Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.
Efesios 2: 8 y 9.
El orgullo del hombre y la envidia a Dios
La envidia y el orgullo condujeron a Satanás y a todos sus “ángeles” caídos al destierro eterno en un lugar de tinieblas, sin la comunión con el Señor.
Este mismo deseo impuro lo tuvieron Adán y Eva en la escena del pecado original en el huerto del Edén. Podemos observar el mismo patrón de gloria en estas dos rebeliones, y éste sigue siendo el mismo deseo pecaminoso e impuro que tienen los hombres de hoy.
El hombre quiere alguna "gloria", algún tipo de reconocimiento por su "obra"; como si tuviera el deseo pecaminoso de querer ser Dios.
Millones de cristianos creen tener algo "digno", "valioso", "algún mérito", "alguna gestión" de su propia voluntad, que les ha hecho "merecedores" del amor de Dios.
Por todas partes de la tierra hay creyentes que sienten tener "algo bueno" dentro de ellos, que les ha hecho caminar por las sendas del Evangelio, y se sienten orgullosos de haber decidido seguir a Cristo. Pero el problema es que hay cristianos de estos que no están dispuestos a despojarse de sus "obras", incluso de sus propios testimonios y de su vida moral para dar toda la Gloria a Dios, quien se lo ha otorgado todo.
Algunos consideran su religiosidad o sus propios diezmos entregados como algo "valioso y digno" de alcanzar la Gracia y la bondad del Señor.
¿Qué es la bancarrota espiritual?
Hay un número creciente de cristianos que está a punto de declararse en quiebra espiritual. Hay evangelistas, pastores, maestros bíblicos, sacerdotes, religiosas,... líderes importantes de la fe, que se han dado cuenta de que no pueden vivir de acuerdo a sus expectativas; que por una movida inesperada sus vidas pueden caer de vuelta en el pecado, y entonces comienzan a pensar que se deben ir a la bancarrota espiritual.
¿Ha comprendido usted, en la intimidad con el Señor, que le ha fallado aun haciendo sus más nobles esfuerzos?
El orgullo del hombre y la envidia a Dios
La envidia y el orgullo condujeron a Satanás y a todos sus “ángeles” caídos al destierro eterno en un lugar de tinieblas, sin la comunión con el Señor.
Este mismo deseo impuro lo tuvieron Adán y Eva en la escena del pecado original en el huerto del Edén. Podemos observar el mismo patrón de gloria en estas dos rebeliones, y éste sigue siendo el mismo deseo pecaminoso e impuro que tienen los hombres de hoy.
El hombre quiere alguna "gloria", algún tipo de reconocimiento por su "obra"; como si tuviera el deseo pecaminoso de querer ser Dios.
Millones de cristianos creen tener algo "digno", "valioso", "algún mérito", "alguna gestión" de su propia voluntad, que les ha hecho "merecedores" del amor de Dios.
Por todas partes de la tierra hay creyentes que sienten tener "algo bueno" dentro de ellos, que les ha hecho caminar por las sendas del Evangelio, y se sienten orgullosos de haber decidido seguir a Cristo. Pero el problema es que hay cristianos de estos que no están dispuestos a despojarse de sus "obras", incluso de sus propios testimonios y de su vida moral para dar toda la Gloria a Dios, quien se lo ha otorgado todo.
Algunos consideran su religiosidad o sus propios diezmos entregados como algo "valioso y digno" de alcanzar la Gracia y la bondad del Señor.
¿Qué es la bancarrota espiritual?
Hay un número creciente de cristianos que está a punto de declararse en quiebra espiritual. Hay evangelistas, pastores, maestros bíblicos, sacerdotes, religiosas,... líderes importantes de la fe, que se han dado cuenta de que no pueden vivir de acuerdo a sus expectativas; que por una movida inesperada sus vidas pueden caer de vuelta en el pecado, y entonces comienzan a pensar que se deben ir a la bancarrota espiritual.
¿Ha comprendido usted, en la intimidad con el Señor, que le ha fallado aun haciendo sus más nobles esfuerzos?