Cuando hablamos de esperanza nos referimos a algo que deseamos que suceda, puesto que en ello confiamos. Y en nuestro caso todas nuestras esperanzas están puestas en que Jesús regrese pronto por su iglesia, en ello confiamos y esto esperamos.
Aparte de todo lo que hacemos nosotros y la vida que Dios nos permite vivir, tenemos la esperanza de que grandes cosas vendrán a quienes en Él y su promesa confiamos; unas de éstas son:
1. Alegría a la hora de morir: Bastante polémico, por cierto. ¡Alegría a la hora de morir! ¿Acaso la muerte no produce miedo?; en nuestro caso no, sabemos que somos salvos y escogidos para estar toda la eternidad junto con Cristo. Además, en Proverbios 14:32 está representada esta confianza puesto que nuestro pensamiento está en Jesús.
2. Una eternidad asegurada: La eternidad fue el regalo más valioso que Jesús pudo entregarnos en la cruz. Gracias a su sacrificio podemos entender que nada nos hace falta y que nada necesitaremos más que estar junto a Él en la eternidad.

Hechos 24:15 dice que si muriéramos y Cristo aún no ha llegado por nosotros, estamos seguros que Él nos resucitará y podremos ver su maravillosa gloria.
3. Tesoros en el cielo: Es este el momento en el que veremos los tesoros que hemos acumulado en el cielo, nuestros esfuerzos por agradar a Dios serán recompensados en su tiempo Colosenses 1:5.
4. Nos prepara para la venida de Cristo: Esta esperanza nos hace estar alerta y no confiarnos, puesto que sabemos que Él llegará pronto y de manera repentina. La palabra dice en Tito 2:13 que nuestra esperanza está en ver su gloria y su llegada pronta por su iglesia.
5. La seguridad del alma: en Hebreos 6:18 tenemos la confianza de que hay cosas que no cambiarán, como la llegada de Cristo por su iglesia, y la esperanza de la verdad en Dios de que en Él tenemos guardada nuestra alma al momento de su llegada, y ello nos da fuerza para perseverar.
Estas son las características de por qué esperamos y creemos en que Cristo es el Salvador. Todo esto está fundamentado en 1 Pedro 1:3 que dice Gracias a Dios quien es grande en misericordia, que nos hizo revivir gracias a que Jesús, como nuestro hermano mayor, ha resucitado primero.