domingo, 23 de junio de 2013

¿Existió realmente Jesús? ¿Hay alguna evidencia histórica de Jesucristo? - Pregunta cristiana - Vídeo

Respuesta: Habitualmente, cuando se hace esta pregunta, la persona que la hace cataloga la misma como “fuera de lo que dice la Biblia”. No aceptamos la idea de que la Biblia pueda ser considerada como una fuente de evidencia sobre la existencia de Jesús. El Nuevo Testamento contiene cientos de referencias de Jesucristo. 
Hay quienes fechan la escritura de los Evangelios en el siglo dos d.C., esto es, más de 100 años después de la muerte de Jesucristo. Aunque este fuera el caso, que rechazamos firmemente, en términos de evidencias antiguas, los escritos hechos menos de 200 años después de que los eventos tuvieron lugar, son considerados como evidencias muy fiables. Más aún, la gran mayoría de los estudiosos (cristianos y no cristianos) aceptan que las Epístolas de Pablo, al menos algunas de ellas, fueron de hecho escritas por Pablo en la mitad del primer siglo d.C., o sea, menos de 40 años después de la muerte de Jesús. En términos de evidencias de manuscritos antiguos, esta es una prueba extraordinariamente fuerte, de la existencia de un hombre llamado Jesús en Israel, durante el principio del primer siglo de nuestra era.

También es importante reconocer que en el año 70 d.C., los romanos invadieron y destruyeron Jerusalén y la mayor parte de Israel, matando a sus habitantes. ¡Ciudades enteras fueron literalmente quemadas hasta sus cimientos! No debería sorprendernos, entonces, que muchas evidencias de la existencia de Jesús fueron destruidas. Muchos testigos oculares de Jesús debieron haber muerto. Estos hechos, obviamente, aminoraron la cantidad de testigos oculares del testimonio de Jesús.

Considerando el hecho de que el ministerio de Jesús fue reducido a un lugar culturalmente atrasado, en un pequeño rincón del imperio romano, hay una sorprendente cantidad de información acerca de Jesús, que puede ser extraída de fuentes históricas seculares. Algunas de las más importantes evidencias históricas de Jesús, incluyen lo siguiente:
El historiador romano Tácito del primer siglo, quien es considerado uno de los más precisos historiadores del mundo antiguo, menciona a los supersticiosos “Cristianos”, “antes llamados Christus”, (Cristo en latín), seguidores de Cristo, quien sufrió bajo Poncio Pilato y durante el reinado de Tiberio. Gaio Suetonio, historiador romano (70-160), secretario en jefe del emperador Adriano, escribió que había un hombre llamado Chrestus (Cristo) que vivió durante el primer siglo (Annais XV.44).

¿Dar o recibir? - Devocionales, Meditación

Vivimos en una cultura en donde nos gusta mucho recibir pero muy poco dar. Pasamos más de la mitad de nuestra vida pidiendo a Dios, y la verdad es que no está nada mal, pues su Palabra dice que pidamos y se nos dará, pero a veces llegamos al extremo de olvidarnos, que también la misma Palabra de Dios nos incita a dar.
La Biblia dice:

“En todo os he enseñado que, trabajando así, se debe ayudar a los necesitados, y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: Más bienaventurado es dar que recibir.” 

Hechos 20:35 (Reina-Valera 1960)
Es bueno que pidamos al Señor, pero ¿cómo de buenos somos nosotros para dar? Y cuando hablamos de dar, no sólo se trata del hecho de dar porque tengo mucho, sino al hecho de dar aunque no tenga mucho.
Hay mucha gente que está mucho más necesitada que nosotros, pero desgraciadamente la mayoría de las veces nosotros sólo velamos por nuestro bien y no por el de nuestro prójimo; nos amamos a nosotros mismos, pero nos olvidamos de amar a nuestro prójimo de la misma manera, en la que nosotros mismos nos amamos.
A veces cuando alguien nos pide que le demos algo, por lo general siempre damos lo que nos sobra, lo que ya no usamos, lo que no nos es necesario, lo que tenemos desperdigado por ahí, y aun así tenemos el descaro de sentirnos muy buenos samaritanos por dar lo que ya no usamos, no nos gusta o ya no queremos. ¿Seríamos capaces de dar no lo que ya no nos gusta o no queremos, sino lo que realmente nos gusta? ¿Seríamos capaces de regalar aquella camisa nueva que acabamos de comprar y que tanto ahorramos para obtenerla? ¿Serías capaz de regalar esos zapatos que tanto dinero te costaron, pero que hay una persona que los necesita más que tú?
La mayoría de nosotros estamos muy apegados a lo material y nos es difícil dar a los demás de lo que tenemos. Nos excusamos de una y mil maneras, olvidándonos del principio que nos enseña la Palabra de Dios: “Más bienaventurado es dar que recibir”.

