lunes, 24 de diciembre de 2012

Preocúpate por tu vida - Devocional

Vivimos en una sociedad en donde nuestro ojo está puesto en lo que hace otra gente. Se nos hace muy fácil criticar los errores de los demás, juzgarles e incluso decretar juicios anticipados muchas veces.
Cuando se tratar de juzgar, somos “perfectos”; si vemos a alguien que hace algo malo, rápidamente le criticamos y decimos toda clase de asertos que ponen en tela de juicio su verdadera intención; nos preocupamos por lo que hacen los demás y muy poco por lo que hacemos nosotros.
Muchas veces rozamos la hipocresía al juzgar a alguien por su pecado o por su error cuando nosotros estamos practicando cosas semejantes, con la única diferencia de que nadie sabe lo que estamos haciendo o aún no hemos sido descubiertos.
Juzgamos a los demás duramente, criticamos sin pensar en las consecuencias de nuestras palabras y, muchas veces, nuestras palabras son tan dañinas que en vez de levantar al caído lo terminan de sepultar. Somos tan duros con las personas que cometen errores..., pero cuando nosotros estamos en esa misma posición queremos que nos tengan misericordia.
Jesús hablo de esa “preocupación” por la vida de los demás y ese “descuido” por la vida propia. Él dijo lo siguiente: “No se conviertan en jueces de los demás, y así Dios no los juzgará a ustedes. Si son muy duros para juzgar a otras personas, Dios será igualmente duro con ustedes. Él los tratará como ustedes traten a los demás. ¿Por qué te fijas en lo malo que hacen otros, y no te das cuenta de las muchas cosas malas que haces tú? Es como si te fijaras que en el ojo del otro hay una basurita, y no te dieras cuenta de que en tu ojo hay una rama. ¿Cómo te atreves a decirle a otro: “Déjame sacarte la basurita que tienes en el ojo”, si en tu ojo tienes una rama? ¡Hipócrita! Primero saca la rama que tienes en tu ojo, y así podrás ver bien para sacar la basurita que está en el ojo del otro.” Mateo 7:1-5 (Traducción en lenguaje actual). Esta versión no deja lugar a dudas sobre lo que Jesús estaba tratando de explicar.
Antes de preocuparnos por lo que los demás hacen o dejan de hacer, debemos preocuparnos por nuestra propia vida, ¿Cómo está tu vida delante de Dios? ¿Qué es lo que estás practicando que te avergüenza? ¿Qué es lo que nadie sabe que haces y si lo supieran se caería tu imagen de “perfecto”?
Deja de criticar al que comete errores o al que peca; en su lugar extiende una mano de restauración, muéstrale el amor de Dios, cómo su misericordia está dispuesta a levantarle nuevamente; recuérdale que Dios en lugar de excluir, incluye, que la voluntad de Dios es que todos lleguemos al arrepentimiento, que aún hay oportunidad de recibir el perdón y que no hay área de nuestra vida que nos pueda vencer; que puede que muchas veces tropecemos, pero Dios nos levantará y nos hará más fuertes después de cada tropiezo.
Es hora de ver a los demás como a nosotros mismos. Jesús lo dijo: “Y el segundo mandamiento en importancia es: “Cada uno debe amar a su prójimo, como se ama a sí mismo.” Ningún otro mandamiento es más importante que estos dos.” Marcos 12:31 (Traducción en lenguaje actual). Si cada uno de nosotros entendiéramos perfectamente lo que nuestro Señor Jesús quería transmitirnos a través de estás palabras, en vez de criticar y menospreciar, lejos de juzgar y excluir, lo que haríamos sería amar, restaurar, levantar, animar a aquellos que a lo mejor aún no son tan fuertes como creemos que lo somos nosotros.
Deja de preocuparte por lo errores que los otros hacen, deja de estar pendiente para criticar o juzgar, y, en su lugar, si realmente te quieres preocupar por los otros, que sea para bien y no para mal, que de tu boca no salgan palabras de menosprecio o de juicios anticipados porque nosotros nunca sabemos por qué esa persona llegó a ese punto; lejos de criticar o juzgar, debemos amar, ser misericordiosos y mostrar el camino correcto en Cristo Jesús.
Preocupémonos por nuestra vida, por cómo estamos delante de Dios, no estemos pendientes de lo que los demás hacen, en su lugar estemos muy pendientes de lo que nosotros estemos haciendo y si hay muchas cosas que sabemos que no tenemos que hacer, es momento de coger valor y comenzar a ordenar nuestra vida tal y como Dios lo quiere.
Velemos porque nuestra vida sea agradable delante de los ojos de Dios, esforcémonos cada día por ser mejores. Si tropezamos, la mano del Señor siempre estará extendida para levantarnos; dejemos que nos levante, que nos restaure, pero sobre todo aprendamos de nuestros errores para ser mejores cada día; preocupémonos por agradar al que agrado merece, esto es a nuestro Dios y Salvador.

