martes, 31 de diciembre de 2013

¿Cómo terminar bien el año 2013 y empezar de la misma forma el 2014?

Si tenemos en cuenta los consejos bíblicos aprendidos, terminaremos el año e iniciaremos uno nuevo en victoria, éxito y bendición.
Son muy normales las supersticiones en los no conversos cada vez que termina y empieza un año nuevo: las uvas de la suerte, el color amarillo de la ropa interior, algunas monedas de cierto valor en un vaso, una vela de tal color, darle la vuelta a la manzana del barrio con una maleta, entre otras. Y nosotros los creyentes ¿cómo logramos terminar y empezar un nuevo año en victoria?
Veámoslo a continuación.
1.      EVALUANDO EL AÑO QUE PASÓ
¿Cómo me fue? ¿Qué logré y qué faltó por lograr? ¿Qué metas y objetivos se alcanzaron y cuáles quedaron pendientes? ¿Qué podemos mejorar? ¿Por qué no me fue mejor? ¿Por qué no se consiguieron algunas cosas? ¿En qué fallé y me equivoqué? ¿Cuáles fueron los errores que cometí? ¿Qué se dejó de hacer?
Estas preguntas nos pueden llevar y ayudar a realizar una buena evaluación del año que terminó y al mismo tiempo, son una buena base para iniciar el otro año que nos espera; servirá como termómetro para saber cómo de bien, regular o mal nos fue durante todo el año y nos ayudará para no volver a cometer los mismos errores y equivocaciones del pasado, como también a mejorar algunas o muchas cosas que no nos favorecieron, pero sobre todo para ser prudentes, sabios e inteligentes (Hechos 14: 26-28).

Fascinado con Dios - Devocional

“Me sedujiste, oh Jehová, y fui seducido; más fuerte fuiste que yo, y me venciste”
(Jeremías 20:7)
Parece que hay personas que no se han enterado de sus auténticos motivos para ser cristianos, para asistir a la iglesia y servir al Señor en todo aquello que les es posible. Lo he explicado, créeme, pero parece ser un lenguaje extraño para algunos. Les entiendo y no les juzgo, tendré que seguir intentándolo. Yo no soy cristiano por tradición, ni voy a la iglesia para acallar una conciencia culpable. Y mucho menos sirvo a Dios para realizarme personalmenteSé que todos ellos son motivos razonables para muchos, pero no para un cristiano verdadero, no para mí. No necesito un libro para explicar lo que me hace estar en Cristo aunque bien podría escribir uno. La razón por la que profeso mi fe con entusiasmo, acudo a la iglesia con regularidad y estoy en el ministerio a tiempo completo es porque estoy fascinado con Dios. Sí, así es, lo que Dios es me deslumbra y me magnetiza haciendo de mí un feliz adorador.
La estéril religiosidad de otros no me impide vivir mi espiritualidad con Dios. El desamor de otros no me retiene para ser generoso. Las mayorías, con sus elecciones en serie no condicionan mi decisión de tomar mi cruz y seguir al Maestro. He decidido que nada me distraerá de Él ni de su llamamiento santo. Así he resuelto vivir, a pesar de mí y de los traspiés que las circunstancias suelen ponerme con más frecuencia de la que quisiera. Dios me sedujo a sabiendas, conquistó mi voluntad y sólo puedo estar rendido a su buen designio el resto de mi vida.
¿Qué es ser cristiano sino un romance con Dios? ¿Habrá otras maneras de interpretar la fe que no sea la relación con Cristo Jesús? No necesito un diccionario de teología para definir lo que siento y lo que a diario vivo. En mi limitado lenguaje, con mi tosca escritura, con mis canciones apenas bien entonadas, exalto a Aquel que es la razón de todo lo que soy. A lo que a otros puede parecerle fanatismo yo le llamo cristianismo. No era así antes, pero fui salvo y todo cambió; ahora entiendo todo aunque no puedo explicar mucho. Mi fe es razonable y a la vez va más allá de la razón humana.

Clama a Dios en medio de tus debilidades - Devocional

Dios abrirá cuencas en el camino para darte de beber y así fortalecerte.
Jueces 15: 18, 19 “Y teniendo gran sed, clamó luego a Jehová, y dijo: Tú has dado esta grande salvación por mano de tu siervo; ¿y moriré yo ahora de sed, y caeré en mano de los incircuncisos? Entonces abrió Dios la cuenca que hay en Lehi; y salió de allí agua, y él bebió, y recobró su espíritu, y se reanimó”.
En la vida tenemos constantes luchas de las cuales Dios nos libra. Sansón estaba experimentando una liberación por parte de Dios, pues sus enemigos le querían llevar cautivo. La Biblia narra cómo el Espíritu de Dios vino sobre su vida y con una quijada de asno mató a muchos enemigos.
Al Igual que Sansón nosotros hemos podido derrotar muchos enemigos en nuestra vida, pues siempre que el Espíritu de Dios esté con nosotros, no habrá nada ni nadie que nos podrá amedrentar.
Pero no podemos negar que después de esas luchas de la vida, muchos de nosotros nos hemos sentido debilitados. Quizá porque nuestra lucha fue fuerte, y aunque hemos vencido, sentimos que las fuerzas menguaron.
En esos momentos de debilidad y sed espiritual tenemos que tomar el ejemplo de Sansón, que después de luchar tuvo una gran sed; sed de muerte según relata la Palabra, pero vino y clamó a Jehová.
Cuando venimos a Dios debilitados después de una de nuestras batallas, Él siempre está dispuesto a ayudarnos. Lamentablemente muchos de nosotros no le buscamos, pues nos sentimos tan debilitados que no tenemos tiempo ni para hablar con Él.

