martes, 13 de mayo de 2014

El Maestro Sigue Aprendiendo - Crecimiento personal-espiritual

Llegó una carta al hogar del anciano profesor, que se había jubilado tras enseñar y graduar a muchas generaciones de letrados.
La carta venía dirigida por James, una medianía de estudiante, que había luchado mucho para aprobar las clases del profesor, y finalmente lo logró.
Muchos años después de graduarse, James había asumido un importante rol de liderazgo en su compañía, pero a veces se sentía incómodo.
James le escribió y le hizo una breve pero desesperada pregunta a su profesor, a quien consideraba la persona más sabia que nunca hubiese conocido, aunque sabía que pudo haber hecho un mejor trabajo, caso de haber aprendido adecuadamente de las lecciones de su antiguo profesor.
“Maestro, no estoy seguro de si todavía continúa en la enseñanza, pero quisiera preguntarle si yo podría regresar para intentar aprender nuevamente, las cosas que me perdí en la escuela, para que pueda redimirme con su sabio consejo y enseñanza”.
Las arrugadas manos del anciano profesor, sostuvieron la carta en el aire y se quitó las gafas para contemplar el cielo por un momento, suspirar y tomar el viejo bolígrafo rojo, que siempre había usado para calificar las pruebas de James. El bolígrafo rojo nunca había sido usado para degradar las pruebas de James, sino para añadir notas de comentarios y preguntas de reflexión a los márgenes.

Fe - Reflexiones

Los campos se secaban, se achicharraban por la falta de lluvia, y las cosechas se marchitaban de sed. La gente estaba ansiosa e irritable, mientras buscaba en el cielo alguna señal de alivio. Los días se volvieron áridas semanas, y la lluvia no llegaba.
Los ministros de las iglesias locales, convocaron a una hora de oración el siguiente sábado, en la plaza del pueblo.
Ese sábado al mediodía, la gente del pueblo respondió en masa llenando la plaza, con sus caras ansiosas y sus corazones llenos de esperanza. Los ministros se conmovieron al ver la variedad de objetos que, los concurrentes traían entre sus piadosas manos: libros sagrados, cruces, rosarios, Bíblias...
Cuando la hora terminó, como si se tratara de un mandato mágico, una suave lluvia comenzó a caer. Las felicitaciones se extendieron entre la multitud, mientras sostenían en alto sus atesorados objetos con gratitud y alabanza.
En el centro de la manifestación, un símbolo de fe pareció ensombrecer a los demás: un niño de nueve años había llevado un paraguas.
“Ahora bien, la fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.” Hebreos 11:1
“Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis.” 
Mateo 21:22
“No me elegisteis vosotros a mí, mas yo os elegí a vosotros; y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca: para que todo lo que pidiereis del Padre en mi nombre, él os lo dé.” Juan 15:16

Siervo de abundancia

Atravesé una etapa de cansancio. Fue hace tiempo ya, y recuerdo que había ministrado durante varios días, viviendo un hermoso actuar del Espíritu Santo en cada lugar donde me tocó hacerlo. Pero aun así, después de esta hermosa experiencia, me sentía muy agotado, tanto que me llevó a clamar al Señor en oración de esta manera:
“Oh Señor, nunca me he sentido tan cansado en toda mi vida como hoy. Es como si no pudiera continuar. Mi mente está tan agotada, que no creo que pueda llegar a dar mi próximo mensaje. Tienes que venir y quitar esta pesada carga que has puesto en mi vida, en el ministerio, sólo Tú puedes dar fuerzas a mi vida. Señor, por favor ayúdame”-...

...El Espíritu Santo vendría y me ministraría, pero no de la manera que yo esperaba que lo iba a hacer; yo quería alguna muestra de cariño, aliento y comprensión. Y aunque todas esas cosas sucederían, serían diferentes a las que yo esperaba que fueran.
Progresivamente, el Señor me guió a 2 Corintios 9:6-11 diciéndome que, todo lo que necesitaba figuraba en el pasaje de esta Escritura.
“Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará. Cada uno dé como propuso en su corazón, así que vamos a darle, no con tristeza, ni por necesidad. Porque Dios ama al dador alegre. Y poderoso es Dios para hacer que toda gracia abunde en vosotros, que, teniendo siempre toda suficiencia en todas las cosas, abundéis para toda buena obra. Como está escrito: El que tiene la dispersión, se ha dado a los pobres: su justicia permanece para siempre. El que da semilla al que siembra y pan para comer, multiplicará vuestra sementera, y aumentará los frutos de vuestra justicia; Ser enriquecidos en todo para toda bondad, que hace a través de nosotros acción de gracias a Dios.” (2 Corintios 9:6-11).
Leí y releí el pasaje, pero no encontré, según mi criterio, nada de provecho en él. Finalmente, cerré mi Biblia y oré: -“Señor, estoy confundido. No veo aquí nada que pueda ayudar o alentar mi vida".-

