viernes, 21 de marzo de 2014

Suelta las amarras

Juanita pensó que sus padres no le darían permiso para irse de fiesta con unos amigos, de forma que les mintió, les dijo que iba al cine con una compañera.
Aunque se sintió un poco mal porque no les dijo la verdad, tampoco le dio muchas vueltas al tema y se dispuso a divertirse.
La fiesta estuvo genial: al final su amigo Pedro, que ya estaba medio borracho, la invitó a dar un paseo, pero primero quiso dar una fumadita…
De repente Pedro comenzó a propasarse. Eso no era lo que Juanita quería. “Tal vez mis padres tienen razón”, pensó; “quizás aún soy muy joven para salir así. ” “¿Cómo pude ser tan tonta?” 
-“Por favor, Pedro, dijo, llévame a casa, no me quiero quedar”.
Molesto, Pedro arrancó el coche y comenzó a conducir a toda velocidad. Juanita, asustada, le rogó que fuera más despacio, pero mientras más le suplicaba, él más pisaba el acelerador.
De repente vio un gran resplandor. “¡OH, Dios!, ayúdanos. ¡Vamos a chocar!"
Ella recibió toda la fuerza del impacto, todo se puso negro de repente. Aún consciente, sintió que alguien la sacó del coche retorcido, y oyó voces: "¡llamen a la ambulancia! Estos jóvenes están en problemas”.
Le pareció oír que había dos coches involucrados en el choque...
... Despertó en el hospital viendo caras tristes. “Tuviste un choque terrible”- dijo alguien.
En medio de la confusión se enteró de que Pedro estaba muerto.
A ella misma le dijeron “Juanita, hicimos todo lo que pudimos,...y parece ser que te perderemos a ti también”.
¿Y la gente del otro coche?, preguntó Juanita llorando.
“También murieron”, le contestaron.
Juanita rezó: “Dios perdóname por lo que he hecho, yo sólo quería una noche de diversión”.

Dios no tiene Límites - Reflexiones

En 1939 las tropas soviéticas entraron y se anexaron los estados del Báltico, incluyendo Lituania.
El vicecónsul estadounidense en Lituania, con capital en Riga, vio lo que estaba pasando y le preocupaba que los soldados soviéticos saquearan la sede de la Cruz Roja Americana.
Entonces se comunicó con el Departamento de Estado, para pedir autorización para izar la bandera de los Estados Unidos más alta que la bandera de la Cruz Roja, con la idea de taparla y así, proteger las provisiones que allí había, pero la respuesta de sus superiores fue: No existe ningún precedente para actuar de esa manera.
Aún así, el vicecónsul izó la bandera.
Luego mandó un mensaje al Departamento de Estado en el que decía: En esta fecha, he establecido un precedente.
Por lo general, las soluciones están en el ojo del observador.
En el mundo hay muchos que se detienen cuando alguien les pone un límite. Sin embargo, los que se han abierto camino en la vida, son aquellos que frente a las limitaciones, se atreven a marcar un precedente. Muchos dicen, eso nunca se ha hecho o ya se probó antes y no funcionó.

No Pierdas la paciencia - Reflexiones

Carolina estaba exasperada con sus dos hijos, Claudio y Lorenzo. Llamó a su mamá en busca de apoyo. Estos chicos se portan como Daniel, el travieso, clamó. Se puso a explicar los acontecimientos del día. Los niños querían deslizarse por el piso de la cocina, corrieron y patinaron sobre las alfombras con sus pegajosas y rojas medias, haciendo un terrible desastre. Más tarde, descubrieron una lata de insecticida, siguió Carolina, y se metieron en el lavadero, se subieron a la secadora y embadurnaron las paredes con ese líquido nauseabundo.
Ayer llenaron el fregadero de agua. Cuando comenzó a derramarse, tomaron el cubo de la basura para recoger el agua. Cuando lo llenaron, salpicaron por todos lados mientras se derramaba por el suelo.
Para la abuela era fácil ver lo cómico y divertido de las travesuras de los niños, pero contuvo la risa. En su lugar, su suave y tranquila voz sobresalió. Su sabiduría le habló al corazón de Carolina. Cariño, mi pastor me dijo una vez que cuando tu paciencia se pone a prueba, es porque Dios trata de mostrarte algo de tu carácter. 

