La Biblia nos indica un claro camino hacia la vida eterna. Primero, debemos reconocer que hemos pecado contra Dios. En las Sagradas Escrituras leemos en Romanos capítulo 3 y el versículo 23: “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios.” Todos hemos hecho cosas que desagradan a Dios, las cuales nos hacen merecedores de castigo. Debido a que a la larga todos nuestros pecados van en contra de un Dios eterno, únicamente valdría un castigo eterno. En Romanos capítulo 6 y el versículo 23 leemos, “Porque la paga del pecado es muerte, más la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor Nuestro.”
En 1 de Pedro capítulo 2 y el versículo 22, leemos que Jesucristo es el santo Hijo de Dios, sin pecado. En Juan capítulo 1, los versículos 1 y 14, leemos que el eterno Hijo de Dios se hizo hombre y murió para pagar nuestro castigo. En Romanos 5:8 leemos: “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.” Jesucristo murió en la cruz (Juan 19:31-42). Él llevó la culpa que merecíamos nosotros (2 Corintios 5:21). Tres días más tarde se levantó de la tumba, demostrando Su victoria sobre el pecado y la muerte. (1 de Corintios 15:1-4) Y en 1 de Pedro capítulo 1 versículo 3, leemos: “ Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su gran misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos.”
Nuestro objetivo como Iglesia es llevar a la gente a la fe en Jesús e integrarla en la familia de Dios. Y que nuestro carácter se parezca al de Cristo, glorificando a Dios y sirviendo en toda buena obra.
martes, 20 de febrero de 2018
¿Existe Dios? ¿Hay alguna evidencia de la existencia de Dios?
¿Existe Dios? Es interesante que se dé tanta atención a este debate. Las últimas encuestas nos dicen que más o menos el 90% de la gente en el mundo de hoy, cree en la existencia de Dios o en algún poder más alto. Aunque pueda parecer que la responsabilidad está en aquellos que creen que Dios existe, para de alguna manera probarlo, es más que posible que la responsabilidad esté sobre los que no creen.
Sin embargo, la existencia de Dios no puede ser probada o desmentida. Hasta la Biblia dice que deberíamos aceptar por fe, el hecho de que Dios existe, “Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan” (Hebreos 11:6). Si Dios lo deseara así, simplemente podría aparecer, y probar a todo el mundo que Él existe. Pero si lo hiciera, no habría necesidad de fe. “Jesús le dijo: porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron” (Juan 20:29).
Pero esto no significa que no haya ninguna evidencia de la existencia de Dios. La Biblia declara, “Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Un día emite palabra a otro día, y una noche a otra noche declara sabiduría. No hay lenguaje, ni palabras, ni es oída su voz. Por toda la tierra salió su voz, y hasta el extremo del mundo sus palabras” (Salmos 19:1-4). Al mirar las estrellas, al entender la inmensidad del universo, al observar las maravillas de la naturaleza, o al ver la belleza de la puesta del sol, vemos que todas ellas apuntan hacia un Creador, Dios. Si esto no fuera suficiente, también está la evidencia de Dios en nuestros propios corazones. Eclesiastés 3:11 nos dice, Todo lo hizo hermoso en su tiempo, y ha puesto eternidad en el corazón del hombre, sin que éste alcance a comprender la obra hecha por Dios desde el principio hasta el fin.
Hay algo en lo profundo de nuestro ser, que reconoce que hay algo más allá de esta vida y alguien más allá de este mundo. Intelectualmente podemos negar este sentimiento, pero la presencia de Dios en nosotros y a través de nosotros, está ahí, es innegable. A pesar de todo, la Biblia nos advierte que todavía hay algunos que niegan la existencia de Dios, “Dice el necio en su corazón: No hay Dios” (Salmos 14:1). Debido a que alrededor del 98% de la gente a través de la historia, en todas las culturas, en todas las civilizaciones, en todos los continentes, creen en la existencia de algún tipo de Dios, debe haber algo (o alguien) que causa esta creencia.
Sin embargo, la existencia de Dios no puede ser probada o desmentida. Hasta la Biblia dice que deberíamos aceptar por fe, el hecho de que Dios existe, “Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan” (Hebreos 11:6). Si Dios lo deseara así, simplemente podría aparecer, y probar a todo el mundo que Él existe. Pero si lo hiciera, no habría necesidad de fe. “Jesús le dijo: porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron” (Juan 20:29).
Pero esto no significa que no haya ninguna evidencia de la existencia de Dios. La Biblia declara, “Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Un día emite palabra a otro día, y una noche a otra noche declara sabiduría. No hay lenguaje, ni palabras, ni es oída su voz. Por toda la tierra salió su voz, y hasta el extremo del mundo sus palabras” (Salmos 19:1-4). Al mirar las estrellas, al entender la inmensidad del universo, al observar las maravillas de la naturaleza, o al ver la belleza de la puesta del sol, vemos que todas ellas apuntan hacia un Creador, Dios. Si esto no fuera suficiente, también está la evidencia de Dios en nuestros propios corazones. Eclesiastés 3:11 nos dice, Todo lo hizo hermoso en su tiempo, y ha puesto eternidad en el corazón del hombre, sin que éste alcance a comprender la obra hecha por Dios desde el principio hasta el fin.
