sábado, 15 de marzo de 2014

¿Debemos obedecer a nuestros pastores?

El versículo que trata más directamente con esta pregunta es Hebreos 13:17, "Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta; para que lo hagan con alegría, y no quejándose, porque eso no os es provechoso."

A los pastores les duele profundamente ver cómo las personas ignoran el consejo de Dios que ellos dan. Cuando las personas ignoran la Palabra de Dios, lo hacen no sólo en detrimento propio, sino también en detrimento de los que están a su alrededor, como los jóvenes, que tienen la tendencia a desatender el consejo de sus mayores, cometiendo el error de confiar en su propia sabiduría y en el consejo de su propio corazón. Pero un buen pastor comparte los preceptos de la Palabra de Dios, porque desea servir a Dios y darle a la congregación el alimento espiritual, que hará que experimenten la vida abundante que Jesús prometió (Juan 10:10).

Lo opuesto de un buen pastor es el "pastor falso", que no se toma a pecho el bienestar de la congregación, sino que está más interesado en mantener el control o ejercitar su señorío sobre otros, o que no estudia debidamente la Palabra de Dios y, por lo tanto, enseña mandamientos de hombres en vez de los de Dios. Los fariseos del tiempo de Jesús eran culpables de ser "guías ciegos" (Mateo 15:14), y existen repetidas advertencias acerca de falsos maestros en los Hechos, en las Epístolas, y en el Apocalipsis. Debido a la existencia de estos líderes egoístas, puede que haya momentos en que obedezcamos al hombre y desobedezcamos a Dios (Hechos 4:18-20). Sin embargo y a pesar de todo
, las acusaciones en contra de un líder de la iglesia no deben ser hechas a la ligera, y deben ser corroboradas por más de un testigo (1 Timoteo 5:19).

Quiero volver a confiar

Fui criada con ciertos principios morales éticos: Cuando era niña, madres, padres, profesores, abuelos, tíos, vecinos, todos eran autoridades dignas de respeto y consideración. Cuanto más próximos o más viejos, más afecto nos dieron, y sentimos admiración y amor hacia ellos. Era inimaginable responder con falta de educación a los más ancianos, a maestros o autoridades… HABÍA RESPETO.
Confiábamos en los adultos porque todos eran padres, madres o familiares de todos los chicos de la manzana, del barrio, de la ciudad… Teníamos miedo de lo oscuro, de los sapos, ratones, o de  películas de terror…

Hoy tengo una tristeza infinita por todo  lo que hemos perdido. Por todo lo que mis nietos un día temerán. Por el miedo en la mirada de los niños y jóvenes, hacia los viejos y adultos. 
¿Derechos humanos para criminales?, ¿deberes ilimitados para ciudadanos honestos?
¿Pagar las deudas es ser tonto?, ¿amnistía para los estafadores? ¿Los honestos son pendejos?, ¿No tomar ventaja es ser necio?... ¿Qué pasó con nosotros?

Profesores maltratados en las aulas, comerciantes amenazados por traficantes, rejas en nuestras ventanas y puertasCada uno encerrado en su mundo.

¡QUÉ VALORES SON ESTOS?
Coches que valen más que abrazos, hijos queriendo regalos por pasar de curso. 
Teléfonos móviles en las mochilas de los recién salidos de los pañales. 
¿Qué vas a querer a cambio de un abrazo? 
Más vale un "Armani" que un diploma.
Más vale una pantalla gigante que una conversación.
Más vale un caro maquillaje que un helado. 
Más vale parecer que ser…, en fin...

Ingrediente indispensable

A la Palabra que escuchamos, debemos sumarle algo más:
Temamos, pues, no sea que permaneciendo aún la promesa de entrar en su reposo, alguno de vosotros parezca no haberlo alcanzado. 
Porque también a nosotros se nos ha anunciado la buena nueva como a ellos; pero no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron. Hebreos 4:1-2
Resulta demasiado tentador quedarse en el ejercicio de identificar, con dedo acusador, las múltiples ocasiones en que la generación que pereció en el desierto tentó al Señor con su incredulidad. Esta postura nos puede dejar con la falsa impresión, de que nosotros hemos superado las debilidades que ellos exhibieron. 

