lunes, 1 de junio de 2015

¿Cómo Ser Libre De La Amargura Según La Biblia?

“DESECHEN TODO LO QUE SEA AMARGURA, ENOJO, IRA…” (Efesios 4:31 RVC)

La ira suele ser consecuencia de expectativas frustradas. Esperamos algo, y si no lo conseguimos acabamos decepcionados y enfadados. Y nuestro enfado nos lleva a un estilo de vida disfuncional en el ámbito personal, espiritual y social. Las expectativas frustradas a veces tienen su origen en experiencias de nuestra niñez con nuestros padres, hermanos u otras figuras de autoridad.; quizá nuestras necesidades de amor, aceptación, seguridad y relevancia nunca fueron satisfechas. Más tarde, en la vida, podemos sufrir la ruptura del matrimonio, o de compromisos laborales o de amistades. Al final, todo ese enojo subyacente se convierte en un arma de nuestro arsenal, amenazando con atacar todo aquello, y a toda persona, que estimamos. Y nos convertimos en personas amargadas, excluidas y solitarias a quienes los demás evitan. Dios nos insta a que desechemos toda amargura, “…para que no brote ninguna raíz de amargura que os perturbe y contamine a muchos” (Hebreos 12:15).


¿Cómo obedecemos este mandamiento?

1) Aceptando y poniendo en práctica Su Palabra.
Sin una base bíblica, las viejas emociones siempre estarán minando nuestros esfuerzos por superarlas. Desechar toda amargura es un mandamiento que conlleva la promesa del éxito si se cumple.

2) Decidiendo desechar toda amargura.
La decisión no es una emoción y por lo tanto no demanda una respuesta emotiva. Dios no va controlar tus emociones, pero tampoco se va dejar influenciar ni a favor ni en tu contra por ellas. Creer en la Palabra de Dios y decidir obedecerla siempre da los resultados esperados. Así que empieza a reforzar tu voluntad y tu fe. ¿Cómo? Proponiéndote en serio obedecer a Dios a pesar de los sentimientos. Pon en práctica eso todos los días hasta que se convierta en un estilo de vida. Después verás que en lugar de ser controlado por tus cambios de humor, te encontrarás “reinando en vida” (Romanos 5:17); es decir, tus emociones negativas dejarán de controlarte.

Amor mal entendido

La actualidad siempre tiene algún motivo para reflexionar. Por supuesto que hay muchos temas de actualidad; el surtido de asuntos es bastante diverso. Pero centrándonos en el tema, fue noticia en todos los informativos nacionales y en el lugar de su desarrollo, en el archipiélago canario, que más repercusión ha tenido y que resultó, sin duda, un gran acontecimiento, fue el de los dos niños encontrados por las fuerzas de seguridad del Estado, que habían sido retenidos a la fuerza por su madre y el entorno familiar en Gran Canaria. 

De la niña se tenía constancia que hace más de 9 años desapareció del Hospital Materno Infantil con su madre,... supuestamente; y del varoncito de unos 12 años ni siquiera había una sospecha fehaciente. Según se contó, ninguno de los dos menores estaba inscrito en el Registro, no habían sido escolarizados en ningún momento y, desgraciadamente, tampoco habían tenido los necesarios controles sanitarios.

Nadie duda del derecho de los familiares como de los progenitores, de disfrutar de los hijos que han nacido, pero es innegable que los niños tienen sus derechos como también sus obligaciones como cualquier ser humano. Cada ser humano, más allá de la edad que tenga, desde el mismo momento en que es fecundado tiene sus derechos, y éstos deben no solo ser respetados sino protegidos. Es triste, y no solo por este caso, ver cómo los derechos de los menores son vulnerados en muchísimos países del mundo; como por ejemplo, horrible es cómo los pechos de muchas niñas son planchados, aniquilados, en ciertos países del mundo. Sí, es doloroso ver cómo se maltrata a tantos menores. El amor hacia los niños se demuestra respetando sus derechos, como inscribiéndolos en un Registro para que tengan su nombre, dándoles una alimentación correcta, un cuidado sanitario adecuado, guardando con esmero que tengan una formación escolar, y en este caso de Gran Canaria, por lo que nos cuentan las informaciones, al menos varios de estos derechos han sido vulnerados.

