..., y no tengo amor, nada soy" (1 Corintios 13:2). Por tanto, hoy, decídete a practicar la amabilidad.

La Ley De La Polaridad - Crecimiento personal-espiritual

“Nuestra dificultad no se circunscribe, exclusivamente, a la situación que la causó, sino también al estado mental con que la miramos y afrontamos”. 
Ser caminos de bendición 

es una de las lecciones más difíciles de aceptar, comprender y aprender. 

Las circunstancias que vivamos, ni afectan sobremanera, ni tienen por qué ser negativas ni positivas, considerémoslas neutrales. Es nuestra manera de pensar, nuestro estado mental, nuestra perspectiva, lo que hace a la circunstancia positiva o negativa. Usemos una gran enseñanza sobre el tema, cual es una ley universal denominada "Ley de Polaridad." 

“Todo en el universo, tiene un polo opuesto". No habría un interior de un cuarto sin un exterior.
Por ejemplo, tenemos un lado derecho e izquierdo en el cuerpo,... un frontal y un trasero. Toda subida tiene una bajada y toda bajada tiene una subida.  La Ley de Polaridad no solo plantea que todo tiene un opuesto, sino que tiene un igual y un opuesto. Si hay un metro desde el suelo hasta la mesa, tiene que haber un metro desde la mesa hasta el suelo. Si hay 240 Kilómetros desde Madrid a Zamora, por ley debe haber 240 Km. de Zamora a Madrid; no puede ser de otra manera.

“Si algo que consideramos malo, nos pasa en la vida, tiene que haber algo bueno en ello. Si era un poco malo, cuando le damos la vuelta mentalmente, veremos que del otro lado será un poco bueno”.

Si Dios te bendice con…


Si Dios te bendice con una vida,
vívela intensamente con una sonrisa en los labios y un sí al olvido.
Si Dios te bendice con una familia,
no la pierdas de vista, disfruta de ella con un abrazo, besos y una mochila de recuerdos a cuestas.
Si Dios te bendice con estudios,
estudia, amanécete leyendo esos libros interminables.
Todo esfuerzo vale la pena,
y los que somos de Dios y los que muy pronto se unirán a sus filas, tenemos la fuerza del grande.
Si Dios te bendice con una ayuda idónea,
ámalo(a), dale lo mejor que nosotros los humanos tenemos,... tiempo.
Ten detalles con aquella persona, despachúrrala con respeto, confianza y comprensión.
Si Dios te bendice con un hogar propio,
constrúyelo junto a tu amado, invierte amor, ternura, calidez y palabras de bendición.
Si Dios te bendice con un trabajo,
no lo odies, trabaja con satisfacción porque todo lo que haces es para darle la gloria al grande.
Si Dios te bendice con su amistad,
apréciala, consérvala, nútrela, increméntala.
Si Dios te bendice con unos labios,
que estos declaren el amor de nuestro Señor.
Si Dios te bendice con una bendición,
atesórala, eleva la mirada al cielo y di

Gracias por darme tan gran bendición, tenerte.

La subasta pública de un alma

Se cuenta que hace muchos años, Rowland Hill predicaba en una de las grandes ciudades de Inglaterra. Hill era en aquel tiempo, un famoso predicador, y la gente acudía de todas partes a escucharle, aunque se tratara de largas distancias.
Una noche, mientras se desarrollaba una de las reuniones, un coche se detuvo ante la puerta del lugar y Lady Anne Erskine, una de las damas de la alta sociedad, descendió del carruaje y penetró en el salón. Lady Erskine era muy conocida en la ciudad por sus riquezas y ostentación. Era la primera figura en las tertulias, bailes y teatros de aquel entonces y, por otro lado, poco dada a frecuentar la iglesia. Pero ese día sintió grandes deseos de escuchar al gran predicador.
El Dr. Hill la vio entrar, y reconocerla fue algo instantáneo. Rápidamente, cruzó un pensamiento por su mente: ”Se me presenta la oportunidad para ayudar a este alma.” Inmediatamente interrumpió el mensaje, levantó un brazo, y con voz poderosa para que todos pudieran oírlo, exclamó: “Lady Erskine acaba de llegar a nuestra reunión. Ahora mismo vamos a vender su alma en subasta pública.”
La señora se quedó muy sorprendida, como de una sola pieza, y como todos los ojos se clavaron en ella, deseó que "la tierra se la tragara" de vergüenza. Sin embargo, no pudo retirarse a tiempo, porque el predicador ya estaba diciendo: “¿Quien comprará el alma de Lady Erskine?”
Después de lanzar semejante proposición, se detuvo un instante para seguir diciendo; “Observo que hay varias personas deseosas de comprar, dispuestas a pagar por este alma.” Y dirigiéndose a la multitud que le escuchaba, dijo:
—”Dime MUNDO, ¿qué darías tú por el alma de esta dama?”
—”Le daré todo el esplendor y la gloria que tengo a mi disposición: honor, prestigio, una vida de lujo, comodidades y entretenimientos.”
—¿Nada más? ¿No le darás, por añadidura, la inmortalidad y la vida eterna?”
— “No, porque no poseo esos valores ni para mí mismo.”
—”Entonces tal precio no nos satisface. MUNDO, no te la llevarás, ¿porque de qué le servirá a esta dama elegante ganar todo el mundo si, a fin de cuentas, pierde el alma?” Pero desde aquí veo que hay alguien más que hace una oferta por su alma. Es Satanás.”