El pasaje descrito despeja cualquier duda al respecto. Nosotros nos encontramos ante una situación similar a la de ellos. A nosotros, como a ellos, se nos ha anunciado la misma buena noticia. Y corremos el mismo peligro de quedarnos por el camino, sencillamente porque en cuatro mil años el corazón del ser humano no ha cambiado. Nuestra inclinación a desviarnos del camino sigue siendo tan intensa como la que se manifestó en los Israelitas.
El talón de Aquiles de nuestra experiencia espiritual, se explica examinando al menos dos aspectos del texto, y la Biblia Reina Valera Contemporánea nos ofrece mucha claridad: "pero de nada les sirvió a ellos el oír esta palabra porque, cuando la oyeron, no la acompañaron con fe".
Los Doce escucharon la misma Palabra, pero no todos respondieron de la misma manera.

¿Qué diferencia hay entre ordenanzas y sacramentos?

El catolicismo romano, la ortodoxia oriental, y algunas denominaciones protestantes utilizan el término "sacramento" para referirse a "una señal/rito que deriva en el otorgamiento de la gracia de Dios al individuo." 
Básicamenteestas denominaciones abogan por siete sacramentos. Ellos son: el bautismo, la confirmación, la confesión, la sagrada comunión,  el matrimonio, las santas órdenes, y la administración de los santos óleos. Según la iglesia católica, "existen siete sacramentos que fueron instituidos por Cristo y dados a la Iglesia para administrarlos. Son necesarios para la salvación, y son vehículos de la gracia que transmiten." 
Pero la Biblia, por el contrario, nos dice que esa gracia no es dada mediante símbolos externos, y que ningún ritual es "necesario para la salvación." La gracia es gratis, solamente por fe. "Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador, para que justificados por su gracia, viniéramos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna" (Tito 3:4-7).

Una ordenanza es simplemente una "práctica o ceremonia prescrita." Protestantes y evangélicos ven las ordenanzas como reconstrucciones simbólicas del mensaje del evangelio, que Cristo vivió, murió, resucitó de entre los muertos, subió a los cielos, y algún día regresará. En vez de requisitos para la salvación, las ordenanzas son ayudas visuales para hacernos comprender mejor, y para 
apreciar lo que Jesucristo logró para nosotros con Su obra redentora. Las ordenanzas están determinadas por tres factores: fueron instituidas por Cristo, fueron enseñadas por los apóstoles, y fueron practicadas por la iglesia primitiva. Ya que el bautismo y la comunión o santa cena son los únicos ritos que cumplen con esos criterios, sólo puede haber dos ordenanzas. Ninguna de las ordenanzas es requerida para la salvación, y ninguna es un "vehículo de la gracia."


Ojos Largos - Reflexiones

Cuando era niño acostumbraba observar desde el balcón de mi casa, a los niños que jugaban a la pelota en el solar de la vecindad; solía hacerlo con una mirada, a la que llamo de “ojos largos”, mirada característica de los pequeños.
Cuando vemos a otros comiendo algo o jugando con algo que a nosotros nos está vedado, fijamos la vista en eso, y absolutamente nada a nuestro alrededor nos hace apartar los ojos de la visión. Tal pareciera no haber poder alguno en el mundo que nos hiciera quitar la mirada de nuestro objetivo. Nada me distraía de lo que era, un niño.
En muchas ocasiones, no es hasta cuando los progenitores del niño entienden su mirada, cuando éste recibe el helado de manos de su padre o madre o cuando es subido al caballito del carrusel. Entonces es cuando su contemplación llega a ser satisfecha.
Estos días reflexionaba sobre dos cosas:
Primero, que aunque nunca pude bajar a jugar con los otros niños en aquel solar, por motivos personales debidos a la manera como fui criado, Dios sí pudo captar mis “ojos largos” de niño.
Nunca desarrollé buenas habilidades para el juego, pero mi sueño llegó a ser poder presenciar alguna vez un juego de grandes ligas, lo cual parecía, en ese momento, algo totalmente inalcanzable para una familia de bajos recursos como la mía.
Años más tarde, me tocó ser objeto de un acto de gracia por parte del Señor, quien me llevó a ocupar una de las butacas de aquel hermoso estadio de fútbol (de las grandes ligas).
El cómo había llegado a ese lugar aquella noche era simplemente un milagro… no había pagado ni siquiera un euro por estar allí. En ese momento, todas mis expectativas se cumplieron al contemplar un juego de futbolistas profesionales por vez primera.
Eran la clase de jugadores, que los muchachos del solar habían estado imitando durante años. Habían pasado casi treinta años, pero mi Padre Celestial, quien captó mis “ojos largos” de aquel entonces, supo contestar la petición no formulada del niño.