Al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra.
Mateo 2:11
Mucho se ha hablado sobre los “magos” de Oriente, que visitaron a Jesús a las pocas horas de haber nacido. Estos hombres eran reyes de países lejanos, estudiosos de la astronomía. Fue así, estudiando las estrellas, como el Espíritu Santo les mostró que un evento sorprendente tendría lugar en Israel; el nacimiento del Rey de Reyes y Señor de Señores. Es realmente emocionante la determinación de estos magos de Oriente. Ellos expresaron claramente:“¿Dónde está el Rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente y venimos a adorarle” (versículo 2). Se habían propuesto adorar a Jesús. Para ello habrían de hacer un viaje largo, pero su meta era verdaderamente impactante viniendo de hombres de autoridad y riquezas: “venimos a adorarle”. Su determinación de ver al Mesías era mayor que el sacrificio que tendrían que hacer. Su devoción e intención adoradora sacudió a Herodes, hizo tambalear su reino y le indujo a indagar sobre el Mesías. En este episodio bíblico se nos señalan los tres elementos esenciales para la más sublime y excelente adoración, a saber: Oro, Incienso y Mirra.