domingo, 11 de septiembre de 2016

Les irá bien a los que temen a Dios

Tenemos por bienaventurados a los que sufren. Habéis oído de la paciencia de Job, y habéis visto el fin del Señor, porque el Señor es muy misericordioso y compasivo. Santiago 5:11
Les irá bien a los que a Dios temen. Eclesiastés 8:12
¿El cristianismo es un seguro contra las dificultades de la vida? ¡De ninguna manera! Pero los cristianos están seguros de que Dios utiliza todas las circunstancias de su vida para el bien de todos los que lo aman (Romanos 8:28). Incluso las que nos parecen demasiado duras son útiles en los planes de Dios para formarnos o fortalecer nuestra fe.
Un estudiante que se conforma con hacer ejercicios fáciles progresa mucho más lentamente que el que trabajaba con temas más arduos. Sucede lo mismo en el plano espiritual, y nuestro Señor es el mejor pedagogo. Él sabe cuál es la mejor manera de formarnos, instruirnos y fortalecer nuestra fe, y por ello nos envía pruebas perfectamente adaptadas a cada uno. ¡Podemos, pues, confiar en Él!

Todo viene de Dios

… todo es tuyo. 1 Crónicas 29;14
Resultado de imagen de Todo viene de DiosCuando tenía 18 años, conseguí mi primer trabajo a tiempo completo y aprendí una lección importante sobre la disciplina de ahorrar dinero. Trabajé y ahorré hasta tener lo suficiente para pagar un año de estudios. Entonces, mi mamá tuvo una operación quirúrgica de emergencia, y me di cuenta de que yo tenía en el banco el dinero para pagar su operación.
De repente, mi amor por mi madre fue prioritario ante mis planes de futuro. Las palabras de Elisabeth Elliot en su libro "Pasión y pureza" cobraron para mí un nuevo significado: "Si nos aferramos a algo que hayamos recibido, sin la disposición de renunciar a eso cuando llegue el momento, o de que el Dador lo utilice como Él quiera, impedimos que el alma crezca". Es fácil cometer un error aquí, pensando: “Si Dios me lo dio, es mío y puedo hacer lo que quiera con eso”. No. La verdad es que nuestra parte es dar gracias a Dios y, también, ofrecérselo de vuelta".
¡Entendí que el trabajo que había recibido y la disciplina del ahorro eran regalos de Dios! Podía dar generosamente a mi familia porque estaba segura de que el Señor podía ayudarme de otra manera… ¡y lo hizo!
¿Cómo quiere Dios que apliquemos la oración de David de 1 Crónicas 29:14: Todo es tuyo, y de lo recibido de tu mano te damos?

Señor, dame un corazón generoso.

Todo le pertenece a Dios.

La tentación de los ojos

La tentación entra en la conciencia humana por los ojos. Los ojos son el instrumento con el cual detectamos todo lo que ocurre a nuestro alrededor; lo asimilamos, y lo interpretamos en nuestro cerebro. Por eso dijo Jesús: Lo que del hombre sale, eso contamina al hombre. Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos…” (Marcos 7.20-21). La tentación, cuando es aceptada en el corazón del ser humano como algo codiciable, da a luz el pecado, y el pecado la muerte (Santiago 1.15). La codicia y los deseos colocan al hombre en una situación tambaleante (Santiago 1.12).
Dios ha dado al hombre la luz de los ojos para que vean, perciban y admiren su creación. El cielo camina en tinieblas, y por eso no sabe a dónde va. Con los ojos podemos hacer el bien y el mal. Los ojos pueden servir al ser humano para hacer obras positivas o negativas.
“Yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón” (Mateo 5.28). Eso de “sacarse” el ojo, ¿qué significa si no nos invita a hacer ese o esos sacrificios? El discípulo de Jesús debe tener la continua disposición de ofrecer su vida en sacrificio vivo por vivir una vida moral, y para la honra y gloria de Dios (Mateo 5.29-30La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz; pero si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Así que, si la luz que en ti hay es tinieblas, ¿cuántas no serán las mismas tinieblas?” (Mateo 6.22-23; Lucas 11.34-36).
Por el ojo el ser humano puede tener toda una filosofía de vida. Puede ignorar cierta sabiduría de la vida, por cuanto su conciencia no va precisamente en esa dirección, satisfaciéndose a sí mismo con su modo de pensar. Puede avanzar hacia la legislación divina con engaño. Puede llamar a lo bueno malo, y a lo malo bueno; depende de como ve las cosas con sus ojos.

El Mayor Trofeo De Todos Los Tiempos

ENOC TUVO TESTIMONIO DE HABER AGRADADO A DIOS (Hebreos 11:5)
En la película "Jamaica Bajo Cero" los cuatro componentes del equipo jamaicano de Bobsleigh están tan obsesionados con ganar una medalla olímpica, que se han convencido a sí mismos de que ninguno de sus esfuerzos merecería la pena si no la consiguieran.
Resultado de imagen de El Mayor Trofeo De Todos Los TiemposTodo lo que han aprendido, las alegrías, el progreso y la dedicación que han demostrado, carecen de valor cuando se comparan con ese trozo de metal. Su entrenador es un hombre de 180 kilos que ganó una medalla olímpica en Bobsleigh hace veinte años y desde entonces nada le ha ido bien. Les dice a los componentes del equipo: “Si no sois bastante buenos antes de la medalla, tampoco lo seréis aunque la ganéis”.
Jesús habló mucho de las recompensas. Pero ir tras ellas puede decepcionarnos si nos las proponemos por motivos equivocados.
Un trofeo no es un logro en sí mismo, como tampoco representa lo que hemos aprendido, los músculos que hemos desarrollado ni la valentía que hemos adquirido. No es más que un símbolo de haber conseguido algo. Es una señal externa que ratifica nuestro valor.
En el mejor de los casos, los trofeos en las vitrinas son pequeños recordatorios, algo que nos recuerda estar agradecidos por el pasado y nos hace estar motivados para el futuro. Y en el peor de los casos, la vitrina de trofeos se convierte en un lugar de adoración, algo que potencia una falsa imagen de nosotros.
Los trofeos nos aportan una alegría pasajera que puede crear adicción, pero ese placer luego se desvanece. En el libro de Apocalipsis, vemos cómo los veinticuatro ancianos “echan sus coronas delante del trono, diciendo: Señor, digno eres” (Apocalipsis 4:10-11). Cuando le das toda la gloria a Dios, tus éxitos te aportarán gozo auténtico; sin embargo, si te atribuyes el mérito a ti mismo, los trofeos perderán su lustro y su color, y llegarán a ser una carga. Considera a Enoc: su mayor trofeo fue que agradó a Dios.