viernes, 1 de marzo de 2019

En la intimidad

Mateo 6:1-18
Jesús descarta cualquier forma de oración que tenga como objetivo impresionar a los demás, aunque esté dirigida hacia la persona de Dios, como en el caso del fariseo en Lucas 18.11.
En dos cortas frases describe otra clase de oración, radicalmente diferente a esta, más sencilla y genuina. A pesar de su sencillez, no mengua en absoluto la profundidad ni la intensidad de la experiencia que identifica.
«Pero tú, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará en público.» Mateo 6.6 
Jesús nos enseña que la oración se refiere a algo más que repetir frases delante de Dios. En primer lugar, vemos que Cristo animaba a buscar un lugar apartado del bullicio de la vida cotidiana. No es porque resulte difícil orar en público, sino porque los que tenemos poca disciplina en la oración nos distraemos con facilidad. Jesús mismo, según el testimonio de los evangelios, no teniendo acceso a un cuarto interior propio «con frecuencia se apartaba a lugares solitarios para orar» (Lucas 5.16). La idea es que el entorno favorezca el momento de comunión con el Padre.
En segundo lugar, es interesante notar que Jesús no solamente indicó que debíamos entrar al cuarto interior, sino que también debíamos cerrar la puerta. Si usted piensa en los momentos de su propia vida cuando entra a un cuarto y cierra la puerta, la lección que quiso enseñar quedará claramente expuesta. No solemos cerrar la puerta de una habitación cuando tenemos la intención de salir de ella instantes más tarde. Más bien cerramos la puerta cuando deseamos permanecer allí un tiempo y no queremos que nos interrumpan.
La acción de cerrar la puerta indica para nosotros, que la oración no debe ser algo realizado «con apuro». No hay duda de que podemos orar en cualquier momento, usando frases cortas de adoración, gratitud y petición, del mismo modo que en un matrimonio podemos pronunciar palabras de cariño y amor a lo largo de todo el día. Estos pequeños "regalos", sin embargo, no pueden substituir a los momentos de intensa y prolongada comunión que son indispensables para que la relación crezca.
Jesús también animaba a que buscáramos a Dios, que está en lo secreto. Esto no indica que Dios sea difícil de encontrar, al contrario, Él se deleita en mostrase a los hombres. Más bien revela que el crecer en intimidad con el Señor es algo solamente concedido a aquellos que tienen un compromiso serio con Él. «Me hallaréis cuando me busquéis de todo corazón» declara el profeta Jeremías (29.13). A aquellos que desean guardar sus mandamientos, viviendo una vida de santidad, Jesús promete «y el que me ama será amado por mi Padre, y yo lo amaré y me manifestaré a él» (Juan 14.21). De esta manera el Maestro indicaba que la experiencia de oración se refería a algo más que repetir frases delante de Dios.
 

¿Y si no Tengo Sueños?

“La energía que tienen los sueños proviene de la actitud, motivación y el deseo de solucionar los problemas”.
“¿Y si alguien no tiene sueños o no puede soñar? Todos tenemos deseos, todos anhelamos, todos queremos lo bueno para nuestras vidas, todos pueden soñar.
Resultado de imagen de ¿Y si no Tengo Sueños?La pregunta que debo hacerme es ¿cuándo dejé de soñar? ¿Cuándo perdí esa capacidad de volar?
Son muchos los factores que nos llevan a perder nuestros sueños o la capacidad de soñar; puede ser una autoestima muy baja porque pensamos que eso no es para nosotros. Puede ser falta de confianza en nosotros mismos, producto de nuestras inseguridades recibidas en el hogar o en la escuela. Puede ser la desilusión recibida cuando alguien en quien confiamos nos falló, lo que hace que ya no quiera soñar. Puede ser la ansiedad, el estrés, y hay otro enemigo conocido como el pesimismo, que a su vez es conformista y cuya palabra preferida es “imposible, no se puede lograr”. Estos factores y especialmente el pesimismo, te desaniman y pierdes la capacidad de soñar; no quieres soñar porque temes que no se dé y te dices a ti mismo “mejor no soñar que fracasar.” Y los más “espirituales” se dicen: “creo que ésta es la voluntad de Dios”. Perdemos el sueño cuando perdemos la esperanza.
¿Puedo volver a soñar? Claro que puedes volver a soñar. Los sueños se construyen de la esperanza. Tú puedes comenzar a soñar con la felicidad en tu matrimonio, puedes comenzar a soñar con la carrera en la que querías graduarte, soñar con lograr, con tener, con hacer..., son tantos los sueños que puedes hacer una gran lista de las cosas que te gustaría ver en ti y en los tuyos antes de morir. Cada uno de tus sueños, incluyendo ser el mejor esposo, el mejor padre, el mejor amigo, son válidos e importantes.

¿Qué dice la biblia acerca de la falta de perdón?

Resultado de imagen de ¿Qué dice la biblia acerca de la falta de perdón?La biblia habla bastante sobre el perdón y la falta del mismo. Quizá la más conocida de las enseñanzas sobre la falta de perdón es la parábola de Jesús acerca del siervo despiadado, registrada en Mateo 18:23-35. En la parábola, un rey perdona una deuda sumamente grande (básicamente una que nunca podría ser reembolsada) de uno de sus siervos. Sin embargo, más tarde ese mismo siervo se niega a perdonar una pequeña deuda de otro hombre. El rey escucha esto y revoca el perdón que había otorgado. Jesús concluye diciendo: "Así también mi Padre celestial hará con vosotros si no perdonáis de todo corazón cada uno a su hermano sus ofensas" (Mateo 18:35). Otros pasajes nos dicen que seremos perdonados cuando perdonemos (por ejemplo Mateo 6:14; 7:2; Lucas 6:37).

No debemos confundirnos con esto; el perdón de Dios no se basa en nuestras obras. El perdón y la salvación se basan exclusiva y totalmente en la persona de Dios por la obra redentora de Jesús en la cruz. Sin embargo, nuestras acciones demuestran nuestra fe y la medida en la que entendemos la gracia de Dios (Ver Santiago 2:14-26 y Lucas 7:47). Somos completamente indignos, mas aun así Jesús escogió pagar el precio por nuestros pecados y darnos el perdón (Romanos 5:8). Cuando entendamos verdaderamente la grandeza del don de Dios para nosotros, lo transmitiremos a otros. Hemos recibido la gracia, y a cambio deberíamos extender la gracia a otros. En la parábola, estamos indignados por el siervo que no perdonaba una deuda menor después de haber sido perdonado por una deuda impagable. Sin embargo, cuando no perdonamos, estamos actuando como el siervo de la parábola.

La falta de perdón también nos priva de la vida plena que Dios quiere para nosotros. En lugar de promover la justicia, nuestra falta de perdón empeora y termina en amargura. Hebreos 12:14-15 advierte, "Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor. Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados". Asimismo, 2 Corintios 2:5-11 advierte que la falta de perdón puede ser una apertura para que Satanás nos haga desviar.