sábado, 8 de noviembre de 2014

Amor a prueba de fuego

Cuando Adán y Eva pecaron, se escondieron para que Dios no los encontrara. Cuando Dios supo donde estaban, pregunto a Adán: “¿Has comido del árbol del que yo te mandé no comieses?” Pero él, en vez de asumir su responsabilidad como cabeza de hogar, descargó su parte de culpa en su mujer antes que asumirla. En ese momento, Adán se olvidó que por su esposa podría cruzar el Atlántico nadando o que por ella escalaría el monte Everest, cualquier entelequia. Lamentablemente, él no asumió el rol que Dios le había dado.
Durante el noviazgo, muchas parejas se prometen, el uno al otro, que por ellos darían hasta la vida si fuera posible, porque están tan enamorados que no podrían vivir sin el otro; pero una vez casados, las promesas se van volando, y el varón no asume la responsabilidad que Dios le dio como cabeza de hogar, de proteger, proveer y respetar a su esposa. También en el caso de la mujer, como una ayuda idónea, apoyar a su esposo, hacerle sentir que él sigue siendo el amor de su vida.
Desgraciadamente, hoy en día ambos tratan de ir por su lado buscando su propio beneficio y se olvidan de la promesa que hicieron en el altar. Olvidan y cada uno tira por su lado, inician discusiones acaloradas que los alejan aún más en vez de acercarlos.

Sentirse como en casa en la presencia de Dios

“DIOS NUESTRO, ¡TÚ SIEMPRE HAS SIDO NUESTRA CASA!” (Salmo 90:1 TLA)
Tras una jornada laboral intensa, es fabuloso llegar a casa, ese lugar que conoces y donde te puedes descalzar, estar en bata y no preocuparte de lo que piensen los demás. 
Y hablando de forma reverente, la presencia de Dios puede ser algo así de familiar y de cómodo. Aprenderás a acudir a Él para obtener fortaleza, protección y guía. Dios quiere que te sientas “como en casa” en su presencia, y que seas consciente de su cercanía en todo momento. A veces pensamos que Dios es, como deidad, solo un objeto a debatir, en vez de un lugar donde morar. Pero Él quiere que lo veamos como Aquél en quien “…vivimos, nos movemos y existimos” (Hechos 17:28 NTV).

Si, No, Espera

Pacientemente esperé al Señor, y se inclinó a mí, y oyó mi clamor. – Salmo 40:1.
Sean constantes en la oración. – Romanos 12:12.
De mañana me presentaré delante de ti, y esperaré. – Salmo 5:3.
Me parece que fue ayer cuando Magali, la pequeña enferma de doce años, me decía con amargura: –No creo en Dios. Porque nunca me ha contestado cuando he orado. ¡Mire!, es mi tercera estancia en el hospital y no veo progresos.
Entonces, traté de explicarle que Dios puede responder de tres maneras diferentes: Naturalmente, una forma es diciendo “sí”, es decir, otorgando en seguida lo que pedimos. Pero también puede decir “no”, que quizá era lo que esta niña minusválida no comprendía. De hecho, Dios dice “no” por una única razón: por nuestro bien, el bien de nuestro corazón. Cuando el Señor cierra una puerta, sabe lo que hay detrás. “No”, es también, también una respuesta.
Él nos ama demasiado, en la medida de no ceder a todos nuestros caprichos y deseos. No siempre sabemos por qué dice “no”, pero lo que debe deleitarnos es pensar que Él sí lo sabe. Si a veces Dios dice “no” a nuestras oraciones, también puede decir: “Espera”.
¡Lástima!, un rasgo de nuestro carácter es ser impacientes, pero el Señor quiere desarrollar nuestra paciencia y someter nuestra voluntad a la suya. Esperemos y perseveremos sin dudar que nos contestará.
Él sabe lo que me hace falta, y en su amor quiero descansar. El misterio de toda cosa allí arriba lo va a revelar.


Las debilidades del diablo

¡Usted cuenta con armas contra el diablo! Él quiere poseerlo y zarandearlo como si fuera una pluma; pero la Biblia revela sus puntos débiles. Examinaremos la forma de descubrir y aprovechar estas debilidades para resistirlo. En primer lugar:
El diablo no lo sabe todo
Es decir, Satanás no es omnisciente. La omnisciencia de Dios es un hecho enseñado claramente en las Escrituras: “…su entendimiento es infinito” (Salmo 147.5). Dios conoce todas las cosas que tienen que ser sabidas. Sin embargo, no sucede lo mismo con el diablo.
Es obvio que no sabía donde estaba la tumba de Moisés. En Judas 9 se dice: “Pero cuando el arcángel Miguel contendía con el diablo, disputando con él por el cuerpo de Moisés, no se atrevió a proferir juicio de maldición contra él”. ¿Cuál era la disputa que tenía Satán con Miguel? El diablo estaba tratando de localizar el cuerpo de Moisés. Pero Dios mismo, había enterrado a Moisés en un lugar que “ninguno conoce” (Deuteronomio 34.6). ¿Y por qué quería el diablo conocer el lugar? ¡Pues para decírselo a los hombres! Sabiendo la tendencia que los judíos tenían de adorar las cosas terrenales, Satanás pensó que ellos harían un santuario de su tumba. Harían peregrinajes a la tumba de Moisés en lugar de adorar al Dios de Moisés.
Satanás también falló en comprender Génesis 3.15, la primera profecía del evangelio. Él muy bien pudo haber entendido que un día la simiente de la mujer heriría su cabeza, pero no supo cómo sería. Si él lo hubiera sabido, no hubiera impulsado a los hombres a crucificar a Cristo. Y ¡claro!, cuando Jesús murió, el diablo pensó que había ganado la batalla. Sin embargo, esta fue únicamente una herida en el talón, una herida temporal; porque cuando nuestro Señor fue levantado de la tumba, infligió un golpe mortal al diablo, quitándole el poder de la muerte. ¡Satanás no lo supo con antelación!

