viernes, 10 de enero de 2014

¿Quién soy en Cristo?" - Preguntas y respuestas bíblicas

De acuerdo a 2 Corintios 5:17, “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.” Hay dos palabras griegas en la Biblia que tienen como traducción “nuevo”. La primera, neos se refiere a algo que acaba de ser hecho, pero que existen muchos otros semejantes a él. Pero la palabra traducida como “nueva” en este verso, es la palabra kainos, que significa algo recién hecho, que no se parece a nada que exista. 
En Cristo somos hechos completamente una nueva creación, al igual que Dios creó originalmente los cielos y la tierra. Él los creó de la nada, y de igual manera lo hace con nosotros. Él no sólo nos limpia de nuestro antiguo yo, sino que hace de nosotros un ser enteramente nuevo, y ciertamente, este nuevo ser es parte de Cristo Mismo. Cuando estamos en Cristo somos “participantes de la naturaleza divina” (2 Pedro 1:4). Dios mismo, en la persona de Su Espíritu Santo, hace Su morada en nuestros corazones. Nosotros estamos en Cristo, y Él está en nosotros.

Cuando estamos en Cristo y Él en nosotros, somos regenerados, renovados, renacidos, y esta nueva creación es de mentalidad espiritual, mientras que la antigua es de mentalidad carnal. Por la nueva naturaleza estamos en compañerismo con Dios, obedientes a Su voluntad y devotos a Su servicio. Estos son aspectos que la antigua naturaleza es incapaz de hacer o desear hacerlo. La antigua naturaleza está muerta a las cosas del espíritu y no puede revivirse a sí misma. "Está muerta en sus delitos y pecados” (Efesios 2:1), y sólo puede revivirse mediante una resucitación espiritual, la cual sucede cuando venimos a Cristo y somos Su morada. Él nos da una naturaleza totalmente nueva y santa, y una vida incorruptible. Nuestra antigua vida, previamente muerta ante Dios por causa del pecado, es sepultada, y somos resucitados “para andar en vida nueva” con Él (Romanos 6:4).

Tiempo de cosecha

Tiempo atrás, una empresa de servicios de telefonía celular anunciaba con ímpetu y entusiasmo algo así como: “¿Angustiado? ¿Solo? ¿No sabes qué hacer? Manda la palabra ‘Dios’ al nº …” 
No es el propósito ni el enfoque del presente escrito, emitir opinión ni concepto alguno sobre esta clase de servicios. De lo que sí estamos seguros, es de que no es Dios quien va a cobrar esas llamadas de texto, y no nos cabe ninguna duda de que las personas suscritas al servicio, van a leer en las pantallas de sus móviles exactamente lo que esperan y quieren leer.
Afortunadamente nuestro amado Dios no obra así. Nos ha suministrado una línea directa sin coste alguno, a través de la cual podemos mandar todos los mensajes multimedia que queramos. A través de la oración no sólo podemos enviarle palabras, sino que también podemos mostrarle textos, y presentarle a Dios las imágenes que vienen a nuestra mente y las que se encuentran delante de nosotros, sonidos y vídeos inclusive, y ¡en vivo!… 
Dependiendo del grado de profundidad e intimidad de nuestra oración, hasta es posible enviarle y presentarle a Dios cortos de pasajes de nuestra vida completos, tan “completos” que hasta pueden incluir nuestras sensaciones más íntimas, esas que se encuentran arraigadas en lo más profundo del alma, que no hay ningún dispositivo electrónico en el planeta capaz de reproducirlas ni transmitirlas, que ni tan sólo es posible describirlas con palabras (Romanos 8:26).
Este servicio es absolutamente gratuito para nosotros. Sin embargo, pagado a un elevadísimo precio por quien tuvo a bien “abrir la línea”. Estamos ante un Dios que, a diferencia de muchos “dioses”, en lugar de exigir sacrificios de vidas optó por ofrecerse Él mismo, ofrecer el sacrificio de su amado hijo en una cruz en el Calvario hace más de dos mil años. La muerte del amado Hijo Jesús fue el precio. Sin más palabras, Gracia Divina pagada a un alto precio por quien tiene a bien entregarla, y a título absolutamente gratuito para quien la recibe.

