Nadie tiene mayor amor que éste, que uno ponga su vida por sus amigos. Juan 15:13
Cristo no se refiere a hermanos, ni a hijos, tampoco a ovejas del rebaño; sino a amigos.
Los amigos son personas que tienen muchas cosas en común, que saben disfrutar de la compañía el uno del otro. En esta vida podemos tener muchos conocidos con quienes nos llevamos bien; pero un verdadero amigo es más unido que un hermano. (Proverbios 18:24).
¿Eres amigo de Cristo? ¿Disfrutas de la amistad con Dios? Dice la Escritura que Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios. (Santiago 2:23).
Aceptación condicionada
Todos nacemos y crecemos en un mundo de aceptación condicionada. A medida que pasan los años nos vamos dando cuenta de que somos aceptados o rechazados en base a lo que hacemos.
Desde nuestra más temprana edad cada uno de nosotros es ubicado entre niños obedientes o desobedientes, entre los bien criados o los malcriados, entre los gordos o los flacos, lindos o feos, alegres o tristes, tranquilos o inquietos, inteligentes o torpes, etc.
Desde nuestra más temprana edad cada uno de nosotros es ubicado entre niños obedientes o desobedientes, entre los bien criados o los malcriados, entre los gordos o los flacos, lindos o feos, alegres o tristes, tranquilos o inquietos, inteligentes o torpes, etc.
Nuestras notas académicas en la escuela dirán a nuestros padres cuál es nuestra capacidad intelectual, y desde muy pequeños comenzamos a captar, según qué conductas, si somos más o menos amados amados por los seres que nos trajeron a este mundo, o por quienes tienen la responsabilidad de criarnos y guiarnos en esta vida.
Algo muy común son los padres que castigan a su hijos con amenazas y regaños, exhortándolos a ir por el mejor camino; pero haciendo saber a sus hijos frases que aclaran ese amor condicionado a su triunfo en la vida, y/o sembrando heridas en sus corazones que les marcarán para el resto de su vida en esta tierra.
Ahora bien, es poco normal aquellos padres que sientan a un lado del sofá a sus hijos y con amor y serenidad les dicen: "Hijo(a), lo que estás haciendo nos duele y nos produce una gran preocupación. Creemos que no es lo mejor para ti; pero aún si lo continúas haciendo, y la vida te trae resultados fatales, nosotros queremos ratificarte que siempre seremos tus padres para amarte y sostenerte en medio de cualquier situación que tengas que afrontar por tus actos o decisiones".

Jesús, nos vamos a morir sin aclarar cuál es el mayor de estos misterios: El que Tú nos hayas amado o el que nos hayas permitido amarte.