lunes, 21 de septiembre de 2015

El Crecimiento Espiritual en La Vida Cristiana

“OS ESCRIBO A VOSOTROS, HIJITOS, PORQUE VUESTROS PECADOS OS HAN SIDO PERDONADOS…” (1 Juan 2:12)
Hay tres etapas en el crecimiento espiritual. 
La primera es la infancia. El término griego “…hijitos…” se refiere a niños pequeños, y si hay algo que los niños saben hacer muy bien, es tropezar y caer. Hasta que aprendan a caminar, necesitan que alguien los recoja, que seque sus lágrimas, vende sus rodillas heridas y les asegure que caerse no significa que nunca caminarán o que no son parte de la familia.

Y hay dos cosas que un niño espiritual necesita entender:
(a) las diferencias entre sus etapas de crecimiento y
(b) su posición ante Dios. 

Confiar en la obra completa de Cristo es lo único que te justifica delante del Señor. Desde ese momento eres un hijo suyo completamente aceptado y redimido, y así es como Él te ve. Si olvidas esto, tendrás muchos problemas, porque cada vez que caigas el diablo te hará dudar de tu salvación.

El perdón que recibes cuando naces de nuevo, es un acto judicial de parte de Dios haciéndote un miembro íntegro de su familia. Por otra parte, el perdón que recibes diariamente es un hecho consecuente. Suponte que metas unos números incorrectos en tu calculadora. y, ¿qué es lo que haces? Pues bien, tienes un botoncito que dice: “cancelar”, que te permite borrar el error y comenzar de nuevo. Eso es lo que la sangre de Cristo hace por ti. El arrepentimiento te concede pasar por encima del pecado, provocando el perdón del Señor para que el flujo de su gracia continúe. Y cuando la gracia fluye, el crecimiento viene después. Lo más importante que hay que recordar acerca del pecado es tener siempre las “cuentas al descubierto” con Dios.
“OS ESCRIBO A VOSOTROS, JÓVENES, PORQUE HABÉIS VENCIDO AL MALIGNO” (1 Juan 2:13b)

Valoración

La historia de David derribando al gigante Goliat solo con una honda de pastor es conocida universalmente. Lo que tal vez no es tan conocido es el trasfondo biográfico de la vida de David, antes de saltar a la fama por vencer al temible y aguerrido filisteo. Es así, porque el peso y la enorme contundencia de este relato, con frecuencia “eclipsa” a muchos otros aspectos interesantes y edificantes de la vida de David.
Pero el Señor le dijo a Samuel: No te dejes impresionar por su apariencia ni por su estatura,  pues yo lo he rechazado. La gente se fija en las apariencias, pero yo me fijo en el corazón. (1 Samuel 16:7 NVI 1984)
En este pasaje Dios le dice al profeta que ha elegido a uno de los hijos de Isaí en sustitución del rey Saúl. Los tres hijos mayores de Isaí habían marchado a la guerra con Saúl. Uno a uno los hicieron venir y se los presentaron al profeta Samuel, según su apariencia fuerte y aguerrida. Sin embargo, Dios reprende al profeta pues Él mira solo el corazón de los hombres, mientras nosotros vivimos fijándonos en las apariencias. David es el último en aparecer, el que menos era tenido en cuenta. Alguien se acordó de que aún quedaba un hijo, en medio del desierto, cuidando los rebaños de las ovejas de su papá. ¡Ah!, ¿a éste es al que quieren?
Un capítulo más adelante, vemos a Goliat desafiando al ejército de Israel mientras los soldados de Dios huyen despavoridos. Y David, nuevamente, el que menos fue tenido en cuenta para pelear con el gigante filisteo, se ofrece para enfrentarlo.
“-¿Qué has venido a hacer aquí? ¿Con quién has dejado esas pocas ovejas en el desierto?”, le dicen con desprecio sus propios hermanos. 
-¡Cómo vas a pelear tú solo contra este filisteo!, replicó Saúl. No eres más que un muchacho, mientras que él ha sido un guerrero toda la vida”, le dijo el rey Saúl. Evidentemente, David no gozaba de la mejor de las calificaciones de parte de sus contemporáneos.

