Mientras
conducíamos por el norte de Michigan, mi esposa exclamó: «¡Qué increíblemente
grande es el mundo!» En ese momento pasábamos junto a un cartel que indicaba el paralelo
45, y hablamos de lo pequeños
que somos nosotros y lo vasto que es el mundo. Aun así, comparado con el
universo, nuestro planeta es solo un granito de polvo.Este mismo Jesús que creó el universo es Aquel que vino para rescatarnos de nuestro pecado. La noche antes de morir, Él dijo: «Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo» (Juan 16:33).
Ante los desafíos pequeños y grandes de la vida, podemos clamar a Aquel que creó el universo, murió y resucitó, y obtuvo la victoria sobre los quebrantamientos de este mundo. En nuestros momentos de lucha, Él nos ofrece su paz.
Señor, confío hoy en tu poder y grandeza.
La
gracia de Dios es inconmensurable; su misericordia, inagotable; su paz,
inefable.