El Diezmo en el Nuevo Testamento

Los cristianos no estamos obligados a diezmar en la actualidad, pero de las leyes del diezmo podemos extraer ciertos principios orientadores para hoy.
Algunos creen que estamos obligados a hacerlo. Dan testimonio de bendiciones recibidas por diezmar. Algunas de ellas, sobre la base de Malaquías 3:10 “Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa”, enseñan que debemos dar nuestros diezmos a nuestra iglesia. Sin embargo, otros dicen que la ley del diezmo ha caducado, y que los cristianos no estamos obligados a diezmar. ¿Estamos realmente obligados a diezmar? ¿Dios nos bendecirá si diezmamos? ¿Estamos obligados a dar nuestro diezmo a nuestra iglesia? ¿Ha caducado la ley del diezmo? ¿Qué debemos estar haciendo mi familia y yo en cuanto al mismo? Buscaremos respuestas a estas preguntas en la Biblia.
Historia del diezmo en la Biblia
el_diezmo_nuevo_testamentoEl diezmo antes de la Ley de Moisés. Abram dio a Mequisedec, sacerdote del Dios Altísimo, el diezmo de todo el botín obtenido al derrotar a los cuatro reyes invasores (Génesis 14:17-20). Parece ser un acto voluntario. En Bet-el Jacob prometió diezmar todo lo que Jehová le diera en su viaje a Harán (Génesis 28:20-22). Parece ser un acto voluntario para persuadir a Jehová a cuidarlo y bendecirlo.
El diezmo según la ley de Moisés. Los israelitas estaban obligados a dar un diezmo de la tierra y del ganado a Jehová (Levítico 27:30-33). Este diezmo era para el sostén de los levitas (Números 18:21). Una parte del diezmo se debería gastar en banquetes en el santuario central cada año (Deuteronomio 14:22-23, 26). Una tercera parte del diezmo (y tal vez parte de la segunda) debería darse cada tres años para guardarse en las ciudades y repartirse a los pobres (Deuteronomio 14:28-29). El diezmo se menciona pocas veces más en el Antiguo Testamento:
1. Amós criticó a los israelitas porque diezmaban creyendo que así agradaban a Dios, cuando por contra, cometían injusticias contra los pobres e indefensos (Amós 4:4).
2. En la reforma de Ezequías los israelitas llevaron el diezmo de la tierra del ganado al templo y lo depositaron allí (2 Crónicas 31:5-6). Se trata del diezmo para los levitas (verso 4).
3. En la reforma de Esdras, los judíos prometieron dar el diezmo de la tierra para el sostén de los levitas (Nehemías 10:37), cosa que hicieron por un tiempo (12:47, 13:10, 12).
4. Malaquías acusó a los judíos de robar a Dios en sus diezmos, les instó a traer el diezmo completo al templo de Jerusalén (el único templo de los judíos) y les prometió gran bendición (Malaquías 3:8-10). Se trata del diezmo para los levitas.
5. En tiempos neotestamentarios, los escritos rabínicos indican que los judíos daban importancia a por lo menos, los primeros dos diezmos (Lucas 18:12, la oración del fariseo). Jesús reconoció que por lo menos, algunos escribas y fariseos diezmaban de todo, y que lo deberían hacer, pero les criticó por creer que eso agradaría a Dios, cuando dejaban de lado la justicia, la misericordia y la fe (Mateo. 23:23; Lucas. 11:42).
6. No hay ningún pasaje neotestamentario después de la muerte de Cristo, que inste a diezmar. Las únicas referencias al diezmo se hallan en Hebreos 7:2, 4, 5, 6, 8, 9; no instan a diezmar, sino que argumentan que el sacerdocio de Melquisedec fue superior al sacerdocio levítico, pues Melquisedec recibió diezmos de Abraham y, por lo tanto, también de Leví. El verso 5 indica que los diezmos eran parte de la Ley, para Israel.
7. Los cristianos que diezman hoy, por lo regular no piensan en si con ello, aplican todos los aspectos de la ley. Una excepción es la iglesia de Dios Universal: envían una parte del diezmo a las oficinas centrales para ser repartido allí entre las iglesias y ministros, ahorran otra parte del diezmo para un retiro anual de la iglesia en un hotel de lujo, y dan la tercera a los pobres.