domingo, 22 de mayo de 2016

La Obra Interna de Dios En La Biblia

“…QUIEN COMENZÓ EN VOSOTROS LA BUENA OBRA… LA CONTINUARÁ HASTA QUE QUEDE COMPLETAMENTE TERMINADA…” (Filipenses 1:6 NTV)

Cuando Pablo escribió a los creyentes de Filipos, les dijo que Dios estaba haciendo una obra en cada uno de ellos. ¡Qué verdad tan extraordinaria! El apóstol escribió: “Le pido a Dios que el amor de ustedes desborde cada vez más y que sigan creciendo en conocimiento y entendimiento. Quiero que entiendan lo que realmente importa, a fin de que lleven una vida pura e intachable hasta el día que Cristo vuelva. Que estén siempre llenos del fruto de la salvación, es decir el carácter justo que Jesucristo produce en su vida, porque esto traerá mucha gloria y alabanza a Dios” (Filipenses 1:9-11 NTV).

Seguro que piensas que eso es muy difícil. Es cierto, y nunca lo podrás cumplir solo con tu fuerza de voluntad, las buenas intenciones o los propios esfuerzos. Debes buscar la dirección de Dios, someterte a Él en todas las cosas y sacar fuerzas de las suyas. Intentar hacer cosas que solo le atañen a Dios es una empresa fútil, no funciona. Confía en que Dios te va a equipar para la obra a la que te ha llamado. Claro es que debes cumplir con tu parte, ¡pero no quieras hacer la suya! “… Nosotros todos, mirando como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en Su misma imagen, por la acción del Espíritu del Señor” (2 Corintios 3:18). ¿Qué es lo que nos cambia? “El Espíritu del Señor”. Eso debería quitarnos un peso de encima, y eliminar el estrés y la ansiedad que sentimos siempre que buscamos “cambiarnos” a nosotros mismos.

La Felicidad Cristiana es una obra interna

“…RENOVAOS EN EL ESPÍRITU DE VUESTRA MENTE…” (Efesios 4:23)
William James, psicólogo (1842-1910), dijo: “El descubrimiento más grande de nuestra generación es que podemos cambiar nuestras vidas al cambiar nuestras actitudes”.¡Piensa en ello! Es tu “mundo” mental, y no las circunstancias, lo que determina tu felicidad.
Por nuestra parte, seguimos pensando que seremos dichosos cuando específicamente algo ocurra. Por ejemplo, algunas madres dicen: “Seré feliz cuando Juanito termine la escuela primaria”. Y lo es por un tiempo. Y después... “Seré feliz cuando Juanito se gradúe en la escuela secundaria”. Y lo es, por lo menos durante el verano. Más tarde, el bachillerato de Juanito trae la misma promesa, igual que su boda, y el nacimiento de su primer hijo... El problema es que ella no ha aprendido a ser feliz entre acontecimientos. Si tu dicha siempre depende de algo fuera de ti mismo, dependerás siempre de las circunstancias, y eso no es el plan de Dios para ti.

La equivocación en cuanto a la salvación

MATEO 5:14-15 “Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de una vasija, sino sobre el candelero para que alumbre a todos los que están en casa. “
0-salir-del-pecado1Cada domingo, innumerables personas en todo el mundo van a las iglesias con un falso sentido de seguridad. Asumen que su moralidad, su membresía, y/o el bautismo les darán un lugar merecido en el cielo. Aunque muchas de estas personas desean sinceramente agradar a DIOS, están equivocadas en cuanto a qué es la vida cristiana. Piensan en términos de hacer en vez de ser. Por tanto, solo imitan las acciones de los buenos cristianos: asisten a un servicio semanal, oran, leen la Biblia y tratan de ser personas decentes.
Sin embargo, la salvación no es producto de las buenas obras. Venimos al mundo con una naturaleza corrupta, y toda maldad proviene de un corazón apartado del SEÑOR. Pecamos porque somos pecadores, así de simple. La buena noticia es que en la experiencia de la salvación se nos da una nueva naturaleza: De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es: las cosas viejas pasaron; todas son hechas nuevas.” (2a Corintios 5:17).
Nuestro pecado es borrado porque Jesucristo sacrificó Su vida por nosotros. Y desde el momento en que pusimos nuestra fe en ÉL, el Espíritu Santo mora en nuestro corazón para que podamos vivir rectamente.
El mundo valora la acción, pero DIOS da prioridad a la relación, específicamente a una buena relación con ÉL. Las personas que van a la iglesia haciendo alarde de religiosidad, están desaprovechando la relación profundamente satisfactoria y gozosa que hay entre un creyente y el SEÑOR.

Cuando todo parezca perdido, usa la imaginación

EFESIOS 1:17-19  “Pido que DIOS les ilumine la mente, para que sepan cuál es la esperanza a la que han sido llamados, cuán gloriosa y rica es la herencia que DIOS da al pueblo santo, y cuán grande y sin límites es su poder, el cual actúa en nosotros los creyentes.”
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Cuenta una antigua leyenda, que en la Edad Media un hombre honorable fue injustamente acusado de haber asesinado a una mujer.
En realidad, el auténtico asesino era una persona muy influyente del reino y por eso, desde el primer momento, se procuró buscar un chivo expiatorio para encubrir al verdadero culpable. Así que el hombre honesto e inocente fue llevado a juicio, sabiendo de antemano que tendría escasas o nulas oportunidades de escapar al terrible veredicto: ¡la horca!
El juez cuidó, no obstante, de dar al juicio todo el aspecto de justicia, y por ello le dijo al acusado: -“Conociendo tu fama de hombre justo y devoto del SEÑOR, vamos a dejar en manos de ÉL tu destino. Vamos a escribir en dos papeles separados las palabras culpable o inocente. Tú escogerás una y será la mano de DIOS la que decida tu destino”-.
Por supuesto, los manejos corruptos habían escrito en los dos papeles la palabra ‘CULPABLE’, y la pobre víctima, aún sin conocer los detalles, se daba cuenta de que el sistema propuesto era una trampa. No había escapatoria.
El juez conminó al hombre a tomar uno de los papeles doblados. El hombre respiró profundamente, quedó en silencio por unos segundos, con los ojos cerrados, y se dirigió a DIOS en oración. Cuando la sala comenzaba a impacientarse, abrió los ojos, y con una extraña sonrisa hizo su elección. Tomó uno de los papeles y, llevándolo a su boca, rápidamente se lo tragó.
Sorprendidos e indignados, los presentes protestaron airadamente: –“¿Pero qué hizo? Y ahora, ¿cómo vamos a saber el veredicto?”
“Es muy sencillo”-, respondió el hombre. –“Es cuestión de leer el papel que queda y sabremos lo que decía el que yo elegí”.