Filipenses 2: 3. Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo.
Después de decirles a los hermanos filipenses lo que tenían que hacer para completar su gozo, Pablo les menciona las cosas que traen tristeza, cuando la iglesia deja de lado la humildad y va tras la práctica de malos caminos: la contienda y la vanagloria.
Después de decirles a los hermanos filipenses lo que tenían que hacer para completar su gozo, Pablo les menciona las cosas que traen tristeza, cuando la iglesia deja de lado la humildad y va tras la práctica de malos caminos: la contienda y la vanagloria.

La rivalidad se da por múltiples factores; ya sea por malos entendidos o por envidias, las personas compiten en su servicio al Señor; algunos, que no consiguen a su manera aquellas cosas que quieren, se enfrascan en una lucha contra otros creyentes, trayendo como resultado la división en la iglesia.
Igualmente, la vanagloria resulta ser otro problema que trae tristeza a la iglesia. Se trata de la alabanza vacía e infructuosa que proclaman algunas personas dentro de la iglesia. Éstas personas solo quieren la atención, el reconocimiento, el cargo, la posición, etc. Pero, ¡ojo!, recuerden que la gloria es para Dios: Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios. 1 Corintios 10:31.