viernes, 28 de septiembre de 2012

Los Entendidos Resplandecerán Como El Firmamento - devocional - vídeo

Los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad. Daniel 12:3.
Palabras muy a propósito para despertarme y que me señalan un fin por el que bien vale la pena vivir. Ser inteligente es algo inapreciable pero la inteligencia de que aquí se trata es la sabiduría divina, que únicamente el Señor puede conceder. ¡Ojalá me conociese a mí mismo, a mi Dios y a mi Salvador! ¡Oh, Dios, enséñame a poner en práctica la verdad divina y a vivir en su luz!
¿Vivo yo una vida prudente? ¿Busco yo lo que debo buscar? ¿Vivo como desearía haber vivido en la hora de mi muerte? Sólo esta sabiduría podrá asegurarme un resplandor tan permanente como el del firmamento. Ganar almas es un fin glorioso y es necesario ser sabio para enseñar a una sola persona la justicia y más aún para enseñarla a muchos. 
¡Oh, si tuviera yo este conocimiento de Dios, de su Palabra y de Cristo para poder llevar a la conversión a un gran número de personas! Podría consagrarme enteramente a esta empresa, y no descansaría hasta lograrlo. Esto valdría para mí más que todos los honores de que podría gozar en la corte. Esto hará de mí una estrella resplandeciente por toda la eternidad y más brillante que muchas estrellas del firmamento.
Hoy… quiero ser fiel para que la luz de Dios brille através de mi.
¡Señor, despiértame! ¡Señor, vivifícame! Amén.

Inténtalo - Reflexión - ¡Es Mejor Intentarlo! - Promesas de Dios

Franklin D. Roosevelt acostumbraba a decir: “Es normal elegir un método y probarlo. Si es un fracaso admítalo con franqueza. Pero sobre todas las cosas pruebe a hacer algo”.
En el libro Alas de Águila, Ted W. Engstrom da este consejo acerca de la importancia de intentarlo “Si comienza hoy puede empezar a disfrutar del uso y del desarrollo de sus talentos. Para comenzar usted deberá arriesgar algo pequeño como un dedo del pie en lugar del cuello”.
reflexiones -intentar“Por ejemplo, si siempre ha deseado escribir, escriba algo, un artículo corto, un poema, un relato de sus vacaciones. Escríbalo como si fuese a ser publicado y luego preséntelo en alguna parte.
Si es fotógrafo, reúna sus mejores fotografías y preséntelas en algún concurso. Si cree ser un buen tenista o golfista, participe en algunos torneos y vea los resultados. Seguramente no gane los primeros premios, pero piense cuánto aprenderá y experimentará simplemente por intentarlo”.
El primer paso al intentarlo podría ser un curso que haga en un colegio local, lecciones privadas, o dirigir sus propios sencillos experimentos. El intento se perfecciona con la práctica. Manténgase fiel a lo que quiera hacer.
El peor de los fracasos es… ¡no intentarlo!
La derrota no es la peor de las tragedias. La verdadera tragedia es no haberlo intentado.
Josué 1:9
¡Sé fuerte y valiente! No temas ni te acobardes, porque el Señor tu Dios estará contigo dondequiera que vayas.

No es lindo fracasar, pero peor es no haberlo intentado nunca!
Proverbios 10:4
Dios no dejará padecer hambre al justo;
Mas la iniquidad lanzará a los impíos.
10:4 La mano negligente empobrece;
Mas la mano de los diligentes enriquece.
Proverbios 10:5
El que recoge en el verano es hijo sabio, el que duerme durante la siega es hijo que avergüenza.
Proverbios 12:27
El indolente no asa su presa, pero la posesión más preciosa del hombre es la diligencia.
Proverbios 13:4
El alma del perezoso desea, pero nada consigue, mas el alma de los diligentes queda satisfecha.
Proverbios 18:9
También el que es negligente en su trabajo es hermano del que destruye.
Proverbios 21:5
Los proyectos del diligente ciertamente son ventaja, mas todo el que se apresura, ciertamente llega a la pobreza.
Proverbios 12:26
El justo es guía para su prójimo, pero el camino de los impíos los extravía.
Proverbios 13:4
El alma del perezoso desea, pero nada consigue, mas el alma de los diligentes queda satisfecha.
Proverbios 6:9
¿Hasta cuándo, perezoso, estarás acostado? ¿Cuándo te levantarás de tu sueño?
Proverbios 10:26
Como el vinagre a los dientes y el humo a los ojos, así es el perezoso para quienes lo envían.
Proverbios 20:4
Desde el otoño, el perezoso no ara, pide en la cosecha, y no hay nada.
Proverbios 23:19
Escucha, hijo mío, y sé sabio, y dirige tu corazón por el buen camino.
Proverbios 26:16
El perezoso es más sabio ante sus propios ojos que siete que den una respuesta discreta.
Proverbios 30:24
Cuatro cosas son pequeñas en la tierra, pero son sumamente sabias:
Proverbios 30:25
las hormigas, pueblo sin fuerza, que preparan su alimento en el verano;
Jeremías 8:7
Aún la cigüeña en el cielo conoce sus estaciones, y la tórtola, la golondrina y la grulla guardan la época de sus migraciones; pero mi pueblo no conoce la ordenanza del SEÑOR.




