lunes, 23 de julio de 2018

Señor, gracias por estar a nuestro lado. Gracias por librarme de todo

No tendrás temor de pavor repentino, ni de la ruina de los impíos cuando viniere, porque el Señor será tu confianza, y él preservará tu pie de quedar preso. Proverbios 3:25-26.
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Cuando Dios juzga, no quiere que su pueblo se atemorice. Dios no viene para perjudicar sino para defender a los justos. Consecuencia, el Señor quiere que te muestres valiente. Los que gozamos de la presencia de Dios deberíamos demostrar una gran fortaleza. El Señor puede venir de repente, por eso no deberíamos ser sorprendidos por ninguna cosa repentina.
La serenidad en el peligro y en medio de las calamidades es un don precioso del amor divino. El Señor quiere que sus escogidos tengan discernimiento para comprender que la ruina de los impíos no es una calamidad para todo el mundo. La única calamidad es el pecado.
Deberíamos indignarnos mucho más contra el pecado que nos merece el infierno, que no contra el mismo infierno, que es la consecuencia fatal del pecado. Asimismo, el pueblo de Dios debe manifestar la quietud de su espíritu. El diablo y su simiente están llenos de engaño; mas los que están con Dios jamás caerán en sus lazos seductores.
Sigue adelante, tú que crees en Jesús, y deposita en el Señor toda tu confianza.
Hoy por eso viviré libre de todo temor para moverme en el propósito eterno.
Señor, gracias por estar a nuestro lado. Gracias por librarme de todo pavor y todo temor. Gracias por darme de tu fuerza y aliento. Amén.

¿Puede un creyente perder su Salvación?

¿Es posible que un creyente se pierda, considerando que no logra vivir absolutamente sin pecar?
1. Hay que considerar, primero, que el que se convierte al Señor Jesucristo, según Efesios 1:13-14, es sellado con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras hasta el día de la salvación. En otras palabras: el renacido recibe, de parte de Dios, la garantía de que Él lo guardará hasta el día de la salvación.
Resultado de imagen de ¿Puede un creyente perder su Salvación?2. Según Juan 16:13 el Espíritu Santo nos guía a toda verdad. Dicho de otro modo: una persona que recibe al Espíritu Santo es salva eternamente. El Señor Jesús dice expresamente en Juan 10:28 que nadie arrebatará a Sus ovejas de Su mano, subrayándolo en el versículo 29: “…nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre”.
Pero ahora se plantea la pregunta: ¿Qué pasa si peco a pesar de tener esta maravillosa posición de hijo de Dios? Juan responde a esta interrogante: “…y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo” (1 Juan 2:1). El creyente renacido y lleno del Espíritu Santo, ha sido redimido de la culpa y del poder del pecado, aunque aún no de la presencia del mismo. Y en este punto se confunden muchos hijos de Dios por falta de conocimiento de la gloria de Su persona. Pero también está escrito: “Porque aunque siete veces caiga el justo, volverá a levantarse” (Proverbios 24:16). No obstante, la Biblia nos exhorta insistentemente, señalándonos que, por consciente desobediencia, podemos perder la “segunda bienaventuranza”. La “primera bienaventuranza” es la vida eterna que recibimos gratuitamente por la fe en Jesucristo, mas la “segunda bienaventuranza” es la recompensa que recibiremos.
La primera es imperdible, mientras que la segunda se puede perder. Un padre carnal nunca puede negar que tiene un hijo o deshacer este hecho, pero sí puede desheredarlo. Esta “recompensa” o como lo expresa el Nuevo Testamento de varias maneras, “la corona”, o “la herencia”, la obtenemos solo por seguir fielmente a Jesús (Romanos 8:17 y 1 Corintios 3:11).

Jehová dio, Jehová quitó. ¡Sea el nombre de Dios bendito!

“En el día del bien goza del bien; y en día de la adversidad reflexiona. Dios hizo tanto lo uno como lo otro, a fin de que el hombre nada halle después de Él” (no sepa qué trae el futuro)Eclesiastés 7:14

Hallar significa “encontrar”. O sea, el Señor va a provocar situaciones a fin de que veamos que en nuestra impotencia o insuficiencia solo podemos asirnos y aferrarnos a Él.
Hay situaciones difíciles que son provocadas por nosotros, pero otras son generadas por Él para probar nuestra fe, lealtad y fidelidad a Él, ya que en ciertas ocasiones la escoria y el pecado en nuestras vidas necesita de ese fuego para desarraigarse de nosotros. Pedro nos dice que nuestra fe debe ser probada como el oro.

Resultado de imagen de Jehová dio, Jehová quitó. ¡Sea el nombre de Dios benditoI Corintios 10:13 dice: ”No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana, pero fiel es Dios que no os dejará ser tentados más de lo que podáis resistir; sino que juntamente con la tentación dará la salida, para que podáis soportarla”. No hay ni una sola prueba que sea exclusiva o única, es decir, !no eres el único en el mundo que está sufriendo esa prueba!, pero aun si piensas que sí lo eres, el Señor asegura que no te dejará solo, !el que dio la prueba también dará la salida!

Alguien dijo una vez que “al Señor no le interesa tu comodidad sino tu madurez”.
Necesitamos parecernos a Cristo, para el Señor eso es lo más importante.

En el principio...

El hombre responde a la iniciativa divina; es un actor secundario en una historia que es mucho más grande que él.
En el principio ya existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios. Y el Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros. Y hemos contemplado su gloria, la gloria que corresponde al Hijo unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan 1:1;14
Resultado de imagen de en el principio era el verboLa declaración del apóstol es una réplica del relato del Génesis, cuyo origen va más allá de la historia particular del planeta que habitamos: "En el principio creó Dios los cielos y la tierra". Este "principio" al que los diferentes autores se refieren, escapa de los parámetros usados para medir el paso del tiempo, pues está escondido en la misma eternidad. 

Juan no pretende entrar en el misterio de esta frase. Simplemente afirma que el Verbo existía desde siempre, porque el Verbo es Dios mismo. Su declaración nos ayuda a asumir, desde el mismo principio, la postura correcta en nuestra relación con el Señor. Él es el origen de todas las cosas, incluso de nuestra propia historia personal. Una y otra vez, a medida que caminemos con Él, vamos a retornar a esta verdad. Cada escena que presenciemos nos conducirá indefectiblemente, a la persona de Dios. El hombre es, y por siempre será, el que responde a la iniciativa divina, un actor secundario en una historia mucho más grande y profunda que el relato de nuestro fugaz paso por este planeta.