miércoles, 12 de febrero de 2020

¿Qué es la Apologética Cristiana?

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La palabra apologética proviene de una palabra griega que significa literalmente “dar una defensa”. La apologética cristiana, entonces, es la ciencia de dar una defensa de (defender) la fe cristiana. Hay muchos escépticos que niegan la existencia de Dios y/o atacan la creencia en el Dios de la Biblia. Hay muchos críticos que atacan la inspiración y la inerrancia de la Biblia. También hay muchos falsos maestros que promueven doctrinas falsas y niegan las verdades claves de la fe cristiana. La misión de la apologética cristiana es combatir estos movimientos, y en su lugar, promover al Dios cristiano y la verdad cristiana.

Probablemente el versículo clave en la Biblia para la apologética cristiana es 1 Pedro 3:15, “sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros…”. No hay excusa para un cristiano que sea totalmente incapaz de defender su fe. Todo cristiano debe poder dar una presentación razonable de su fe en Cristo. 

Es obvio que, para ello, el cristiano no necesita ser un experto en apologética. Pero, eso sí, cada cristiano debe saber lo que cree, por qué lo cree, cómo compartirlo con otros, y cómo defenderlo contra mentiras y ataques.

El segundo aspecto de la apologética cristiana que a menudo se ignora es la segunda mitad de 1 Pedro 3:15, “con mansedumbre y reverencia”. Defender la fe cristiana con la apologética nunca debe implicar ser maleducado, enojado, o irrespetuoso. Mientras practicamos la apologética cristiana, debemos esforzarnos en ser fuertes en nuestra defensa, y al mismo tiempo, ser como Cristo en nuestra presentación. Si ganamos un debate, pero alejamos aún más a la persona de Cristo por nuestra actitud, hemos perdido el propósito verdadero de la apologética cristiana.

Rutina & Pasión

Dos palabras que significan mucho, con las que muchas personas batallan mucho también. Bien es cierto que la vida cristiana no es nada fácil, que por momentos nos podemos sentir ahogados en un mar de problemas, que nos puede visitar la enfermedad, en fin, todas no son más que pruebas, porque Dios siempre nos pasa por el fuego.
Pero con esto, ¿cuánta gente convive?, ¿cuánta gente pasa la prueba?, ¿y cuánta gente sigue adelante? Aún con la fuerza de la fe, a pesar de todo, muchas personas caen en la religiosidad, en legalismos, en falsas doctrinas; porque llegan a poner su mirada en hombres, o quizás todo se vuelve rutinario. Muchas personas, quizá nosotros mismos, permitimos que nuestra vida espiritual se vuelva rutinaria.
Es un grave problema que muera la pasión, que muera el hambre y sed por Él, por ese que una vez, o por un tiempo, o mejor dicho en el inicio, todo lo que hablábamos, cantábamos, ¡era de Dios! Pero cuando caemos en este horrible hueco, por así decirlo, cuando caemos en la rutina, cuando ya se nos hace monótono ir a los días de culto, cuando vamos por costumbre, porque si no voy dirán que estoy mal, por compromiso, quizá por inercia ... malo.
Cada día es un desafío, la carne no quiere orar ni leer la palabra, y mucho menos ayunar. Pero cuando vienen las tentaciones, nos quejamos a Dios. A Él porque permitió que lo hiciéramos, y es entonces cuando se cumple lo que Él dice, que velemos porque Satanás anda como león rugiente buscando a quien devorar. Él no duerme, somos nosotros los que nos descuidamos, y hacemos aburrido el vivir para Cristo.
Rutina. Veamos su significado: Hábito o costumbre de hacer algo maquinalmente.
Muchas veces hasta realizamos las oraciones mecánicamente, parecemos religiosos que repiten sus oraciones, parece que vamos a la casa de Dios por hábito y no por pasión; pero debemos ir por agradecimiento, por la necesidad de alabar al Rey, a nuestro padre. Muchas veces Dios nos bendice tanto, que ya no lo buscamos. Lo buscamos cuando estamos necesitados otra vez en el área que sea.

Sus Palabras No Pasarán

El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. Mateo 24:35.
Cuando recibiste a Jesucristo como tu Salvador, te convertiste en uno de Sus seguidores; esto es, sigues Sus enseñanzas y Su forma de vivir. Igualmente, como discípulo de Jesús, estás capacitado y moldeado por Sus palabras.
No podemos seguirlo literalmente, no podemos ser como las multitudes de la antigüedad que físicamente siguieron a Jesús, incluso hasta al desierto, para ser tocados y enseñados por Él. La única manera en que verdaderamente podemos seguir a Jesús en esta tierra, es siguiendo Sus instrucciones para la vida en general y Sus sugerencias específicas para nuestras vidas personales. Esto es lo que significa seguir Sus caminos; lo que Jesús quiso decir cuando dijo que Sus ovejas oyen Su voz.
Resultado de imagen de Sus Palabras No PasaránSuena relativamente fácil en ciertos aspectos, pero la mayoría de las veces, las palabras y los consejos de Jesús van exactamente en sentido contrario a lo que se nos ha enseñado. Para una persona "común", las “cosas del Espíritu de Dios son una necedad; y no las puede entender”.
Lo que Dios dice rara vez se ajusta a lo que estamos acostumbrados a pensar o a creer. Así pues, si queremos “seguir” al Señor, debemos acostumbrarnos a hacernos los sordos a nuestra antigua forma de pensar, y estar a favor de los nuevos caminos que Él nos ofrece mediante Sus palabras. Esto es lo que Jesús quiere decir cuando nos pide que nos neguemos a nosotros mismos. Dice que si queremos ir en pos de Él, ajustarnos y adaptarnos al lugar adonde va, debemos negar y contradecir las suposiciones y los patrones que han guiado nuestra vida hasta ahora.
En repetidas ocasiones el Señor dice: “Confíen en Mí, así es como realmente funcionan las cosas… Los últimos serán los primeros. Da, y terminarás teniendo más. La grandeza viene mediante el servicio".