Las apariencias engañan - Meditaciones, Reflexión

Dios me dijo: "Yo te elegí antes de que nacieras; te aparté para que hablaras en mi nombre a todas las naciones del mundo". Le contesté: Dios todopoderoso, yo no sé hablar en público, y todavía soy muy joven. Pero Dios me tocó los labios y me dijo: No digas que eres muy joven. A partir de este momento tú hablarás por mí. Irás a donde yo te mande, y dirás todo lo que yo te diga. No tengas miedo, que yo estaré a tu lado para cuidarte. Desde hoy tendrás poder sobre reinos y naciones, para destruir o derribar, pero también para levantar y reconstruir. Jeremías 1:5-9 (Traducción Lenguaje Actual).
Todos tenemos sueños que anhelamos hacer realidad en nuestras vidas, y cuando vemos que pasa el tiempo y no llega aquello que tanto esperamos, empezamos a desesperarnos y a confiar en nuestras propias fuerzas, y es entonces cuando pretendemos hacer algo para forzar el logro de lo que tanto deseamos, intentamos darle una ayudita o un empujoncito a Dios.
Es natural que queramos ver de inmediato, o cuanto menos muy pronto, los resultados de nuestro esfuerzo y de nuestra entrega en determinadas metas o proyectos; sin embargo, esta razón no se puede convertir en una justificación para olvidar en quién debe estar puesta nuestra confianza; los tiempos de Dios no son nuestros tiempos y Él no necesita “ayuditas o empujoncitos” extras de nuestra parte para que las cosas se realicen.
Cuántas veces nos hemos comportado de la misma manera que Jeremías, dudando de las capacidades que Dios mismo nos ha regalado y pensando que no somos lo suficientemente buenos para lograr nuestras metas. Cuántas veces pensamos en tirar la toalla simplemente porque vemos que los resultados que tanto esperamos no se dan, nos dejamos llevar por la situación del momento, se nos olvida que todo eso que vivimos tiene un propósito divino y que tarde o temprano tendrá que pasar porque esa es la intención de Dios. Se nos olvida que una vez que le entregamos el control de nuestra vida a Jesús, y desde ese momento en adelante, es Él quien lidera cada uno de los sueños y deseos que se encuentran en nuestro corazón.
El Señor es maravilloso, es encantadora la manera en que Él obra porque cada vez más las fuerzas del hombre quedan ridiculizadas con el poder sobrenatural que viene de su parte. Dios no quiere que nos rindamos, Él quiere que con cada dificultad que atravesemos nuestra fe hacia Él crezca cada vez más; por eso, independientemente del panorama que estés viviendo en este momento, no albergues pensamientos de derrota y frustración en tu mente, no declares palabras de maldición, no digas que eres un inútil y un incapaz, no digas que las cosas no van a cambiar. Recuerda que Dios no se fija en las apariencias, lo único que Dios quiere con esta situación es que no olvides que tus logros no se van a dar por tus propias fuerzas, porque es Él quien te da el triunfo, es Él quien te hace capaz, es Él quien hace que te esfuerces y te lleva a la meta que quieres alcanzar.
Recuerda que Dios mira lo que hay en nuestro corazón aunque muchos duden de lo que podemos hacer o lograr porque quizá las cosas no se vean tan bien como esperábamos; al final Dios cumplirá sus promesas y Él nos la dará la victoria; créelo y lo verás.
El peor error que cualquier persona puede cometer es confiar sólo en sí mismo y dejar de depender de Dios. Él quiere que confiemos en Él y no en nosotros, y es por eso que las adversidades son necesarias porque son ellas las que nos llevan a aferrarnos a su amor. En la mayoría de las ocasiones son las dificultades las que nos permiten reconocer su poder sobrenatural, así que no te preocupes si las cosas no están tan bien, las apariencias engañan. Cuando para nosotros las cosas van mal, para Dios van muy bien porque Él sabe perfectamente a dónde vamos a llegar si no dejamos de confiar en Él.

¡DIOS ES FIEL, ÉL NO TE FALLARÁ!


