Respuesta: La disciplina del Señor es un hecho habitualmente ignorado en la vida de los creyentes. Frecuentemente lamentamos nuestras circunstancias, sin darnos cuenta de que éstas son las consecuencias de nuestro propio pecado, y que son parte de la gracia y amorosa disciplina del Señor por ese pecado. Esta ignorancia egocentrista, puede contribuir a la formación de hábitos pecaminosos en la vida del creyente, incurriendo entonces, en la necesidad de una disciplina aún mayor.
La disciplina no debe confundirse con un castigo emanado de la dureza del corazón. La disciplina del Señor es una respuesta de Su amor por nosotros, y Su deseo para cada uno de nosotros es que seamos santos. “No menosprecies, hijo mío, el castigo de Jehová, ni te fatigues de Su corrección; porque Jehová al que ama castiga, como el padre al hijo a quien quiere.” (Proverbios 3:11-12). Dios usará pruebas, sufrimientos, y varios predicamentos para traernos, arrepentidos, de regreso a Él. El resultado de esta disciplina es una fe reforzada, y una relación con Dios renovada (Santiago 1:2-4), sin mencionar la destrucción del poder que ese pecado en particular tenía sobre ti.