¿Sabes que La Biblia dice esto?
Pues en el evangelio, la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: «Mas el justo por la fe vivirá». (Romanos 1:17).
Escuchamos por las calles del mundo, desde un continente hasta el otro, a las multitudes gritando: ¡justicia!, ¡justicia!, ¡justicia!

Pero tenemos que aprender, por la disciplina del Señor, a esperar y a seguir esperando porque no parece llegar nunca la dichosa justicia.
Los pobres gritan ¡justicia!, pues los ricos les arrebatan sus medios de producción y los explotan por miserables sueldos. Los ricos a su vez, también gritan ¡justicia!, pues consideran que son merecedores de las propiedades que poseen por sus sacrificios y trabajos.
Los homosexuales y las lesbianas se ponen en huelga proclamando justicia por sus derechos y respeto. Los padres salen a las calles, al igual, reclamando por hijos desaparecidos y gritan ¡justicia!
Los crímenes, los asaltos y secuestros están a la orden del día por todas las partes de la tierra, y los gritos desesperados se escuchan en cada informativo: ¡justicia! ¡justicia! ¡justicia!
Pero vuelven los hombres, en su necedad, a obviar una verdad bíblica: ¡No hay justicia en en esta tierra! Y nadie podrá hallar un nivel de justicia perfecto y digno.
La justicia del hombre está totalmente dañada, destrozada, desmantelada, nublada por el pecado y la maldad. Ya en el huerto del Edén el hombre perdió toda su capacidad de juzgar correctamente. La necedad de Adán se observa de una manera evidente, en su argumento frente a Dios: "La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí".(Génesis 3:12)
Es tanta la necedad de Adán que comienza de inmediato a culpar a Dios. Lo cual revela su incapacidad de juzgar. No fue capaz de asumir su responsabilidad de hombre. No reconoció haber abandonado a su compañera o no haberla invitado a acompañarlo en sus labores.
Dios declara que todos somos pecadores y que no hay ni siquiera uno de nosotros que sea bueno. La Biblia nos enseña que todos nos hemos descarriado como ovejas y que cada cual se apartó de su camino (Isaías 53:6). Que todos estamos destituidos de la Gloria de Dios. (Romanos 3:23).
Como está escrito: No hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno". (Romanos 3:10-12).