Debo recuperar el tiempo perdido - Devocional

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Es normal escuchar “debo recuperar el tiempo perdido” en boca de alguien que parece haberlo desperdiciado. Con un esfuerzo superior a lo normal se busca hacer aquello que no se hizo con anterioridad. A pesar de lo motivador que parece escuchar estas palabras, realizar algo que no hiciste ayer puede producir cierta preocupación o estrés del que Dios quiere librarnos.
Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. Efesios 5:15-16
En la Biblia jamás se habla de “recuperar el tiempo perdido”, sino de “aprovechar” bien el tiempo. La palabra “diligencia” significa “hacer algo que nos fue ordenado teniendo cuidado y eficacia en la tarea”. Es decir, Dios quiere que seamos sabios con nuestro tiempo, que lo aprovechemos, y hagamos con mucho esmero y cuidado lo que Él nos manda hacer cada día.

Entonces Moisés les dijo: “No guarden nada para el día siguiente”. Sin embargo, algunos no hicieron caso y guardaron un poco hasta la mañana siguiente; pero para entonces se había llenado de gusanos y apestaba, y Moisés se enojó mucho con ellos. Después de este incidente, cada familia recogía el alimento cada mañana, conforme a su necesidad. Cuando el sol calentaba, los copos que no se habían recogido se derretían y desaparecían. Éxodo 16:19-21
El pueblo de Israel padecía hambre en el desierto. Entonces Dios decidió enviarles un pan muy especial que caía del cielo al cual llamaron “Maná”. Para recibir esta bendición debían obedecer y levantarse pronto cada mañana, para tomar sólo lo que comerían ese día. Es decir, no podían guardar para el día siguiente, porque de lo contrario lo que era una bendición (el maná) se convertiría en algo que hiede y cría gusanos.

Oración del año que se nos va - Meditación

¿Qué tal si hacemos esta oración para acabar el año?


Señor, al terminar este año
quiero darte las gracias por todo aquello que recibí de ti.
Gracias por la vida y el amor,
por las flores, el aire y el sol,
por la alegría y el dolor,
por cuento fue posible
y por lo que no pudo ser.
Te ofrezco cuanto hice este año; el trabajo que pude realizar,
las cosas que pasaron por mis manos
y lo que con ellas puede construir.
Te ofrezco las personas
que a lo largo de estos meses amé,
las amistades nuevas y los antiguos amores,
los más cercanos a mí y los que están más lejos, 
los que me dieron la mano, y aquellos a los
que pude ayudar, con los que camparti la vida,
el trabajo, el dolor y la alegría.
Pero también Señor hoy quiero pedir perdón
por el tiempo perdido, por el dinero malgastado
por la palabra inútil y el amor desperdiciado.
Perdón por las obras vacías,
y el trabajo malhecho
por vivir sin entusiasmo.
Por la oración que fui aplazando
y que ahora vengo a presentarte.
Por todos mis olvidos, descuidos y silencios,
nuevamente te pido perdón. Amén

Oración de Fin de Año - Cristianismo

Como cada año, Señor, hacemos un recuento de nuestros días vividos, las cosas buenas y las malas. Pero en esta ocasión lo único que puedo hacer es ver todas aquellas cosas que sucedieron, las que hice bien y las que hice mal, a través de tu Misericordia. Sólo tu Misericordia hace posible vivir plenamente cada instante de mi vida. La verdad es que no me costó mucho verla y sentirla, pues desde que abrí los ojos cada día ya estaba ahí. Y cada noche al cerrar los ojos, tu Misericordia me arrullaba.
Un canto de alabanza, un himno de gratitud brotan desde lo más profundo de mi corazón porque tu Misericordia me rodea, me sostiene y me alienta. No tengo ningún temor para empezar el nuevo año… Tu Misericordia es inmutable.
Las cosas que me alteraron, las que me asustaron, las que me alegraron, son las cosas que tu Misericordia infinita permitió para que yo aprendiera a confiar en ti.
Las que vengan, por avasalladoras que lleguen a ser, estarán contenidas en tu Amor que vale más que cualquier cosa.
Eso sí, tengo que pedirte perdón, porque he abusado de tu Misericordia y he cometido muchas faltas, pero aún así, es más la alegría de haberme sentido perdonado, protegido y amado por ti.
Me desesperé, lloré, me enfadé… pero al final, siempre, sin falta, estuvo tu Misericordia para consolarme y amarme.
Aprendí a decir, con más o con menos fe, pero aprendí a decir: Jesús en ti confío.
Así termino este año, así comienzo el que viene: Jesús, en ti confío.