Hay algo en lo profundo de nuestro ser, que reconoce que hay algo más allá de esta vida y alguien más allá de este mundo. Intelectualmente podemos negar este sentimiento, pero la presencia de Dios en nosotros y a través de nosotros, está ahí, es innegable. A pesar de todo, la Biblia nos advierte que todavía hay algunos que niegan la existencia de Dios, “Dice el necio en su corazón: No hay Dios” (Salmos 14:1). Debido a que alrededor del 98% de la gente a través de la historia, en todas las culturas, en todas las civilizaciones, en todos los continentes, creen en la existencia de algún tipo de Dios, debe haber algo (o alguien) que causa esta creencia.
Para Él
“…Porque todo, absolutamente todo en el cielo y en la tierra,
visible e invisible… todo comenzó en él y para los propósitos de él…” Colosenses 1:16 (PAR).
La vida es el espacio de tiempo con el que
contamos los seres humanos para orientar nuestra existencia. Lamentablemente, la mayoría de las personas no saben para qué están aquí en la tierra.
Es normal que se dejen llevar por las circunstancias que les rodean y llegan a
tomar decisiones sobre cosas que, antes de comprender la razón de su existencia,
les llevan a un estado permanente de confusión.
Sin embargo, vale la pena mencionar que Dios está muy interesado en que podamos conocer sus propósitos, que van mucho más allá de nuestra familia, profesión, trabajo... y nuestros sueños y anhelos más deseados. Si le preguntáramos a Dios ¿cuáles son sus propósitos?, tal vez Él nos respondería que…
Sin embargo, vale la pena mencionar que Dios está muy interesado en que podamos conocer sus propósitos, que van mucho más allá de nuestra familia, profesión, trabajo... y nuestros sueños y anhelos más deseados. Si le preguntáramos a Dios ¿cuáles son sus propósitos?, tal vez Él nos respondería que…
I. SUS
PROPÓSITOS SON EL CORAZÓN DE NUESTRA EXISTENCIA, Colosenses 1:16
El apóstol Pablo declaraba con estas
palabras a los Colosenses, que todas las cosas creadas, especialmente la
humanidad, encuentran la causa de su existencia en Dios y los propósitos que Él
mismo designó. Para Pablo, el corazón de la existencia de todo ser humano está en vivir según los propósitos que Dios, sabiamente, diseñó para la plenitud y
realización de todo ser humano. A través de este versículo, Dios quiere
colocarnos en la posición adecuada para entender y vivir en sus propósitos.
Sin embargo, estamos viviendo tiempos muy
difíciles; tiempos en los que la pérdida de valores, la falta de interés en las
cosas de Dios, aunadas a las adicciones, el aborto, el divorcio, y muchas otras
cosas, están llevando a las personas a un caos de confusión, en el que de una manera egoísta se engañan a sí mismos y pretenden engañar a los demás.
Afortunadamente este versículo es muy poderoso. A través de él, Dios quiere que
sepamos que fuimos creados por Él, y no para nuestros propósitos sino para los
suyos; quiere que sepamos que así como el corazón humano le da vida a los
cuerpos, sus propósitos son el corazón de nuestra existencia, y que al vivir
en sus propósitos podemos alcanzar la plenitud y realizarnos en todo lo que
emprendamos.
Cambiando en el desierto
En los desiertos Dios no solo prueba la fe, además pone a prueba todo lo que somos para ser mejores cada día. En las pruebas siempre estamos pidiéndole a Dios que responda a nuestras peticiones, pero nosotros no respondemos a las que Él nos hace a diario a través de su palabra.
Las pruebas se basan en esperar, tener confianza y fe, pero estamos a la expectativa de lo que Dios nos va a dar o de lo que pase a nuestro alrededor, y no tenemos en cuenta lo que pasa dentro de nosotros y lo que tenemos que dar.
Los desiertos no son solo para fortalecer nuestra área espiritual, ya que a Dios le interesa todo lo que tiene que ver con nosotros, y en vez de cuestionarlo por lo que nos está pasando, no nos evaluamos a nosotros mismos y analizamos que debemos cambiar. El desierto va más allá de no tener dinero, va más allá de las crisis en la familia, más allá de la enfermedad. Va hasta lo más profundo de nuestro ser, de nuestra alma, de nuestro corazón y hasta de los huesos. ¨Porque será medicina a tu cuerpo, y refrigerio para tus huesos.¨ Proverbios 3:8 (RVR1960).
Buscamos primero el cambio en las circunstancias externas, poniendo nuestra confianza en ellas, creyendo que eso nos va hacer cambiar para bien lo que llevamos dentro. Pero el trabajo de Dios en nuestra vida es totalmente a la inversa; el cambio comienza desde adentro y luego se ve reflejado en el exterior. Esta es una de las claves de los desiertos, que así como pedimos provisión, también pidamos revelación de qué es lo que Dios quiere que dejemos en ese desierto, para que al llegar a la tierra prometida no llevemos la basura.
¨No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad.¨ Filipenses 4:11-12 (RVR1960).
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