¡Preocúpate por tu vida!

Paciencia - Reflexión con Vídeo

Paciencia
¡Paciencia! La paciencia es un término utilizado por todos nosotros de manera permanente y en casi todos los órdenes de nuestras vidas; también se debe precisar que, con el paso de los años, en nuestra vida se agudiza su repetición verbal o mental; es muy frecuente escuchar exclamaciones como -¡Paciencia… Paciencia! ¡Oh, Señor dame paciencia!, entre otras, acompañadas con un lenguaje corporal bastante evidente.
Técnicamente, la definición dice que paciencia "es la actitud que lleva al ser humano a poder soportar contratiempos y dificultades para conseguir algún bien". “Es la constancia valerosa que se opone al mal, y a pesar de lo que sufra el hombre no se deja dominar por él”. También "es aquello que las personas necesitan en muchos casos para mantenerse estables y tranquilos en un momento determinado".
La paciencia es un rasgo de personalidad madura. Es la virtud de quienes saben sufrir y tolerar las contrariedades y adversidades con fortaleza, sin lamentarse. Esto hace que las personas que tienen paciencia sepan esperar con calma a que las cosas sucedan, ya que piensan que a las cosas que no dependan estrictamente de uno hay que darles tiempo.
Paciencia es espera y serenidad en las cosas que se desean. Paciencia es aprender a esperar cuando realmente no se quiere. Paciencia es estar dispuesto a enfrentarte con los desafíos y retos que te ofrece la vida, siendo consciente de que también la misma vida te da la fuerza y valor para resistir y enfrentarte con cada reto.
El término se va asimilando con el paso de los años, se comprende con ayuda de la fe y es una muestra clara de sabiduría y madurez.

Mi Esperanza está en Dios - Reflexiones con vídeo

Mi esperanza está en Dios desde hoy y para siempre, hasta el final. Por más problemas y luchas sé que puedo confiar en Dios, que Él nunca me dejará.
Mi esperanza está en Dios
Desde hoy y para siempre
Mi esperanza está en Dios hasta el final
Estoy ahora en la presencia del Señor
El que sostiene todo con poder
¿El mar turbado puede detener el sacrificio?
Él dio su vida por mí
Mi esperanza está en Dios
Desde hoy y para siempre
Mi esperanza está en Dios hasta el final
Su tierno amor se muestra en cada amanecer
Que viene al quebrantado pecador
Para sanar y para perdonar
El que confía en Él encontrará la paz
Mi esperanza está en Dios
Desde hoy y para siempre
Mi esperanza está en Dios hasta el final
Señor (Oh Señor)
Confío en ti (confío en ti)
Desde hoy y para siempre
Mi esperanza está en Dios hasta el final
Mi esperanza…mi fe puesta en Jesús
Su palabra y su virtud

Hasta el final (El final).

El amor es algo más… - Reflexiones

Una maestra de Kinder trataba de explicar a los niñitos de su clase lo que es el amor; pero no podía, y para saber lo que decían sus pequeños alumnos, les preguntó qué es el amor.
Entonces una niñita de seis años de edad se levantó de la silla y fue hasta la maestra, la abrazó, la beso y le declaró: ” Esto es amor.”
En seguida la maestra dijo: “Está bien; pero el amor es algo más. ¿Qué es ese algo?”
La misma niña, después de un rato de estar pensando, se levantó y comenzó a poner en orden las sillitas que estaban fuera del lugar que les correspondía. Limpió bien el pizarrón, levantó unos papeles que estaban en el suelo, arregló los libros que estaban en desorden sobre una mesa; y en seguida, con aire de satisfacción, dijo a su maestra: “Amor es ayudar a otros”. 
La niñita tenía razón. –
Amor es sólo palabras. El genuino y verdadero amor se demuestra con hechos, acciones y gestos. Jesús demostró su amor por nosotros dando su vida en el Calvario.
El que dice que está en la luz, y aborrece a su hermano, está aún en tinieblas.
El que ama a su hermano, permanece en la luz y no hay causa de tropiezo en él.
Pero el que aborrece a su hermano, está en tinieblas y anda en tinieblas, y no sabe adonde va, porque las tinieblas han cegado sus ojos.
1 Juan 2:9-10

