Con frecuencia se discute que si Jesús no “abrogó” la ley aún debe ser obligatoria. De acuerdo a ello, sus componentes, como guardar el Sabbath, aún deben estar vigentes, quizá junto con otros muchos elementos de la Ley de Moisés. Esta suposición está basada en un malentendido de las palabras y la intención de este pasaje. Cristo no estaba sugiriendo aquí que la naturaleza obligatoria de la ley de Moisés permanecería vigente para siempre. Esta visión sería contraria a todo lo que aprendemos de la armonía del Nuevo Testamento registrado en Romanos 10:4; Gálatas 3:23-25 y Efesios 2:15. Tengamos en cuenta los siguientes puntos.

Y es especialmente importante apuntar cómo es usada esta palabra en Mateo 5:17. En este contexto, “abrogar” es usado como lo opuesto a “cumplir”. “Cristo vino …. no para abrogar, sino para cumplir”. El significado es éste: Jesús no vino a este mundo con el propósito de actuar como un oponente de la ley. Su objetivo no era evitar su cumplimiento. Más bien, Él la respetaba, la amaba, la obedecía, y llevó a cabo su cumplimiento. Cumplió las leyes proféticas pronunciadas respecto a Él mismo (Lucas 24:44). Cristo cumplió con las demandas de la ley mosaica, la cual ordena una obediencia perfecta, y si no, se aplica una “maldición” (ver Gálatas 3:10, 13). En este sentido, el divino diseño de la ley siempre tendrá un efecto duradero. Siempre realizará el propósito para lo cual fue otorgada.