miércoles, 26 de junio de 2019

El amor incondicional de Dios

Nadie tiene mayor amor que éste, que uno ponga su vida por sus amigos. Juan 15:13

Cristo no se refiere a hermanos, ni a hijos, tampoco a ovejas del rebaño; sino a amigos. 

Los amigos son personas que tienen muchas cosas en común, que saben disfrutar de la compañía el uno del otro. En esta vida podemos tener muchos conocidos con quienes nos llevamos bien; pero un verdadero amigo es más unido que un hermano. (Proverbios 18:24).

¿Eres amigo de Cristo? ¿Disfrutas de la amistad con Dios? Dice la Escritura que Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios. (Santiago 2:23).
Aceptación condicionada 
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Todos nacemos y crecemos en un mundo de aceptación condicionada. A medida que pasan los años nos vamos dando cuenta de que somos aceptados o rechazados en base a lo que hacemos. 
Desde nuestra más temprana edad cada uno de nosotros es ubicado entre niños obedientes o desobedientes, entre los bien criados o los malcriados, entre los gordos o los flacos, lindos o feos, alegres o tristes, tranquilos o inquietos, inteligentes o torpes, etc. 
Nuestras notas académicas en la escuela dirán a nuestros padres cuál es nuestra capacidad intelectual, y desde muy pequeños comenzamos a captar, según qué conductas, si somos más o menos amados amados por los seres que nos trajeron a este mundo, o por quienes tienen la responsabilidad de criarnos y guiarnos en esta vida. 

Algo muy común son los padres que castigan a su hijos con amenazas y regaños, exhortándolos a ir por el mejor camino; pero haciendo saber a sus hijos frases que aclaran ese amor condicionado a su triunfo en la vida, y/o sembrando heridas en sus corazones que les marcarán para el resto de su vida en esta tierra.
Ahora bien, es poco normal aquellos padres que sientan a un lado del sofá a sus hijos y con amor y serenidad les dicen: "Hijo(a), lo que estás haciendo nos duele y nos produce una gran preocupación. Creemos que no es lo mejor para ti; pero aún si lo continúas haciendo, y la vida te trae resultados fatales, nosotros queremos ratificarte que siempre seremos tus padres para amarte y sostenerte en medio de cualquier situación que tengas que afrontar por tus actos o decisiones".
Son pocos los hijos que han podido gozar de padres con tal capacidad para amar y ofrecer un cierto grado del amor incondicional. Es más, muchos de los hijos que han contado con padres de esta altura, han tenido una gran ventaja para llegar a triunfar en medio de los retos que la vida les impone.

Jesús, nos vamos a morir sin aclarar cuál es el mayor de estos misterios: El que Tú nos hayas amado o el que nos hayas permitido amarte.

¿Cómo sabemos que la Biblia es la Palabra de Dios, y no los libros apócrifos de la Biblia, el Corán, el Libro del Mormón, etc.?

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La pregunta de qué texto religioso es la verdadera Palabra de Dios, es de suma importancia. La pregunta que deberíamos hacernos es: En primer lugar ¿cómo sabríamos si Dios se comunicó? Bueno, Dios tendría que comunicarse de una manera que la gente pudiera entender, pero eso también podría significar que la gente pudo haber inventado sus propios mensajes y simplemente asegurar que estos procedían de Dios. Así que, parece razonable pensar que si Dios quisiera autentificar Su comunicación, tendría que ratificarla de una manera que no pudiera ser duplicada por medios humanos; en otras palabras, por medio de milagros. Esto nos reduce el campo considerablemente.

Más allá de la evidencia de la exactitud de la Biblia (evidencia de manuscritos) y su historicidad (evidencia arqueológica), la evidencia más importante es su inspiración. La verdadera determinación de que la Biblia es la absoluta e inspirada verdad, está en su evidencia sobrenatural, expuesta a través de la profecía. Dios usó a los profetas para hablar y escribir Su Palabra, y usó milagros como el cumplimiento de tales profecías para autentificar a Sus mensajeros. Por ejemplo, en Génesis 12:7, Dios promete que la tierra de Canaán le pertenecería a Abraham y sus descendientes. En 1948, esa tierra fue devuelta al pueblo judío por segunda vez en la historia. Lo cual no parece ser tan asombroso, hasta que te das cuenta de que ¡ninguna otra nación en la historia ha sido dispersada de su patria y ha regresado! Israel lo ha hecho dos veces. 