El mundo necesita amor

Nosotros, como seres humanos, fuimos creados con el propósito de amar pero se nos olvida. Pasamos más tiempo peleando y haciendo enemigos que haciendo amigos, más tiempo peleándonos que reconciliándonos. Sin embargo, cuando Jesucristo estuvo en el mundo nos dio una gran enseñanza; sin decir nada, muchas veces derrochó amor: le dijo al cojo levántate, toma tu lecho y anda; le dijo al ciego ve al estanque de Siloé y lávate; les dijo a los 10 leprosos vayan y preséntense ante el sacerdote y solo uno regresó a darle las gracias. Jesús fue claro y concreto en decirles a sus discípulos: Mateo 22:37 Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y de todo tu entendimiento. 38 Este es el primero y el grande mandamiento. 39 Y el segundo es semejante a él: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Jesús les dijo a sus discípulos, en pocas palabras, amen a todos los demás como mi Padre que está en el cielo y yo los amamos a ustedes.
el-mundo-necesita-amorEl amor es el arma más poderosa para destruir las obras de maldad de Satanás, Jehová le reprenda y también a sus huestes. Si tú amas, encontrarás que otros también te aman; si tú das amor, te darás cuenta que otros te dan amor. Los seres humanos estamos acostumbrados a recibir y después dar, pero Jesucristo no fue así. Él primero dio y siguió dando, y a veces no recibió nada, pero a Él eso no le importó, siguió dando amor.
Lucas 17:15 Y uno de ellos, viendo que había sido sanado, volvió atrás, glorificando a Dios a grandes voces; 16 y cayó sobre su rostro a los pies de Jesúsdándole gracias. Éste era samaritano. 17 Y Jesús respondiendo, dijo: ¿No fueron limpiados los diez? ¿mas dónde están los otros nueve? Jesús, con amor, sanó a diez leprosos, pero solo uno regresó dándole la honra y la gloria. Jesús demostró su amor a diez, pero solo uno lo recibió, lo glorificó y le dio gracias por el regalo recibido de la salvación, pero eso no le impidió a Jesús seguir amando a aquellos que lo necesitaban, aquellos que más adelante dice la palabra de Dios; puede que hubieran pasado solo unos días, cuando en el libro de Lucas capitulo 18:37, éste declara que Él iba paseando por Jericó, y un ciego empezó a clamar, a gritar declarando su necesidad, y Él se detuvo y lo sanó con amor. De igual manera, Dios te ama a ti y te escucha respondiendo a tus oraciones.
No olvidemos que el amor echa fuera todo temor, no olvidemos que el amor trae libertad, paz, gozo y alegría, porque, en este divino caso, extensivo a todos los demás, la luz de Jesucristo brilla en nosotros. Jesús dijo algo muy cierto:
Juan 8:12 Otra vez, pues, Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundoEl que me sigue no andará en tinieblasmas tendrá la luz de la vida. Cuando Jesús anuncia que Él es la luz del mundo, nos hace ver que andábamos en tinieblas y que necesitábamos su luz para poder ver y despejar todas las tinieblas de nuestra vida. Él mismo nos dice que tendremos la luz que alumbrará siempre nuestra vida. Jesús nos enseña que, de la misma manera que Él ha puesto su luz en nosotros, debemos imitarlo siendo la luz de este mundo. 

El aguijón en la carne

“Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltara, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca” (2 Corintios 12:7).
No se sabe bien a qué tipo de sufrimiento se está refiriendo el apóstol. En todo caso, bien podría ser una enfermedad crónica o una minusvalía física que los corintios ya conocían. Pablo vivía con una espina clavada en el cuerpo que el Señor no le había arrancado. ¿Qué significa? ¿Tienes algún dolor crónico o sufres de alguna minusvalía adquirida o congénita? Es verdad que a todo nos acostumbramos, pero el apóstol reconoce que aquello era algo que Satanás usaba para maltratarlo. Y, sin embargo, qué vida tan llena de realizaciones, tan próspera, ferviente y pía la suya. El autor de trece epístolas del Nuevo Testamento, fundador de muchas iglesias, viajero incansable, héroe victorioso de muchas vicisitudes, era un hombre con una deficiencia física.
Recuerdo que cuando era niño jugaba con Linda, la perrita de un vecino que tenía una vaquería. Era alegre, cariñosa y juguetona; corría a buscar la piedra que le lanzábamos, y si no lo hacíamos se paraba delante de nosotros y nos ladraba. Pero un día la atropelló un tranvía y perdió una de sus patitas delanteras. Entonces, ante los quejidos de dolor que emitía, vi con horror cómo su dueño la mató. ¿Por qué? ¿No has visto alguna vez caminar a un perrito con tres patas? No sabemos si sufren, si les duele o si preferirían morirse; posiblemente no, pues incluso resultan graciosos cuando saltan y juegan, como si se lo tomaran en broma o hubieran tenido siempre solo tres patas.

Toma tu Cruz y Sigue a Cristo

Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó (Romanos 8:37).

crucifixión calvarioAsí como Jesús sufrió persecución, también nosotros seremos perseguidos.
Al igual que Jesús fue rechazado, nosotros también seremos rechazados.
Así como como Jesús llevó su Cruz, nosotros debemos llevar nuestra cruz.
Al igual que Jesús fue atribulado, nosotros también pasamos tribulaciones.
Así como Jesús se negó a sí mismo para darnos salvación, nosotros también debemos negarnos para ganar almas para Él.
Así como Jesús venció el pecado, nosotros también lo venceremos.
Al igual que Jesús venció a este mundo, asimismo nosotros le ganaremos.
Así como Él derrotó a la muerte, asimismo nosotros la derrotaremos.

Todo Honor, toda gloria sea dada a ti, porque solo Tú eres digno de recibir toda alabanza eternamente y para siempre, Amén.