Bondad - Reflexiones - Vídeo

Durante la Guerra Civil, el presidente Abraham Lincoln visitaba a menudo los hospitales para conversar con los soldados heridos.
Una vez los médicos le señalaron a un joven soldado, ya próximo a la muerte, y Lincoln se acercó a su cama.
-¿Puedo hacer algo por usted? -preguntó.
Era obvio que el soldado no había reconocido al presidente; haciendo un esfuerzo, pudo susurrar:
-Por favor, ¿me escribiría una carta para mi madre?
Alguien le dio lápiz y papel; el presidente comenzó a escribir cuidadosamente lo que el joven lograba dictar:
“Mi queridísima madre: Fui malherido mientras cumplía con mi deber.
Temo que no podré recuperarme. Por favor, no te aflijas demasiado por mí. 
Besa de mi parte a Mary y a John. 
Que Dios les bendiga, a ti y a mi padre.
Como el soldado estaba demasiado débil para continuar, Lincoln decidió firmar la carta por él y agregó:
“Escrita, en nombre de su hijo, por Abraham Lincoln”.
El joven pidió ver la nota y quedó atónico al saber quién la había escrito.
-¿De veras es el presidente? ‘preguntó.
-Sí, lo soy, replicó Lincoln tranquilamente. Luego quiso saber si había alguna otra cosa que pudiera hacer por él.
-Por favor, ¿quiere darme la mano?, pidió el soldado. Eso me ayudará cuando llegue el fin.
En la silenciosa habitación, el alto y enjuto presidente tomó la mano del muchacho y pronunció unas cálidas palabra de aliento hasta que llegó la muerte.
Debes dar tu tiempo al prójimo; aunque sea algo pequeño, haz algo por los demás, algo por lo que no obtengas más recompensa que el privilegio de hacerlo.
Mateo 19:19 “Honra a tu padre y a tu madre: y, Amarás a tu prójimo como a ti mismo.”

Jamás digas que No Puedes - Reflexiones

A Bob siempre le gustó armar y desarmar. Cuando era niño y recibía un regalo, era casi seguro que antes de que cayera la noche lo habría desarmado para ver cómo funcionaba. Y casi siempre lo volvía a armar y seguía funcionando. Era un genio para estas cosas.
En una ocasión, su mamá estaba hablando por teléfono y él y unos amiguitos estaban brincando en la cama, cuando de pronto oyeron un ruido como si algo se hubiera roto. Efectivamente, el marco de la cama se había partido y yacía en el suelo. Antes que su mamá terminara de hablar por teléfono, él había estudiado el problema y lo había reparado de tal modo, que parecía como si nunca se hubiera roto.
Como era natural, cuando llegó a la escuela intermedia y secundaria tomó todos los cursos que pudo en artes industriales. "Tuve estupendos profesores", recuerda. "Incluso había uno que abría el taller los fines de semana y las fiestas, para que pudiera trabajar en mis proyectos".
Otro de los intereses de Bob era la música.
Cuando estaba en la secundaria decidió que quería tener una buena guitarra de doce cuerdas. Había empezado a tocar cuando estaba en el tercer grado, después de que un vecino le regaló una guitarra barata (que por supuesto abrió para ver cómo estaba construida). El único problema era que Bob no tenía dinero para comprar el instrumento que quería. "Eso no es problema", se dijo, "la haré yo mismo". Y la hizo, fue su trabajo manual de ese grado. De hecho, mientras estuvo en la secundaria, no hizo sólo una guitarra, sino tres y un banyo.
Muchas personas desarrollan pasatiempos interesantes cuando están en la secundaria. Y algunos los siguen cultivando. Otros los abandonan cuando llegan a adultos. Pero Bob hizo algo realmente especial con el suyo. Es probable que si usted toca la guitarra, alguna vez haya entrado a una tienda de instrumentos musicales y haya visto una guitarra marca Taylor. Sí. Ese Taylor es Bob. Bob Taylor. Cuando era adolescente empezó a fabricar guitarras en su tiempo libre y con el tiempo llegó a fundar su propia compañía junto a Kurt Listug.

La Búsqueda de Dios - Vídeo

En esta hora de casi total oscuridad, se vislumbra un destello alentador: dentro del cristianismo conservador, cada día son más los que están sintiendo un anhelo creciente de encontrarse con Dios. Almas que desean conocer las realidades espirituales, y no se contentan con meras “interpretaciones” de la Palabra de Dios. Los que tienen verdadera sed de Dios no se contentan hasta que no beben de la fuente de Agua Viva.
Auténtica sed y hambre de Dios, porque Él es el único precursor de avivamientos en el mundo religioso. Esta sed podría ser, al principio, una nube del tamaño de una mano que atisban unos pocos santos por aquí y por allá, pero puede ser el retorno a la vida de muchas gentes y la recuperación del esplendor que debe acompañar siempre a la fe en Cristo, y que parece haber desaparecido de las iglesias de hoy en día.
Nuestros dirigentes religiosos deben reconocer este ardiente deseo. El evangelismo de hoy en día parece haber levantado el altar y dividido el sacrificio, sin percatarse, quizá, de que no hay un fuego suficiente de fe. Pero gracias a Dios, hay algunos que se preocupan por ello. Son los que aman el altar y se deleitan en el sacrificio, y no están conformes porque aún no ven descender el fuego. Lo que desean, sobre todas las cosas, es la presencia de Dios. Más que ninguna otra cosa, desean gustar de la “penetrante dulzura” del amor de Cristo, del cual escribieron los profetas y cantaron los salmistas.
No adolecemos, hoy día, de buenos maestros bíblicos que enseñan correctamente la doctrina de Cristo, pero muchos de ellos parecen contentarse, año tras año, con enseñar los fundamentos de la fe, sin advertir que en su ministerio hay falta de la presencia de Dios, por falta de búsqueda, ni hay nada en sus propias vidas que sea extraordinario o sobrenatural. Ejercen su ministerio entre creyentes espirituales, anhelantes de experiencias que ellos no pueden satisfacer.