-Muchas veces tuve que recordar esas palabras.
Mientras limpiaba el último desastre que hicieron sus hijos, Carolina pensaba en lo que le dijo su madre. Consideró los momentos en los que fue todo, menos perfecta. Pensó en su desgarrador divorcio, en sus problemas con las tarjetas de crédito y en los años que estuvo apartada del Señor.
Padre celestial, susurró, por favor no me abandones ni te canses de ayudarme a limpiar mi vida.
La perspectiva de esa abuela, su madre, moldeada con el tiempo, le capacitó para dar a sus hijos un consejo sabio. Su perspectiva personal pasó por años de preparación. 
Pásela usted también a sus hijos y nietos.
Se considera que ciertos rasgos de la personalidad se saltan una generación. Quizá sea por eso que los nietos y los abuelos se llevan tan bien.
Salmo 61:5
Me has dado la heredad de quienes te honran.

No se desespere… espere en Dios

No podía conciliar el sueño. Eran las tres de la madrugada, y no hacía otra cosa que dar vueltas en la cama. Lo intentó una vez más, miró el reloj y se dio por vencido. En la ciudad, adornada con luces como un cielo poblado de estrellas, soplaba una suave brisa. Darío se asomó a la ventana y dejó que le bañara el fresco amanecer. ¿Encontraría solución para sus problemas? Probablemente, pero si había algunas, no sabía donde hallarlas.

Su esposa Laura llevaba una semana en casa de sus padres. Se había llevado los dos hijos pequeños. No quería saber más de él. “Además de que andas coqueteando con todas las mujeres, ni siquiera llegas temprano a casa. Todo lo inviertes en trabajar y nosotros no somos nada para ti”, le gritó en medio de lágrimas mientras subía al coche con los pequeños.

Las cosas no iban nada bien en lo personal. Tenía problemas con su jefe inmediato superior. Incluso ese día tuvieron un cruce de palabras. ¿Y de dinero? Mal. Compromisos con los amigos, beber los fines de semana y apostar en el fútbol le tenían al borde de la ruina.

¿Había alguna salida al laberinto? Miró la Biblia que su esposa leía con regularidad. Estaba en la mesita de noche, y decidió curiosear. Y abrió un pasaje que impactó su vida: “Quédate quieto en la presencia del Señor, y espera con paciencia a que él actúe. No te inquietes por la gente mala que prospera, ni te preocupes por sus perversas maquinaciones.” (Salmo 37:7. NTV)
Una y otra vez miró las líneas. En pocos minutos las memorizó. Las repetía despacio. ¿Podría Dios ayudarle? Con sus palabras, algo incoherentes, habló con el Señor. Lo hizo con sinceridad... y sintió descanso.

Dos días después decidió llamar a Laura. Había orado una y otra vez y sintió que ella le daría la oportunidad de regresar. Al comienzo ella estaba muy seca, es más, algo reacia. Lo revelaba el tono de su voz. Finalmente le dio una luz de esperanza: “Si veo que realmente has cambiado, hablamos. Quiero ver tus cambios”, insistió.
El cambio fue progresivo. En ese momento, cuando estaba en medio del laberinto, fue cuando decidió buscar a Dios. ¡Y lo encontró! Su vida experimentó cambios progresivos. Esperó en el Señor, aprendió a hacerlo, porque reconoció que sólo con sus fuerzas no cambiaría ni recuperaría a su familia. Dejó que Su Hacedor obrara. Y Él sí sabe cómo hacerlo.

Darío y Laura regresaron al mismo techo. Él reconoció que su familia valía la pena, y hoy tiene un gran compromiso con ellos. No desperdicia tiempo alguno para reunirse con su cónyuge y sus hijos. “Todo comenzó a cambiar, hasta en el trabajo”, reconoce. Hoy vive de forma totalmente diferente.

Un regalo de Dios

Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él; Colosenses 2:06


"¿Cómo habéis recibido al Señor Jesucristo?"

La vida de fe está representada por una recepción, un acto que implica y conlleva todo lo contrario a un mérito personal. Se trata simplemente de la aceptación de un regalo. Como la tierra recibe el agua bajo la lluvia, como el mar recibe las corrientes, como la noche acepta la luz de las estrellas, por lo que, sin dar nada participamos libremente de la gracia de Dios. 

No somos santos por naturaleza, ni los pozos por donde pasan las corrientes son así, por naturaleza; no son más que cisternas en las que fluye el agua viva, y nosotros recipientes vacíos en los que Dios derrama su salvación. La idea de recibir implica un sentido de realización (de sentirse realizado), por lo que la materia recibida es una realidad. No se puede recibir una sombra, recibimos lo que es importante: en la vida de fe, Cristo se hace real para nosotros. Mientras estamos sin fe, Jesús es un mero nombre para nosotros, una persona que vivió hace mucho tiempo, hace mucho tiempo que su vida es sólo una historia; pero para nosotros ahora, por un acto de fe, Jesús se convierte en una persona real en la conciencia de nuestro corazón.