Sigamos Adelante… - Reflexiones

Fuimos hechos para conquistar el ambiente, para resolver problemas, alcanzar metas.
Y no hallamos una satisfacción real o la felicidad en la vida sin obstáculos que vencer o metas que alcanzar.
sigamos-adelanteSiempre se debe afrontar la vida de frente aunque no haya otra opción.
En vez de esperar que la vida nos conceda un camino fácil, entremos en el flujo de la vida y tomémosla como nos viene, comprendiendo que habrá tiempos difíciles que probarán nuestra alma y otros buenos que nos animarán.
En la vida de todos llega un tiempo de desafíos, un tiempo en el que todos nuestros recursos son probados, un tiempo en que la vida parece injusta, en el que nuestra fe, nuestros valores, nuestra paciencia, nuestra compasión y nuestra habilidad de perseverar son puestas a prueba al límite. 
Y algunos utilizan tales pruebas como una oportunidad para crecer, mientras que otros permiten que esas experiencias destruyan sus esperanzas.

6 Sugerencias para superar la pérdida de un ser querido

duelo-biblia-perdida-ser-querido

“ÉL SANA A LOS QUEBRANTADOS DE CORAZÓN Y VENDA SUS HERIDAS” (Salmo 147:3)

Dios entiende tu aflicción, especialmente en los aniversarios, cumpleaños y vacaciones. Él también sabe que el duelo es una parte importante del proceso. Él nunca prometió guardarnos del dolor de perder a un ser querido, solamente que nos ayudaría a superarlo. Quizás estas 6 sugerencias te puedan ser de ayuda:

(1) Júntate con otras personas

Dentro de un grupo descubres que no estás solo, el duelo no es una enfermedad u auto-compasión, y compartir con aquellos que te comprenden, te sana.

(2) No niegues tu pérdida

La Biblia dice: “La memoria del justo es bendecida…” (Proverbios 10:7). Cuando estés con amigos, no dudes, no te apure hablar de la persona querida que perdiste. Cuando lo hagas, les dices que está bien, que ellos también compartan sus recuerdos.

(3) Haz que tu “familia” crezca

Salomón escribió: “Mejor es un vecino cerca que un hermano lejos” (Proverbios 27:10b). Por lo tanto, si no tienes (e incluso si los tienes) familiares cerca, arrímate a aquellas personas que se preocupan y que están a tu lado.

(4) No trates de hacerlo todo

Recuerda: “…tiempo de llorar…” (Eclesiastés 3:4). Debido a que el duelo agota tanto, necesitarás más descanso de lo habitual. Mientras tu habilidad para funcionar bien siga reducida, deja que otros te ayuden con los quehaceres diarios de la casa, como cocinar, limpiar, y hacer las compras, hasta que recobres las fuerzas.

(5) Cuídate

(6) Protege tus límites

Nadie sabe mejor que tú como te sientes, así que no dudes en tomar la libertad de decir: “No, gracias”, o “Mejor, dejémoslo para otra ocasión”, sin sentirte culpable.

Promesa cumplida

agradecidoLe has concedido el deseo de su corazón y no le negaste la petición de sus labios. Salmo 21:2.
Cuarenta días después de que Jesús naciera, sus padres le llevaron al templo de Jerusalén para presentarle delante de Dios, como lo ordenaba la ley de Moisés.
En ese tiempo había un hombre llamado Simeón, que obedecía a Dios y le amaba mucho. El Espíritu Santo estaba sobre él y le había revelado que no iba a morir sin ver antes al Mesías, tal como Dios le había prometido.
Aquel día, el Espíritu Santo le ordenó a Simeón que fuera al templo. Cuando los padres de Jesús entraron con el niño, él lo tomó en sus brazos y alabó a Dios diciendo:
-“Ahora, Dios mío, puedes dejarme morir en paz ¡Ya cumpliste tu promesa! Con mis propios ojos he visto al Salvador, a quien tú enviaste y al que todos los pueblos verán. Él será una luz que alumbrará a todas las naciones y será la honra de tu pueblo Israel”.
José y María quedaron maravillados por las cosas que Simeón decía del niño. Él les bendijo y dijo a María:
-“Dios envió a este niño para que muchos en Israel se salven y para que otros sean castigados. Él será una señal de advertencia y muchos estarán en su contra. Así se sabrá lo que en verdad piensa cada uno”.