jueves, 24 de noviembre de 2016

Fe sacrificial

Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. (Mateo 5:10).
Es domingo por la tarde y estoy sentada en el jardín de nuestra casa, cerca de la iglesia donde mi esposo es pastor. Se oyen melodías de alabanza y adoración en idioma farsi, ya que una vibrante congregación de creyentes iraníes se reúne en nuestra iglesia londinense. Su pasión por Cristo nos conmueve, cuando comparten cómo fueron algunos perseguidos y otros, como el hermano del pastor, martirizados por su fe. Siguen los pasos de Esteban, el primer mártir cristiano.
Esteban, uno de los primeros líderes de la iglesia primitiva, atraía la atención en Jerusalén al hacer «grandes prodigios y señales» (Hechos 6:8), y fue llevado ante las autoridades judías. Antes de describir la dureza del corazón de sus acusadores, presentó una apasionada defensa de su fe. Pero en vez de arrepentirse, ellos «se enfurecían en sus corazones, y crujían los dientes contra él» (Hechos 7:54). Entonces, lo sacaron de la ciudad y lo apedrearon mientras él oraba para que fueran perdonados.
La historia de Esteban y las de los mártires actuales nos recuerdan que el mensaje de Cristo puede ser brutalmente atacado. Si nunca nos persiguieron por nuestra fe, oremos por la Iglesia perseguida en el mundo y sirvamos fielmente a Aquel que sufrió tanto más por nosotros.

Señor, fortalece y consuela a los creyentes perseguidos.
Que hallemos gracia para caminar en los pasos del Maestro.

¿Cuáles son las Cuatro Leyes Espirituales?

Las Cuatro Leyes Espirituales son una manera de compartir las buenas nuevas de la salvación, disponible por la fe en Jesucristo. Es una manera sencilla de organizar la información importante del Evangelio en cuatro puntos.
Resultado de imagen de “¿Cuáles son las Cuatro Leyes Espirituales?”La primera de las Cuatro Leyes Espirituales es “Dios le ama y tiene un plan maravilloso para su vida”. Juan 3:16 nos dice, “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. Juan 10:10 nos da la razón por la que vino Jesús. “He venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”. ¿Qué nos impide experimentar el amor de Dios? ¿Qué nos impide tener una vida abundante?
La segunda de las Cuatro Leyes Espirituales es, “La humanidad está contaminada por el pecado, y por tanto está separada de Dios. Como resultado, no podemos conocer el maravilloso plan de Dios para nuestras vidas”. Romanos 3:23 afirma, “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios”. Romanos 6:23 nos da las consecuencias del pecado, “Porque la paga del pecado es muerte”. Dios nos creó para que tuviésemos compañerismo con Él. Sin embargo, la humanidad trajo el pecado al mundo, y por tanto, está separada de Dios. Hemos arruinado la relación que Dios quería que tuviéramos con Él. ¿Cuál es la solución?
La tercera de las Cuatro Leyes Espirituales es, “Jesucristo es la única provisión de Dios para nuestro pecado. A través de Jesucristo, podemos tener nuestros pecados perdonados y restaurar una verdadera relación con Dios”. Romanos 5:8 nos dice, “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros”. 1ª Corintios 15:3-4 nos dice lo que necesitamos saber y creer para ser salvos, “…que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras, y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras…” En Juan 14:6, Jesús mismo declara que Él es el único camino a la salvación, “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”. ¿Cómo puedo recibir este maravilloso don de la salvación?
La cuarta de las Cuatro Leyes Espirituales es, “Debemos poner nuestra fe en Jesucristo como Salvador, a fin de recibir el don de la salvación y conocer el maravilloso plan de Dios para nuestras vidas”. Juan 1:12 describe esto para nosotros, “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”. Hechos 16:31 lo dice muy claro, “¡Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo!” Podemos ser salvos solamente por gracia, solamente a través de la fe, y solamente en Jesucristo (Efesios 2:8-9).
“Dios, sé que he pecado contra ti y merezco castigo. Pero Jesucristo tomó el castigo que yo merecía, y a través de la fe en Él yo puedo ser perdonado. Me aparto de mi pecado y pongo mi confianza en ti para la salvación. ¡Gracias por tu maravillosa gracia y perdón – el don de la vida eterna! En el nombre de Jesús, ¡Amén!”

Entre bambalinas

Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe. Juan 3:30
Inline image 1Las conferencias de evangelización de nuestra iglesia concluyeron con una reunión en la que se convocaba a toda la ciudad. Mientras el equipo que había organizado y encabezado el evento, formado por el grupo juvenil de música, consejeros y líderes de la congregación, subía al escenario, todos aplaudíamos emocionados y expresábamos nuestra gratitud por su ardua labor.

Sin embargo, hubo un hombre que casi pasó inadvertido, aunque era el líder de ese equipo. Días después, lo vi, le agradecí y lo felicité por su trabajo, y agregué: «Casi no lo vimos durante el programa».

«- A mí me gusta trabajar entre bambalinas», respondió. No le interesaba que lo reconocieran, sino que prefería que apreciaran el trabajo de los colaboradores.

Su forma de ser discreta fue todo un sermón para mí. Me recordó que, cuando sirvo al Señor, no debo buscar reconocimiento, ya que puedo honrar a Dios aunque los demás lo valoren expresamente o no. Una actitud prepotente, centrada en este caso en Cristo, puede causar unos celos mezquinos o unas rivalidades perjudiciales.


A solas con Dios

a solas con DiosChristmans Evans, un grande de la predicación en Gales, recibió ese nombre por haber nacido en Navidad, en el año 1766, y la gente lo apodó el predicador tuerto, porque era ciego de un ojo. 

Christmans relata la siguiente experiencia, vivida en un momento trascendental de su vida, y que sucedió un domingo por la tarde: mientras iba viajando por un camino muy solitario, en medio de la naturaleza que lo rodeaba, se hizo un examen interior y se dio cuenta que estaba siendo dominado por la indiferencia. Se convenció de que su corazón era completamente indiferente a cualquier circunstancia, y al respecto dijo: Amarré mi caballo y me fui a un lugar muy apartado en donde anduve sin rumbo, en agonía, repasando mi vida. Esperé tres horas ante Dios, quebrantado por la tristeza, hasta que percibí la magnanimidad de su amor para perdonar, y recibí de Dios un nuevo bautismo del Espíritu Santo. Cuando el sol se estaba ocultando, volví al camino, encontré mi caballo, monté en él y me fui a la cita. Al siguiente día prediqué con un poder tan renovado a un vasto concurso de personas reunidas a un lado de una colina, que se inició un avivamiento que se extendió por todo Gales.