En el contexto de estos versículos, Pablo estaba hablando a la iglesia de Corinto de cómo debía preparar la ofrenda, que iba a ser destinada a los santos, que sufrían una gran hambruna en la ciudad de Jerusalén. Él les instaba a dar generosamente, no de mala manera, sino como los macedonios, que habían ofrendado a pesar de su pobreza.
Entonces pregunté: – Señor, ¿qué tiene que ver todo esto conmigo? Si estoy en la necesidad del abatido, del agotado, y aún debo ayudar a aquellos cuyos recursos se encuentran en quiebra... ¿qué es lo que quieres decir?
Finalmente, el Espíritu me habló con firmeza, pero a la vez amorosamente a mi hombre interior: esto tiene que ver con la forma en que servimos a Dios, no sólo dar dinero o ayudar a los pobres, sino servir a Dios con un espíritu generoso y alegre.
-Te llamé al ministerio no para vivirlo en escasez y miseria. Todo lo que necesitas está a tu disposición: la fuerza, el reposo, la energía, la capacidad, el gozo y el ánimo. No hay razón para que tu trabajo sea con tristeza, y sobrecarga. Tienes acceso a toda la fuerza y ​​la alegría.
Esta experiencia me enseñó, por medio del Espíritu, algunas lecciones muy importantes que me gustaría compartir contigo:
1. Cuando Dios nos llama a un trabajo específico, Él ya ha provisto todo lo que necesitamos para llevarlo a cabo con frescura y alegría.
“Y poderoso es Dios para hacer que toda gracia abunde en vosotros, que, teniendo siempre toda suficiencia en todas las cosas, abundéis para toda buena obra” (2 Corintios 9:8).
Piensa en lo que se está prometiendo aquí: Cuando estás cansado y no crees que puedas ir más lejos, Dios es capaz de revitalizar todo lo que necesitas, ¡en todo momento, en cada situación posible!
Esta promesa incluye el poder para evitar que caigas. Muchos cristianos caen por temor y pierden la meta. Tienen miedo de que el diablo les atrape de alguna manera, ¡y sólo caminan en un continuo llanto delante de Dios!
Pero no importa cuán poderosa puede ser la tentación o cuánto desánimo te causa tu falta de resistencia. Dios dice esto acerca del poder que hay en su nombre:
Y a aquel que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría. Judas 24(RVR)
Es como si el Señor estuviere diciendo: “Escuchen, todos ustedes los que son pastores! Escuchen, todos los que se congregan fielmente a mi casa y ministran en la oración, en la alabanza y en la intercesión. Quiero darles una abundancia de fortaleza, esperanza, gozo, paz, descanso, bienes, el estímulo y la sabiduría. De hecho, quiero que tengan abundancia de todo lo que necesitan en todo momento”
Dios nunca tuvo la intención de que fuéramos pobres espirituales, pobres en las cosas del Señor. Por el contrario, el siervo abundante es el que goza de la revelación de todas las disposiciones maravillosas que Dios ha preparado para él. Y camina tras esta revelación, por la fe.

¡Vive!

Ten siempre presente que:
La piel se arruga, el pelo se vuelve blanco, los días se convierten en años…
Pero lo importante no cambia; tu fuerza y tu convicción no tienen edad.
Tu espíritu es el plumero que rompe cualquier tela de araña.

No olvides que detrás de cada línea de llegada, hay una de partida. Detrás de cada logro, hay un desafío.

Mientras estés vivo, siéntete vivo. Si añoras lo que hacías, vuelve a hacerlo.

No vivas de fotos amarillentas por antiguas, del pasado… Sigue adelante aunque todos esperen que abandones.

No dejes que se oxide el hierro que hay en ti. Haz que, en vez de lástima, te tengan respeto.
Cuando por los años no puedas correr, trota. Cuando no puedas trotar, camina. Cuando no puedas caminar, usa el bastón. ¡Pero nunca te detengas!
-Maria Teresa de Calcuta-
“Más los que esperan a Dios tendrán nuevas fuerzas; levantarán las alas como águilas, correrán, y no se cansarán, caminarán, y no se fatigarán.” Isaías 40:31


Pedro no se ahogó

pedro no se ahogo
La mayoría conocemos la historia de Jesús caminando sobre las aguas, y Pedro hundiéndose por haber dudado, pero vamos a ver un momento importante de aquel acontecimiento.
Recordemos un poco, los discípulos vieron a Jesús andando sobre las aguas y creyeron que era un fantasma. Pedro, en medio de su duda, le dijo a Jesús que ordenara que pudiera caminar hacia Él, y Jesús lo hizo. Luego, la parte que más conocemos, Pedro dudó y comenzó a hundirse, gritando, pidiendo ayuda para que Jesús le salvara porque se hundía, pero aquí viene el momento importante: “Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: !Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?  Y cuando ellos subieron en la barca, se calmó el viento. Mateo 14:31,32

En ese preciso momento, en el que después de tanta duda y poca fe Pedro se hundía, podemos ver que él siente hundirse, y puede que por su mente pasaba lo peor, pero Jesús estaba ahí, extendió su mano y le sacó del agua, le llevó a la barca y calmó el viento; tan solo en un instante cambio el panorama, los momentos de angustia de Pedro los transformó en calma y seguridad.