Crónica de una pasión

Las pasiones tienen mala prensa por estos lares. Se ha adoctrinado a la congregación a creer que la pasión es una seducción maligna, una condición del alma que es menester evitar para conservar la pureza. Pero eso no es totalmente correcto,... es algo así como un eufemismo, y no llega a la categoría de sofisma. Los maestros piensan, y así enseñan, que la intensidad de los sentidos conduce siempre a lo sexual. El error está en el siempre. Es verdad, el cuerpo tiene argumentos que hacen imposible la correcta razón. Pero hay más que el cuerpo. Está el intelecto, la memoria, la percepción, la sensibilidad entre otras cosas posibles para la pasión.
Pero no son los apetitos inconfesos o inconfesables el tema de este mensaje, sino la pasión por los libros. Veamos: hay gente a la que le encanta presumir de que ha leído, y salpica sus palabras con frases del tipo “como dijo Chaucer”, sabiendo que su audiencia no tiene ni idea de quién es el tipo; además, por todos es sabido que mucha gente utiliza citas ilustres sacadas de Google sin haber leído jamás un libro. Sería faltar al respeto a los lectores, si lo hiciera.
Tenía cinco años cuando aprendí a leer. Desde entonces y sin tregua hasta estos días raros y complejos, los libros son casi la pasión más importante de mi vida. Debí haber tenido doce años cuando viví una experiencia singular. El tío Carlos me había regalado un tomo de las obras completas de Thomas Mayne Reid, editado por Aguilar, y finamente encuadernado. Una tarde estaba absorto en la lectura, cuando de pronto, todo lo que me rodeaba literalmente desapareció, y me vi inmerso en el paisaje: la luz, los colores, las texturas, los aromas, el viento, el calor, todo se hizo parte de mí. Había entrado en un mundo irreal y maravilloso. Pero no, no fue una alucinación: solo había aceptado el orden de la imaginación, ese otro universo de nuestra mente. El libro había sido el pasaporte hacia allá, y... ¡caramba! ¿acaso no es dónde y cómo vivo una buena parte de mi tiempo?
Y así, todos los libros… Una vez quise acometer la absurda tarea de anotar todos los libros que había leído. No era necesario. Están todos dentro de mí. Esos libros raros como Las Islas, mágicos como Cien Años de Soledad, misteriosos como El Nombre de la Rosa, complicados como El Hombre Rebelde, hilarantes como Wimpi, el gusano loco
Y luego, vuelta a la realidad, vuelta a la verdad que es Dios.

No puedes…

¿Hay algo que Dios no pueda hacer? La respuesta es obvia porque Dios es todopoderoso, pero son varias las cosas que no puede hacer, y entre ellas, no puede mentir, robar o engañar.
Él no puede pecar porque su palabra dice que es “Santo, Santo, Santo”. Al mismo tiempo, ¿Hay algo que un hijo de Dios no pueda hacer?
Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Mateo 16:24
¿Quieres ser un hombre o una mujer de Dios? Para serlo debes poner atención a lo que significa “renunciar”; se considera renuncia al “abandono al bien voluntariamente o apartarse de algo que se tiene por derecho”. Para ser un seguidor de Cristo se debe pagar un precio, pagar por lo que nadie quiere, ir donde nadie quiere ir, apartar un tiempo importante para estar a solas con Él.
Son pocos los que comprenden completamente, qué es seguir a Jesús. Es fácil ser un espectador y estar sentado los domingos en la iglesia, pero lo difícil está en ser un héroe de la fe, como Abraham, Moisés, Elías, o un mártir como los discípulos de Jesús, o un ministro capacitado y preparado para toda buena obra ¡Ese es un hombre de Dios!

Los sentimientos no son para decidir, son para sentir

Tomar decisiones a la ligera suele conllevar consecuencias, y realmente, consecuencias importantes. Las consecuencias de una mala decisión siempre se sufren; la toma de una decisión tendrá un resultado favorable o no.
sentir no decidirSomos humanos, y por lo tanto sentimentales; de hecho, si Dios no hubiera querido que tuviéramos sentimientos nos habría creado sin ellos, pero algo que también es cierto es que Él nos dio dominio sobre ellos para saber usarlos, enfocarlos y controlarlos para amar y ser amados, pero no para tomar decisiones.
Una de las principales causas de tomar una mala decisión es dejarse guiar por los impulsos porque son engañosos; ya sea que estemos muy felices o muy enojados al decidir, lo mejor es pensar las cosas en momentos de tranquilidad, lo que se llama pensar con la cabeza fría.
Sin lugar a dudas, Dios nos ha llenado de muchas cualidades, como la sabiduría y dominio que hay escondidos muchas veces detrás de nuestros sentimientos, y éstos no deben conducirnos a tomar una decisión porque, tarde o temprano, tendrá sus consecuencias y si estas son negativas resultarán dolorosas.