domingo, 21 de junio de 2015

Humo en la Espalda

Norman Vincent Peale contó una historia de su niñez, que ilustra la forma en que la desobediencia obstaculiza nuestras oraciones. Cuando era niño, una vez se apoderó de un puro. Se dirigió a un pasillo trasero donde imaginó que nadie lo vería y lo encendió.
Al fumarlo, descubrió que no tenía buen sabor, pero sí le hacía sentirse adulto. Cuando exhaló el humo, notó que un hombre venía por el pasillo en dirección a él. A medida que el hombre se acercaba, Norman se fue percatando horrorizado, de que era su padre. Era muy tarde para tratar de tirar el puro, por lo que lo escondió detrás de él y trató de actuar de la manera más natural posible.
Se saludaron, y para consternación del muchacho, su padre comenzó a conversar con él. Desesperado estaba por distraer la atención de éste, cuando divisó un cartel cercano que anunciaba un circo.
-¿Puedo ir al circo, papá?, le rogó. ¿Puedo ir cuando venga al pueblo? ¿Por favor, papá?
-Hijo, respondió su padre en voz baja pero firme, nunca hagas una petición mientras, al mismo tiempo, tratas de ocultar el humo espeso de la desobediencia a tus espaldas.
Peale nunca olvidó la respuesta de su padre. Le enseñó una valiosa lección acerca de Dios. Él no puede pasar por alto nuestra desobediencia aunque tratemos de distraerlo. Solo nuestra obediencia restaura nuestra relación con Él y añade poder a nuestras oraciones.

Lo menos pensado

… lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte (verso 27). Lectura: 1 Corintios 1:25-31
 
Inline image 1Fanny Kemble fue una actriz británica que se mudó a los Estados Unidos a principios del siglo XIX, y se casó con el dueño de una plantación, en el sur del país, llamado Pierce Butler. Disfrutó la vida que le brindaba la riqueza de la plantación hasta que vio el coste de esos lujos; un coste que luego pagaban los esclavos que trabajaban en la propiedad de su esposo.

Con el tiempo, se divorció de él y editó el libro que escribía "Diario de una residencia en una plantación de Georgia en 1838-1839", en el que describía el trato cruel que experimentaban los esclavos. Por su oposición a la esclavitud, la ex-esposa de aquel dueño de esclavos llegó a ser conocida como la abolicionista que menos se podía imaginar.

En el cuerpo de Cristo, Dios suele sorprendernos de manera maravillosa. Habitualmente, usa lo menos pensado (personas y circunstancias) para concretar sus propósitos. Pablo escribió: lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios (1 Corintios 1:27-28).

Esto nos recuerda que el Señor, en su gracia, puede usar a cualquiera. Si permitimos que obre en nuestra vida, ¡podría sorprendernos lo que puede hacer a través de nosotros! Dios desea encontrar corazones dispuestos y listos para ser utilizados.


Dios se complace cuando tú eres feliz

Tenemos un Dios con sentido del humor. Además le encanta sorprendernos con sus detalles maravillosos de amor. Y le gusta vernos entusiasmados y rebosantes de alegría al iniciar un proyecto. También, cuando disfrutamos de las cosas que hacemos y de quiénes somos.
Recientemente recibí una misiva muy hermosa que decía: “Hermano, Dios sonríe cuando te ve trabajar”. Y yo pensé: “es muy cierto”. Yo sonrío al trabajar, pero Dios también sonríe al verme trabajar, porque sabe que es algo que disfruto hacer.
Me complace hacerlo porque sé que es un don que Dios me regaló para bendecir a las vidas, a través del lenguaje escrito que permite a las personas escudriñar y escuchar a sus propios corazones. Pero también sé que Dios sonríe al verme hacer algo que me agrada, sonríe también, cuando te ve disfrutar con todo tu corazón de todo lo que haces.

El sol, la lluvia y el hombre

La naturaleza que Dios Creador ha dado al hombre, también se nutre de vivencias, algunas imaginativas, que son una buena ayuda para comprender mejor sus enseñanzas bíblicas. 
Sol-lluvia-y-hombreTenemos el caso, por ejemplo, de una disputa entre el viento y el sol. Ambos discutían sobre cuál de los dos era más fuerte. En aquél momento, determinaron probar su fuerza en un hombre que caminaba. “Vas a ver como me lanzo sobre ese hombre, le desgarro sus vestiduras, y logro quitarle su capa”, dijo el viento, y comenzó a soplar cuanto pudo, mientras que el hombre apretaba con fuerza su capa hacia su cuerpo. Enfadado por no conseguirlo, el viento hizo que sobre él cayera lluvia y nieve, y el hombre refunfuñando, apretaba mucho más su capa hasta que el viento comprendió que era imposible quitársela.
El sol, sonriendo entre dos nubes, recalentó un poco el suelo, y el pobre hombre, animado, se sacó su capa y la puso sobre sus hombros. “Ya ves, dijo el Sol, como con la bondad es posible conseguir más que con la violencia”.

A.E.N.A. y los controladores

Decir "Controladores Aéreos", con todo el respeto hacia las personas que componen este colectivo, y a todas las bondades de su trabajo, es como decir problemas; problemas que hubo en diciembre de 2011 en España. 
Seguramente no será fácil olvidar todo el revuelo que se formó en el puente de la Constitución de aquel año. Los periódicos tenían como titulares de portada, la noticia de que Aena y los controladores debían acudir a un árbitro de arbitraje para que les solucionase el asunto, el conflicto; concretamente, el periódico El Día titulaba así: “Aena y controladores agotan el plazo sin lograr un acuerdo”.Más allá de las diferencias que pudieran tener, el hecho en sí de que hubieran agotado un plazo sin lograr un acuerdo puede hacernos reflexionar.
Es curioso que dos personas, o varias, puedan estar horas y horas hablando y no decir nada. Hace unos años circulaba en internet un documento que se titulaba: "cómo estar una hora hablando sin decir nada". Podemos hablar y hablar y, sin embargo, no llegar a decir nada. Solemos decir que hablamos por no estar callados. En este caso debemos pararnos un momento y pensar que las palabras no son algo que se lleve el viento, sino que deben ser comunicadoras. Las palabras tienen más poder del que imaginamos; no es difícil para ninguno de nosotros, recordar que más de una palabra nos ha alegrado la vida en algún momento, o nos ha dado un baño de agua fría con alguna situación inesperada.