El verdadero premio - Cortometraje Cristiano


Un vídeo acerca de lo importante de ser humilde ante cualquier circunstancia. 
Humildad ante todo 


El Amor De Los Amores - Relación con Dios - vídeo

Todos los seres humanos tenemos la necesidad de amar y ser amados; es algo intrínseco a nuestra naturaleza. Así parece, aunque no podemos verlo, que nuestro corazón, aparte de tener cavidades que se llenan y vacían de sangre constantemente, también tiene cavidades que sólo pueden llenarse con sentimientos.
Todas nuestras necesidades fisiológicas pueden ser satisfechas pero el ser humano trasciende su cuerpo y necesitamos mucho más que comer y dormir. La complejidad de nuestro ser interior, ése que no se ve a simple vista pero que indudablemente existe y determina quienes somos, le confiere al ser humano una necesidad fundamental cuya satisfacción le garantizará una existencia feliz.
Hablamos de la necesidad del amor, de esa necesidad de ser estimados, de recibir consideración por nuestras ideas, pensamientos y palabras; la necesidad de ser escuchados, y de que alguien nos mire a los ojos mientras escucha lo que le decimos; la necesidad de ser importante para algunos, de poder recibir su atención, de ser objeto de sus cariños y cuidados. Pero también de la necesidad de recibir de lo que damos y, al revés, de servir de protección, de ser alegría, de proveer de cuidados y de compartir nuestras derrotas tanto como nuestras victorias.
El primer amor humano en nuestras vidas es el amor de nuestra madre, ella es la guardiana de nuestra alma; ella es la primera fuente de alimento para nuestro ser en todas sus facetas; de allí que amamantar a un bebé se convierta en un acto de alimentación física, psicológica y espiritual.
Mientras la madre nos brinda su ternura y nos alimenta desde sus entrañas, el amor del padre es el fundamento sólido sobre el que se edifica nuestra seguridad; su autoridad representa nuestro refugio y nos establece límites para definir nuestro norte para no ir a la deriva. El padre es ese árbol frondoso bajo cuyas ramas podemos descansar, es la voz de Dios en nuestro hogar, el capitán del barco.
Luego viene el amor de los hermanos; el mayor solaz que podemos tener desde nuestra infancia y hasta nuestra despedida. Una de las bendiciones más grandes para un niño, un adolescente o un adulto es contar con el hermano amigo; el que te ama tan profundamente que podría entregar su vida por la tuya pero cuya confianza en ti le permite expresarte esas verdades que ningún otro te diría.
El amor entre hermanos no tiene tiempo, ni filosofía, ni colores que puedan cambiarlo. Es, como pocos, inalterable, siempre está allí aunque pasen muchos años y corra mucha agua debajo del puente. La fuerza de las experiencias vividas en la niñez potencia este amor hasta la eternidad, y los vínculos que se establecen difícilmente pueden romperse. Más tarde vienen los amigos, y hay algunos que llegan a estar tan unidos a ti como un hermano. Un amigo goza con todas tus alegrías y es la mejor medicina en tiempos de angustia. En estas relaciones de amigos los primos son muy especiales pues ellos tienen algunos matices de hermanos y otros de verdaderos amigos. ¡Un primo puede ser el amigo de toda la vida!
En la edad adulta viene el amor de la pareja; el amor a través del cual nos expresamos en toda nuestra dimensión como seres humanos. El amor de la pasión y el amor del sosiego. El amor que nos protege y el amor que nos suelta y nos impulsa. El amor que cree y que nos confronta. El amor que crece con nosotros a medida que los años de la vida le agregan canas a nuestras cabezas y heridas a nuestras almas. Y con este amor llega a nosotros el amor más sublime de la Tierra: ¡Los hijos benditos! No hay palabras para expresar ese amor tan grande. Ellos nos convierten en creadores, nos dan el privilegio de participar en el proyecto de sus vidas. Los hijos nos llevan a conocer las profundidades en el océano del amor, los tesoros más hermosos que nos guarda la vida. El amor que menos nos pertenece y quizá al que más nos aferramos. ¡Los hijos benditos!
Sin embargo, ni los amores más sublimes y excelsos de la vida pueden llenar nuestras almas creadas para la eternidad. En los mejores casos en los que todos estos amores nos hayan bendecido la vida, siempre existe y existirá un vacío en el ser humano que ningún amor terrenal puede llenar.
En esos momentos de soledad en los que nos encontramos con nosotros mismos podemos entender que más allá de todos estos amores nuestras almas necesitan más. Porque hay un amor que está por encima de todos estos amores; un amor que trasciende nuestra humanidad; un amor que nos devuelve el carácter eterno de nuestras almas; un amor que llena cada lugar recóndito de nuestro ser; un amor que nos dignifica como seres humanos y nos establece con un propósito que le confiere un valor incalculable a nuestras vidas. Es el amor de Dios. ¡Es el amor de los amores!
“Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia”.
Jeremías 31:3