Reflexión de Navidad - Devocional - vídeo

Pensar en la Navidad, precisamente, estos días cuando todo mundo la celebra, nos debe llevar a pensar en algo en especial.
Primero, decir que la Biblia no describe el día especifico del nacimiento de Jesús, lo mas probable es que no naciera un 25 de Diciembre como todo mundo lo celebra. La Biblia dice que se había profetizado el nacimiento del Mesías y que sería en Belén (“Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad.” Miqueas 5:2 (Reina-Valera 1960)), pero no se especificó nunca un año, un mes o un día en particular.
Cuando la época que llamamos Navidad se acerca, hay toda clase de pensamientos, como los de aquellos que celebran estos días, aquellos que no les dan tanta importancia y aquellos que se preocupan por pelear con medio mundo para dejar claro que Jesús no nació en estas fechas.
¿Importa realmente qué día o mes nació Jesús?, ¡No!, lo importante que es que NACIÓ y que por medio de Él nosotros ahora podemos alcanzar perdón para nuestros pecados.
Para Dios mismo no es importante el día o el mes del nacimiento de Jesús, porque si así hubiese sido, Él hubiese especificado el día, mes y hora, pero no lo hizo porque sabe que somos capaces de darle más importancia a esos detalles, que al hecho de valorar su nacimiento como principio de la salvación del mundo.
La Biblia dice que Jesús al nacer fue puesto en un pesebre: “Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón.” Lucas 2:7. La Biblia ni siquiera menciona el lugar exacto de su nacimiento, la dirección exacta; sólo especifica que nació en Belén. ¿Por qué no lo menciona? Es de imaginar que Dios considera que si lo supiéramos haríamos de ese lugar un sitio de comercio y turismo, dándole más importancia al lugar que al hecho de que Jesús nació para darnos vida y vida en abundancia.
Quizá nos preguntemos: ¿Es bueno o malo celebrar la Navidad? Más allá de discutir sobre si celebrar o no la Navidad, lo que debemos celebrar cada día es el hecho de que Jesús vino al mundo, que nació, creció, desarrolló su Ministerio y murió por nosotros. Y todo comenzó a través de su nacimiento; si Él no hubiese nacido, ahora estaríamos perdidos, pero gracias a que nació, creció y murió por nosotros, ahora disfrutamos de una vida que solo Él ofrece.
No pierdas el tiempo en pelear, en contradecir, en tratar de aclarar si es bueno o no celebrar esto o aquello. Que tu corazón esté centrado en una sóla cosa en especial y es que gracias a JESÚS HOY TENEMOS VIDA.
¿Importa cuándo nació? ¿Importa cómo fue? ¿Importa el lugar especifico? ¿Importa la fecha exacta? ¡Claro que no!, lo realmente importante es que VINO AL MUNDO para que el mundo fuera salvo por Él.
Lo importante de Jesús fue lo que hizo por nosotros y eso fue morir en la cruz por nuestros pecados en sustitución de nosotros, el Justo muriendo por los injustos.
Tú puedes celebrar lo que quieras, pero si Jesús aún no ha nacido en tu corazón, entonces su venida a este mundo fue en balde. Más allá de que celebres una fecha específica, Dios lo que quiere es que puedas abrir tu corazón para que Jesús entre y nazca en tu vida, y con ello puedas recibir la vida eterna que Él tiene preparada para los que creen en Él y confiesan su Nombre.
Te invito a que el propósito por el que Jesús vino a este mundo se cumpla en tu vida, ¿Cómo?, entregándole tu corazón a Él. Si conscientemente nunca le has entregado tu corazón a Jesús, hoy te invito a que hagas la siguiente oración:

“Señor Jesús, reconozco que soy pecador, reconozco que Tú viniste a este mundo y moriste en mi lugar. Hoy te pido perdón por todos mis pecados, me arrepiento con todo mi corazón de todo lo que hice, dije o pensé, reconozco que Tú eres Dios y por lo tanto este día te acepto como mi Señor y Salvador personal. Toma mi vida y transfórmala, ya no quiero ser el mismo; crece en mí para que yo pueda menguar, pero sobre todo ayúdame a hacer tu perfecta voluntad. Amén”

Si hoy conscientemente y con corazón sincero realizaste esta oración, debes estar seguro que Jesús te ha perdonado de cualquier pecado que hubieses cometido. Hoy el propósito por el que Jesús vino a este mundo se ha cumplido en tu vida, pues Él vino para darte vida y vida en abundancia.

¡Jesús nació, creció y murió por ti y por mí!