lunes, 7 de diciembre de 2015

No sé como fue tu pasado. Puedo imaginarlo lleno de errores

¿Los ha rescatado el Señor? ¡Entonces, hablen con libertad! Cuenten a otros que él los ha rescatado de sus enemigos. Pues ha reunido a los desterrados de muchos países, del oriente y del occidente, del norte y del sur.”
Salmos 107.2-3
Nunca me han arrestado, pero a algunos de mis mejores amigos sí, y me han contado sus experiencias. Puedo intentar imaginar cómo se siente uno al ser atrapado haciendo algo malo, y ser llevado a la cárcel. Puedo tratar de imaginarme la vergüenza que sentiría y la esperanza de que alguien pagase la fianza. Imagino que al ser liberado de esa celda tendría una mezcla de emociones. Por un lado, me alegraría de estar libre, y por otro, avergonzando de ver el rostro de quien me libró.
El problema es saber de qué debes ser librado o redimido (de algo). A menudo, ese “algo” es consecuencia de elecciones pobres o errores, y consecuentemente no somos rápidos para hablar sobre eso. Preferimos dejar atrás esa parte de nuestra vida. Pero si no hablamos honestamente de lo que hemos sido redimidos, la redención no es tan importante.
De igual manera, en la interacción de Dios con nosotros. Todos hemos cometido errores, algunas personas peor que otras y algunos errores peores que otros.
En esos momentos oscuros, cuando estamos sintiendo las consecuencias de nuestros errores, Dios llega, nos da una oportunidad de vivir diferente y nos redime de ese pasado.
Es normal entonces, que nos encante hablar sobre el amor de Dios y Su redención, dejando ya pasado aquello de lo que Él nos ha redimido. Pero en la profundidad de nuestra oscuridad es cuando la luz de Dios brilla más fuerte. En nuestra historia personal debemos incluir la salvación radical que Dios nos trajo. No podemos temer a que nos vea mal, como alguien que realmente metió la pata. Metimos la pata, y fue precisamente allí donde Dios nos encontró y de donde rescató.

Sencillamente, Hablar con Dios

La oración es una de las áreas que peor se interpretan en la relación del hombre con Dios. Mucha gente tiene la idea, porque han crecido con una cierta educación religiosa, de que la oración tiene que ser formal, callada y aburrida, y que solo se puede hacer de rodillas o en una iglesia. Pero esta idea está equivocada.
La oración es la comunicación que existe entre usted y Dios; sencillamente es ¡usted hablando con Dios y Dios con usted! Es como si usted estuviera hablando con otra persona; no hay diferencia, excepto que Él no es cualquier otra persona, quien probablemente no podría ayudarle. ¡Él es Dios! ¡Es con Dios mismo con quien usted habla!
Vamos a ver: si usted tuviera la oportunidad de hablar con alguien que tiene la respuesta para cada problema en el mundo; alguien que es el dueño de cada recurso en el mundo; que ha vivido más que nadie en este mundo, y que le ama más que nadie en este mundo, ¿usted hablaría con esa persona? Por supuesto que usted tomaría esa oportunidad, pero esto es aún mejor. Cuando usted habla con Él, puede tener la plena confianza de que Él nunca va a revelar sus secretos a nadie, y que Él siempre tiene una respuesta. Y lo mejor de todo es que cuando Su respuesta no es suficiente para usted, Él le va a abrazar. Cuando usted tiene dolor, Él nunca le va abandonar, siempre va a estar allí. Usted puede hablar con Dios de día y de noche, Él le escuchará siempre.

Mejor un día en la presencia de Dios

"Porque mejor es un día en tus atrios que mil fuera de ellos. Escogería antes estar a la puerta de la casa de mi Dios, que habitar en las moradas de maldad." Salmo 84:10
Este es uno de los pasajes de la Biblia más bellos que hay, y que casi a diario lo traigo a mi memoria. ¡Cuánta simplicidad y verdad hay en él!. Pero lo podríamos simplificar aún más diciendo: "un día en el Espíritu con mi Señor no se puede comparar con una vida alejada de Él satisfaciendo los deseos de la carne". Seguramente conoces a alguien que, aunque vive a espaldas de Dios, ha logrado muchas cosas sin hacer grandes esfuerzos. Son esas personas que hacen realidad todos sus gustos y aparentemente, lo tienen todo. 
En ciertas ocasiones podemos caer en el error de querer estar en el lugar de ellos, especialmente en momentos en los que atravesamos alguna dificultad grande. Mas, como nos enseña el salmista en esta palabra, mejor es vivir unas horas en la presencia de Dios, que toda una vida rodeados de lujos complaciendo los deseos pecaminosos de la carne. El hecho tangible, es que tarde o temprano deberemos dar cuenta de todo, y lo que verdaderamente importa es dónde pasaremos la eternidad, pues después de partir,... de nuestro estilo de vida en la tierra no quedará nada. 

La paz que se obtiene estando cerca del Señor, no tiene un solo punto de comparación con la vida que llevan los incrédulos alejados de Él. ¿Tú que dices?


¿Cómo deben los cristianos disciplinar a sus hijos?

Hace unas décadas, darles unos azotes a los niños era una práctica comúnmente aceptada. Sin embargo, en estos años recientes, darles azotes u otras formas de castigo corporal, han sido reemplazados con “tiempos fuera” (¡castigado al rincón!) y otros castigos que no involucran la disciplina física. De hecho, el darles azotes a los niños es considerado como ilegal en algunos países. Muchos padres temen corregir de esta forma a sus hijos, por el miedo a ser reportados al gobierno y que les sean quitados sus hijos. No hay que malentenderlo, pues de ninguna forma estamos abogando por el maltrato infantil. Un niño jamás debe ser disciplinado físicamente hasta el punto que pueda causársele un daño físico. Sin embargo, de acuerdo con la Biblia, es bueno que el niño cuente con ciertas restricciones y una apropiada disciplina física, que contribuyan a su sano desarrollo y bienestar.
De hecho, muchas Escrituras promueven la disciplina física. “No rehúses corregir al muchacho; porque si lo castigas con vara, no morirá.” (Proverbios 23:13-14) Hay también otros versos que apoyan la corrección física (Proverbios 13:24, 22:5, 20:30). La Biblia habla enfáticamente de la importancia de la disciplina; es algo que todos debemos tener para ser personas productivas, y es mucho más fácil aprenderla mientras somos pequeños. Los niños que no son disciplinados, crecen en rebelión, no tienen respeto por la autoridad, y como resultado, no estarán dispuestos a obedecer y seguir a Dios. Él utiliza la disciplina para corregirnos y guiarnos por el camino correcto; así como para llevarnos al arrepentimiento de nuestras acciones (Salmo 94:12; Proverbios 1:7, 6:23, 12:1, 13:1, 15:5; Isaías 38:16; Hebreos 12:9). Estos son solo algunos de los versos que hablan sobre lo bueno de la disciplina.
Aquí es donde reside el problema; muchas veces los padres son, o muy pasivos o muy agresivos cuando se trata de disciplinar a sus hijos. Aquellos que no creen en el castigo físico, algunas veces carecen de la habilidad necesaria para corregir y disciplinar correctamente, causando que sus hijos crezcan como niños revoltosos y desafiantes. Esto lastimará a sus hijos a la larga. “La vara y la corrección dan sabiduría; mas el muchacho consentido avergonzará a su madre” (Proverbios 29:15). Luego, están aquellos padres que pueden malentender la definición bíblica de la disciplina (o tal vez es que solo sean personas abusivas), y la usan para justificar el abuso y maltrato de sus niños.