jueves, 16 de junio de 2016

No Culpes a Nadie

No culpes a nadie, no te quejes nunca de nadie ni de nada.
No culpes a nadie, nunca te quejes de nadie, ni de nada, porque fundamentalmente 
tú has hecho lo que querías en tu vida.
Acepta la dificultad de crecer tú solo y el valor de empezar corrigiéndote, porque el verdadero triunfo del hombre surge de las cenizas de su error.
Tampoco te quejes de tu soledad o de tu suerte,
 afróntala con valor y acéptala.
De una manera u otra es el resultado de tus actos y prueba que tú siempre has de ganar.
No te amargues de tu propio fracaso ni le eches la culpa a otro,
 acéptate ahora o seguirás justificándote como un niño.
Recuerda que cualquier momento es bueno para comenzar, y  que ninguno es tan terrible para claudicar.
Y no olvides que la causa de tu presente es tu pasado, así como la causa de tu futuro será tu presente.
Aprende de los audaces, de los fuertes, de quien no acepta situaciones de antemano, de quien vivirá a pesar de todo. Piensa menos en tus problemas y más en tu trabajo, y tus problemas sin alimentarlos morirán.
Aprende a renacer con el dolor y a ser más grande que el más grande de los obstáculos.
Mírate en el espejo de ti mismo y serás más libre y fuerte.

Vive El Momento

Nos convencemos a nosotros mismos de que la vida será mejor después ….
Después de terminar la carrera, después de conseguir trabajo, después de casarnos, después de tener un hijo, y entonces después de tener otro.
Luego nos sentimos frustrados porque nuestros hijos no son lo suficientemente mayores, y pensamos que seremos más felices cuando crezcan y dejen de ser niños, después nos desesperamos porque son adolescentes, difíciles de tratar.
Y pensamos: seremos más felices cuando salgan de esa etapa.
Luego decidimos que nuestra vida será completa cuando a nuestro esposo o esposa le vaya mejor.
Cuando tengamos un mejor coche, cuando nos podamos ir de vacaciones...
O cuando consigamos el ascenso, cuando nos retiremos.
Pero la verdad es que “NO HAY MEJOR MOMENTO PARA SER FELIZ QUE AHORA MISMO”.
Si no es ahora, ¿cuándo? La vida siempre estará llena de después, de retos.
Es mejor admitirlo y decidir ser felices ahora de todas las formas …
No hay un luego, ni un camino para la felicidad, la felicidad es el mismo camino y es ¡AHORA!, ¡ATESORA CADA MOMENTO QUE VIVES!
Y atesóralo más porque lo compartiste con alguien especial; tan especial que lo llevas en tu corazón y recuerda que
¡EL TIEMPO NO ESPERA POR NADIE!

Eres de los Buenos

Si  recapacitáramos y entendiéramos la gran riqueza que nos espera en el cielo cuando ayudamos a alguien, actuaríamos de otra manera. En cambio, nos es más importante actuar siempre y solamente a favor de nosotros mismos, dejando de lado las necesidades de los demás, cuando en realidad tenemos un perfecto ejemplo en Jesús quien vivió para servir a los demás.
A los buenos los pondré a mi derecha, y a los malos a mi izquierda. Entonces yo, el Rey, les diré a los buenos: ¡Mi Padre los ha bendecido! ¡Vengan, participen del Reino que mi Padre preparó desde antes de la creación del mundo! Mateo 25:33-34 (Traducción en Lenguaje Actual).
Tenemos herencia y existe antes de todo lo que está a nuestro alrededor. Dios nada lo ha hecho improvisado; es muy clara esta promesa, SOLO para los buenos: para aquellos que cuando Él tuvo hambre, le dieron de comer; cuando tuvo sed, le dieron de beber, cuando no tenia refugio, le brindaron alojamiento; cuando no tuvo ropa, se la ofrecieron para vestirse; y cuando estuvo enfermo y en la cárcel le fueron a visitar (versos 35-36).
Porque ser bueno no consiste en llamarse "cristiano", en tener la mejor apariencia y en que nos salgan las super- palabras; ¡no!, eso va en nuestra actitud. Sí consiste en la relación que  tengamos con Dios y con los demás, porque si no tienes buena comunión con Dios difícilmente la tendrás con el prójimo.

Destruido totalmente

Si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. 2 Corintios 5:17
Después de tres años de estar consumiendo drogas, estaba destruido. Eso era lo único que me interesaba. Sí, había decidido ir a las Antillas para vivir como quería. Ya estaba allí, cuando una noche, en la selva tropical, cautivado por la atmósfera de aquel lugar, yo, que nunca había orado, me puse espontáneamente a hablar con el Creador. Fue una experiencia profunda y marcada por una gran paz, el sentimiento de una presencia que me envolvía… ¡Estaba muy sorprendido!
Esta oración fue el comienzo de una nueva vida. Empecé a leer el evangelio, y las palabras de Jesús me parecieron claras, las creí y me fueron transformando… Dejé de robar, de mentir y de drogarme. Luego volví a Francia para reencontrarme con mi familia, a la que había abandonado tan egoístamente. Allí encontré trabajo y conocí a verdaderos creyentes que, al igual que yo, habían tenido ese encuentro con Jesús.