El libro de Daniel predice con exactitud la llegada de cuatro grandes reinos - el Babilonio, Medo-Persa, Griego, y Romano - siglos antes de que alguno de esos reinos llegara a formarse. Daniel escribió detalles concernientes a cómo gobernarían esas naciones y cómo serían derribadas. 

En Ezequiel 26 vemos en asombroso detalle, cómo la ciudad de Tiro iba a ser destruida; iba a ser derribada, y sus escombros serían arrojados al mar. Mucho tiempo después, cuando Alejandro el Grande marchó sobre esa zona, se encontró con un grupo de gente parapetada en una torre en una isla frente a la costa cerca de Tiro. Pero no podía cruzar el canal para luchar contra los que se encontraban en la torre. Así que en vez de esperar a que salieran, el orgulloso conquistador dispuso que su ejército construyera un puente de tierra hasta la isla. Y funcionó. Su ejército cruzó el canal y derrocó a los ocupantes de la fortaleza. Pero, ¿dónde consiguieron suficiente piedra para hacer el puente de tierra? Las rocas que utilizaron fueron los escombros sobrantes de la ciudad de Tiro. . . sus piedras fueron arrojadas al mar, ¡exactamente como Ezequiel lo había predicho casi 300 años antes!

Hay gran cantidad de profecías concernientes a Cristo que ocuparían varias páginas para enlistarlas. Jesús no habría controlado muchas de esas profecías, tales como Su lugar o fecha de nacimiento. Más aún, las posibilidades de que un hombre cumpliera accidentalmente estas profecías es muchísimo menos que una millonésima. Bueno, pues Jesús, quien confirmó que la Biblia es la Palabra de Dios, probó Su veracidad y deidad mediante Su resurrección (un hecho histórico nada fácil de ignorar).

¿Qué podemos aprender de la vida de Elías?

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El profeta Elías es uno de los personajes más interesantes y vistosos en la biblia, y Dios lo utilizó durante un momento importante en la historia de Israel, para oponerse a un malvado rey y traer avivamiento a la tierra. El ministerio de Elías marcó el comienzo del fin de la adoración a Baal en Israel, y su vida estuvo llena de confusión; a veces fue valiente y decidido, y otras temeroso y vacilante. Alternativamente, demostró victoria y derrota, y después de eso recuperación. Elías conoció el poder de Dios como también las profundidades de la depresión.

Elías, profeta de Dios, cuyo nombre significa "mi Dios es el Señor", vino desde Tisbita en Galaad, pero no se sabe nada de su familia o de su nacimiento. La primera vez que nos encontramos con Elías es en 1 Reyes 17:1, cuando de repente aparece para desafiar al malvado rey Acab, quien gobernó el reino del norte desde el año 874 hasta el 853 a.C. Elías profetiza una sequía que iba a venir sobre toda la tierra como consecuencia de la maldad de Acab (1 Reyes 17:1-7). Advertido por Dios, Elías se esconde cerca del arroyo de Querit, donde es alimentado por los cuervos. En tanto aumentaba la sequía y el hambre en la tierra, Elías se encuentra con una viuda en un país vecino, por la cual, y a través de su obediencia a la petición de Elías, Dios provee suficiente comida para Elías, la mujer y su hijo. Milagrosamente, la tinaja de harina y la vasija de aceite de la viuda, nunca escaseó ni disminuyó (1 Reyes 17:8-16). La lección para el creyente es que, si caminamos en comunión con el Señor y le obedecemos, estaremos abiertos a Su voluntad. Y cuando estamos en la voluntad de Dios, Él satisface todas nuestras necesidades, y Su misericordia para nosotros nunca se agota.


Luego, vemos a Elías como el personaje central en un cara a cara con los profetas del falso dios Baal en el monte Carmelo (1 Reyes 18:17-40). Los profetas de Baal, invocan a su dios todo el día, deseando que lloviera fuego del cielo, pero todo fue en vano. Luego, Elías construye un altar de piedras, hace una zanja alrededor, pone el sacrificio sobre la leña y pide que se derrame agua sobre el sacrificio tres veces. Elías clama a Dios, y Dios envía fuego del cielo, consume el holocausto, la leña, y lame el agua que estaba en la zanja. Dios demostró ser más poderoso que los dioses falsos. Fue entonces cuando Elías y el pueblo mataron a todos los falsos profetas de Baal, conforme al mandato de Dios en Deuteronomio 13:5